España Suma llega como la marca del verano, el refresco del verano, la cerveza con limón del centro derecha. Esa cerveza que es rara, poco purista, poco masculina, refrescante y no sabemos si vendible, pero que ahí está sudando hielo, criando palmerales, humedeciendo labios bajo sombrillas más japonesas que caribeñas en los anuncios. Cosas del verano. El PP a lo mejor quiere un partido más de verano contra su anisete eterno, contra su porrón caliente, contra su España conservadora de caña y torrezno.

El PP es como un lingotazo de invierno, el invierno de los camioneros o de la economía, para después de que el PSOE se haya cargado la economía en festivales del buen rollo y en pasapurés para pobres, me refiero. Pero una marca de verano, un PP anaranjado, un PP Calippo, un PP fresa y nata, a lo mejor es lo que le hace falta a un partido de bocata de chorizo. E incluso a esta España que tiene en Moncloa a un beach boy. Es lo que habrán pensado en el PP. En Cs parece que no han pensado lo mismo.

Una marca de verano a lo mejor es lo que le hace falta al PP e incluso a esta España que tiene en Moncloa a un beach boy

Es curioso, porque la izquierda hace coaliciones incluso aunque luego se destrocen entre ellos, o precisamente para destrozarse entre ellos mejor, poniéndose ya siglas onomatopéyicas que suenan a mordisquito, a quejido, a hernia, a crujido. Sí, cosas como IU-MpM, IU-CA, IU-IAS y tal. Las derechas, en cambio, quieren mantener sus siglas puras, con sus pocas letras de elemento químico, aunque luego al final sean capaces de formar gobiernos trifálicos o tricórnidos.

Las izquierdas que se apelotonan en polideportivos para hacer la revolución, que cuentan a la gente en la calle como celemines de pueblo; estas izquierdas de enganche fácil y de nombre polimérico, estas izquierdas vagonetas, saltan enseguida por sus guiones, hacen sectas y cismas, y hasta se cargan una investidura por discrepancias leves y como crísticas. Es decir, el fetiche de la unidad, o de la homogeneidad, les impulsa a matrimonios imposibles. Al centro derecha, al contrario, el fetiche de la independencia, o de la libertad, les impulsa a la distancia. Los dos fetichismos terminan en el fracaso, pero al fin y al cabo todos están ahí para perseverar, no para aprender. Así es la contumacia de nuestra política.

El PP va registrando ya la marca España Suma y sus variantes regionales como variantes del gazpacho. Se puede pensar que ellos necesitan más esa coalición con Cs, ese refresco de verano en el largo ahogo de este interregno del sanchismo. Quizá eso era cierto antes, cuando Rivera aspiraba al sorpasso, cuando Casado se creía una especie de Constantino tras el apóstata Rajoy y estaba entre Covadonga y la laca ochentera. Pero Rivera no sólo no adelanta al PP, sino que va perdiendo fuerza entre los que consideran desagradable su nerviosismo y los que ven al partido alejarse de sus principios fundacionales. Que Cs quiera ser el PP, sustituir al PP, es una tontería como la de Podemos queriendo ser IU, sustituir a IU. Puede ser el mismo error, y el mismo fracaso.

Rivera no solo no adelanta al PP, sino que va perdiendo fuerza entre los que consideran desagradable su nerviosismo

España Suma suena al refresco del verano, a la trampa publicitaria de ahogar al sol en el botellín y trocear el calor entre hielos como un cachalote. Pero un refresco no es malo. Sobre todo si te está ganando Sánchez, ese James Bond con Frigodedo en la mano (lo del Frigopié ya lo usamos el otro día).

No se trata de que el PP renuncie a ser esa cerveza de abadía, todo trigo mesetario y teología toledana, por un lascivo toque de limón. Tampoco se trata de que Cs renuncie a sus diferencias, a su personalidad, a su joven mitología como de Mirinda o Naranjito, por tomarse un carajillo. Villacís, en la verbena de la Paloma, ya ha dicho, como la que se come un cucurucho de chufas, que nanai de España Suma, que dónde se han visto esos arrejuntamientos en las casas decentes del liberalismito reformistillo. O algo así nos ha sonado.

Es peor el hortera que es Sánchez, que ha rebajado la política haciendo socios a los que creen que España es una notaría franquista

A lo mejor lo hortera del verano lo contamina todo, lo rebaja todo, el tinto de verano, la canción del verano, el ligue de verano, y hasta una coalición que sale ahora en verano, esto de España Suma. Pero es peor el hortera que es Sánchez, que ha contaminado y ha rebajado la política haciendo socios a los que creen que España es una notaría franquista y a los que tienen de referencia democrática a Maduro o a Puigdemont. No están la cosa ni el tiempo ahora para burbon ni para tipos duros con gabardina de plomo de farola. Eso lo debería ver incluso Rivera, que ya parece que sólo ve a través de periódicos agujereados, como un espía de Tintín. No está la cosa para gárgaras de whisky ni orujo a palo seco. Pero a lo mejor una cervecita con limón o un tintito de verano nos salvan de la insolación de agosto, y de la de la sonrisa sahariana de Sánchez.