Ciudadanos optó un tiempo atrás por emplear el tono de campaña de continuo. Es decir, por aumentar el volumen de su discurso para hacerse notar. La efervescencia tiene una virtud, y es que sucede en una reacción rápida y vistosa. También tiene un defecto, y es que es demasiado fugaz. Ocurre que cuando uno opta por moverse entre esa espuma, puede diluirse con facilidad. O no sonar creíble cuando se pone el traje de moderado. Después de unos meses en los que la formación naranja -digámoslo así- se ha excedido en su discurso en algunas ocasiones; e incluso ha caído en fantasmagoría, Albert Rivera ha dicho este lunes en El Hormiguero que no le gusta “jugar con las vísceras” en política, pues eso sólo contribuye a dividir la sociedad.

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