La decisión del PSOE de impulsar, junto a su socio de Gobierno, una comisión de investigación en el Congreso de los Diputados sobre el conocido como caso Kitchen evidencia el descaro con el que algunos políticos utilizan en su beneficio este mecanismo de control parlamentario.

Si ya es dudosa la utilidad de estas comisiones cuando hay en marcha una investigación judicial, lo que limita la capacidad de los imputados para explayarse ante sus señorías, en este caso la maniobra del PSOE es tan burda que provoca cierta vergüenza ajena.

Al mismo tiempo que se anuncia esa iniciativa, se cierra la puerta a la comisión de investigación sobre las finanzas de Podemos, estableciendo así una doble vara de medir según cuál sea el color del partido que presuntamente ha cometido alguna irregularidad o delito relacionado con la corrupción.

En el caso Kitchen el único alto cargo del gobierno de Rajoy imputado hasta el momento es el ex secretario de Estado de Interior, Francisco Martínez. Aunque está imputado desde el pasado mes de enero, aún no ha prestado declaración ante el juez de la Audiencia Nacional Manuel García Castellón, que instruye la macrocausa contra el ex comisario Villarejo.

La novedad que se ha producido esta semana es que la Fiscalía Anticorrupción pide la imputación del ex ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, y de la ex secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal. Pero el juez aún no se ha pronunciado y es probable que no lo haga, al menos, hasta que declare Martínez.

El escrito de la Fiscalía es muy duro y aporta datos muy relevantes, como conversaciones a través de sms entre el ex secretario de Estado y el ministro del Interior que demuestran que no sólo estaba al tanto del operativo para robar documentación comprometedora al ex tesorero del PP, Luis Bárcenas, sino que fue su impulsor.

Pero es el juez, no los fiscales, quien decide sobre la imputación o no de las personas que aparecen en el sumario. Lo que sí se ha producido es un enorme ruido mediático que ha colocado a Pablo Casado en una situación comprometida.

Con la comisión de investigación contenta a Iglesias, que está fuera de las decisiones importantes del gobierno; y castiga a Casado por romper el pacto para renovar los órganos constitucionales

Coincidiendo con ello, la Fiscalía de Madrid ha pedido investigar a Podemos por su relación con la empresa Neurona -ligada a Juan Carlos Monedero-, porque a través de ella pudo haberse financiado irregularmente en la campaña electoral de abril de 2019. El juez todavía no se ha pronunciado. Pero el PSOE ha decidido que eso es poca cosa para someter a los líderes del partido con el que gobierna en coalición al escarnio de tener que dar explicaciones ante los diputados de la oposición en el Congreso.

Aunque Adriana Lastra -en una muestra más de su capacidad para decir barbaridades sin sonrojarse- dijese el martes que Casado ocupaba, cuando se produjeron los hechos investigados en Kitchen, importantísimas responsabilidades en el PP, ella y todos sus compañeros saben que el ahora líder popular era hace siete años un simple diputado por Ávila, que seguramente se está enterando de los tejemanejes en Interior a la vez que la inmensa mayoría de los ciudadanos. Pero da igual: es la oportunidad para hacerle morder el polvo y los argumentos para hacerlo importan poco.

Con la comisión de investigación sobre Kitchen Sánchez mata dos pájaros de un tiro. Contenta a Iglesias, enfadado porque no se entera de los temas más importantes que se cuecen en el gobierno. Es un regalito que le cae de Moncloa para que deje de dar la lata y siga atado al pacto de gobierno. Pero, al mismo tiempo, es la forma que tiene el presidente de castigar a Casado por no aceptar el pacto para renovar el Consejo General del Poder Judicial y el Tribunal Constitucional, cuando hace apenas cuatro semanas él lo daba por hecho.

¿Acaso alguien cree que si ese pacto para renovar órganos constitucionales se hubiera producido Sánchez avalaría ahora una comisión de investigación que sólo tiene como finalidad desgastar a Casado? ¿Hubiera dado ese paso el presidente si el líder del PP hubiera dado muestras de acercamiento en la negociación de los presupuestos generales del Estado?

Los políticos son los principales responsables de que los ciudadanos estén hasta el gorro de los políticos. La corrupción en la financiación del partido o la utilización de un grupo parapolicial para sustraer información comprometedora son asuntos de extrema gravedad que exigen del máximo rigor de la Justicia. Pero hay otra forma de provocar el escepticismo y el hastío hacia la política. Y esa es el desprecio por las instituciones y el maniqueísmo infantil que practican la mayoría de nuestros líderes políticos. El tacticismo extremo casa mal con la apelación constante a la unidad que hace el presidente del gobierno.

Cuando nos enfrentamos a una triple crisis sanitaria, política y económica que va a marcar a toda una generación, lo que esperamos de nuestros gobernantes es altura de miras, un punto de generosidad y algo de inteligencia. No creo que eso sea pedir demasiado.

La decisión del PSOE de impulsar, junto a su socio de Gobierno, una comisión de investigación en el Congreso de los Diputados sobre el conocido como caso Kitchen evidencia el descaro con el que algunos políticos utilizan en su beneficio este mecanismo de control parlamentario.

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