En la Puerta del Sol se escenificó este lunes una tregua entre el gobierno central y el gobierno de la Comunidad de Madrid. Pedro Sánchez jugó el papel de poli bueno e Isabel Díaz Ayuso guardó su artillería para otro momento.

Ya veremos los resultados que nos depara el órgano de coordinación creado con participación de las dos administraciones. Pero mientras llegan los frutos de este gesto de distensión, los partidos de izquierda, entre ellos los dos del gobierno, Podemos y PSOE, han vuelto a convocar manifestaciones contra Ayuso en los barrios del sur de Madrid afectados por las medidas restrictivas que entraron el vigor el lunes. A Dios rogando y con el mazo dando.

La lucha política va a continuar en Madrid porque la izquierda cree haber visto en la crisis del Covid la posibilidad de recuperar el poder perdido en mayo de 2019. En el PSOE confían en que vencer la resistencia de Ciudadanos a apoyar una moción de censura es sólo cuestión de tiempo: creen que el vicepresidente Aguado querrá distanciarse de la gestión de Ayuso si las cosas siguen empeorando en la gestión del virus.

Recuperar el llamado "cinturón rojo" -donde en 2019 se votó más a la derecha- sería para la izquierda la forma de asegurarse un triunfo electoral en caso de que la presidenta de la Comunidad optara por adelantar las elecciones para evitar una derrota en una moción de censura que necesariamente debería apoyar Ciudadanos, bien votando a favor o absteniéndose. Es el cuento de la lechera, pero es lo que explica que mientras que el presidente Sánchez llama a la unidad y a enterrar el hacha de guerra, sus arietes estén dando más leña cada día, para satisfacción de Pablo Iglesias, que debe añorar sus tiempos de Vallecas.

Pero ese es el juego político. La situación que viven los ciudadanos es de preocupación y miedo. No se explican cómo se han disparado los contactos, las hospitalizaciones, los ingresos en UCI y las muertes cuando había ya la certeza de que tras el verano las cosas iban a empeorar en Madrid.

Para analizar con objetividad lo que está ocurriendo en la Comunidad de Madrid hay que distinguir entre la situación de los hospitales y la atención primaria. El 18 de septiembre ingresaron 3.348 enfermos por coronavirus, de los que 394 (un 11,8%) están en UCI. Naturalmente, la saturación hospitalaria va por barrios. El hospital Doce de Octubre (253 ingresados ese mismo día), el Gregorio Marañón (252), el Ramón y Cajal (181), el Infanta Leonor de Vallecas (198), el Hospital Clínico San Carlos (172), el Severo Ochoa de Leganés (116), están entre los más estresados. Pero hay otros en los que la ocupación es todavía baja. Eso en cuanto a los hospitales públicos. En los privados, el número de ingresos es todavía muy bajo.

Hay médicos suficientes, pero no a 2.500 euros al mes y sin garantías de continuidad. La moral de los profesionales de la atención primaria está por los suelos

Un dato ayuda a visualizar la enorme diferencia que existe entre lo que ocurre ahora y lo que sucedió en el pico de la pandemia. El 2 de abril se alcanzó la cifra más alta de ingresos: 16.174. Ahora estamos hablando de 3.348 ingresos diarios.

Queda margen para evitar el colapso, aunque el aumento de contagios e ingresados está siendo exponencial en las últimas semana y pone en riesgo la capacidad de respuesta de los hospitales que atienden a enfermos de los barrios del sur de Madrid.

Sin embargo, donde la situación es crítica es en la atención primaria. Ya hablé de este problema en mi artículo del 28 de julio. Desde entonces las cosas no han hecho sino empeorar. Hoy mismo Cristina Castro estima en El Independiente que harían falta unos 1.000 médicos para hacer frente con garantías de éxito a la pandemia en Madrid.

No es que no haya médicos, como se ha dicho de forma un tanto imprudente desde la Comunidad de Madrid. El problema es que se les paga muy poco. Ahora mismo, se están ofreciendo contratos de mes y medio a una media de 2.500 euros al mes y sin garantías de continuidad. Mientras las ofertas no mejoren, el número de médicos de atención primaria seguirá siendo insuficiente.

No vamos a hablar de los rastreadores y de la aplicación Radar Covid porque son la evidencia de un fracaso.

La cuestión no es sólo la falta de médicos, sino que los que ahora están en la trinchera del Covid-19 tienen la moral por los suelos. Han vivido mucho tiempo siendo los hermanos pobres del sistema sanitario y ahora se les pide que ganen una guerra para la que no se sienten preparados. Como en todas las guerras, y esta lo es, el estado de ánimo es fundamental para afrontar la batalla. La Comunidad debe cuidar a sus médicos, reconocer su esfuerzo y recompensar económicamente su dedicación. Si eso no se hace, por muchas medidas de limitación de movimientos que se tomen el coronavirus seguirá avanzando de forma imparable.

En la Puerta del Sol se escenificó este lunes una tregua entre el gobierno central y el gobierno de la Comunidad de Madrid. Pedro Sánchez jugó el papel de poli bueno e Isabel Díaz Ayuso guardó su artillería para otro momento.

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