Confieso que a menudo siento frustración al ver que nuestros políticos no transmiten ambición, visión de largo plazo ni proyecto que me ilusione, que me inciten a votar para ver ese sueño, en el que crea, hecho realidad.

Un buen político, como cualquier buen líder, ante todo debe ser visionario, ambicioso, tener un proyecto e ideas. Estamos acostumbrados a entender la política como una feroz critica al adversario, a buscar constantemente la paja en el ojo ajeno, a esperar el apoyo solo por oposición a los errores o a las ideas del contrario.

Debo confesar que tras dieciséis minutos y catorce segundos del discurso de Pablo Casado el pasado domingo en Valencia de constantes ataques y descalificaciones al adversario, el aspirante a presidente del Gobierno desgranó sin complejos durante los cuarenta y dos minutos restantes todo un conjunto de ambiciones, anhelos, promesas y propuestas que describen un sueño de país no por oposición, sino por convicción del Partido Popular. Ya era hora, pensé yo, mientras como siempre los medios de comunicación se hacían eco más de que no habían ido los expresidentes, si Ayuso hacía o no sombra y sobre cuáles eran los ataques mas descalificatorios a Mr. Sánchez. Lo habitual.

Y por salir de esa rutina, creo que puede ser interesante al lector hacer un breve resumen interpretado por el autor del sueño, visión y la ambición que nos describió el soñador de Pablo Casado que puede ser o no, el suyo.

Pablo Casado y el Partido Popular nos invitan a creer en un país próspero y con una economía pujante basada en tres pilares: un estado mucho más pequeño, con la mitad de los ministerios, pero liderados por gente competente y con experiencia (y la mitad de los asesores), con impuestos mucho más bajos y con facilidades para el emprendimiento, la creación de empresas y la inversión.

Para ello nos promete nada más llegar al Gobierno una batería de importantes reformas (eso sí, que tendrá que abordar con mucha menos gente en el Ejecutivo, esperemos). Para ello, eliminará numerosos impuestos (patrimonio, sucesiones y donaciones) y reducirá los tipos del IRPF, así como los impuestos que gravan la electricidad, y con ello hacernos más competitivos. También privatizará muy acertadamente, o le propongo ponga bajo gestión privada, el grueso de empresas públicas que no necesitan serlo y así ganen eficiencia y eficacia. Y aunque no mencionó cuáles, le sugiero que piense en Paradores, Correos, Navantia, funerarias varias y si se atreve RTVE, entre otras.

Nos propone que, por fin, tendremos una justicia despolitizada separando definitivamente el poder político del judicial mediante la elección mayoritaria por jueces de los órganos de gobierno del poder judicial. Y aunque no fuera muy explícito quiero entender que en ello incluye el Consejo General del Poder Judicial pero también la Fiscalía General y el tribunal Constitucional. Mas allá del Judicial, y para ahondar en la independencia, también se despolitizará RTVE y el Consejo de Estado.

En su ilusionante ambición, Pablo Casado también enfrentará el gran escollo de la eficiencia y eficacia del gasto público y del propio sector público, no solo reduciendo su tamaño, sino reformando la función pública con criterios de productividad y eficiencia; entiendo que aplicada a la remuneración y evaluación del desempeño de los funcionarios lo que, en mi opinión, aunque va en la buena dirección, no será efectivo sin cambiar dolorosamente el estatuto de los funcionarios. En esta dirección se compromete también a no dilapidar la contribución al desarrollo de los fondos europeos y, aunque tampoco lo detalla, no estaría de más crear un organismo realmente independiente que orientase y fiscalizase su utilización y los resultados producidos por los mismos, así como que se reforzase y se hiciese realmente efectivo al Tribunal de Cuentas para que no responda con legislaturas de retraso.

Un sueño de muchos españoles que comparte el presidente del PP es el de vivir en paz y concordia disfrutando de la grandeza de una nación, España, con cientos de años de gloriosa existencia, reconocida y admirada en el mundo entero. Nada de estados plurinacionales, ni referéndums. Nada de negociaciones asimétricas ni bilaterales, nada de indultos ni mirar para otro lado con delincuentes. Ese es su sueño, y el mío. El torpe subconsciente nos hablaba de Cataluña por su cercanía, pero, aunque no lo dijo, imagino que incluye en su reflexión al País Vasco.  

Por el contrario, una pléyade de medidas que refuercen a España: una ley de símbolos, una ley de lengua que de una vez permita la escolarización en castellano en todo el territorio, derogación de la memoria histórica a la carta que mira al pasado y reemplazo por una de identidad nacional para todos y que respete a todas las víctimas y hasta un innecesario museo de Historia de España si ya tenemos un Puy du Fou en Toledo.

Pero mas allá de los símbolos,  expresó un compromiso con la ejecución de los principios de integridad nacional y así pude inventariar una serie de propuestas para la creación de un mercado único en España, una educación alineada en todo el territorio nacional (educación pública como competencia estatal, política  lingüística, una EBAU única, un MIR de profesores nacional), competencias en materia de prisiones centralizadas, mejor y más valiente tipificación de delitos contra la integridad nacional.

Tan ambicioso como necesario, eso sí, como dirían en cualquier pueblo, Sr. Casado, habrá que romper muchos huevos para hacer esta tortilla.

Pero no solo se trata de alimentar al espíritu, sino también a los ciudadanos jóvenes y mayores de España. En materia de pensiones, sin aceptar abiertamente la inviabilidad del modelo de pensiones actual se nos proponen más y mejores ventajas al ahorro privado para la jubilación, el modelo de mochila austriaca, la revalorización con criterio de sostenibilidad y de revalorización, pero se entendió, aunque no se dijese, sin revisión automática con el IPC. Todo lo contrario a lo preconizado por el gobierno actual, así que habrá que elegir… con datos. Para los jóvenes una nueva ley de empleo (sin detallar dirección alguna), un mejor acceso a la vivienda abaratando suelo mediante la desafección masiva de todo el suelo público.

Junto a tantos temas mollares, desgranó numerosas propuestas en materia social y de ciudadanía. Dejó claro, al menos para mi, que apuesta claramente por apoyar la maternidad, aunque dejase, pienso que intencionadamente, su propuesta respecto al aborto fuera del discurso y que si es mantenerlo como está, bien estaría que lo dijese.

En la defensa de la vida también una ley de cuidados paliativos, que, de soslayo interpretó acabaría para mi disgusto con la eutanasia. Por fin y claramente una ley anti-ocupación de viviendas, una de tutela de menores, una nueva ley sanitaria sin reformar la Seguridad Social, una audiovisual,  una ley del agua y especial atención a la España rural, al campo y a la ganadería.

Muy contundente también fue su compromiso con reforzar y mejorar al ejército español (deduzco que elevando notablemente su presupuesto) y la equiparación salarial de Guardia Civil y Policías varias. Todo ello, a mi entender, imposible sin recortar gasto público a espuertas en otras áreas plagadas de funcionarios que esta legislatura no hace más que engordar.

Menos contundente sin embargo a la hora de resolver los problemas energéticos sin entrar de lleno en la posición respecto a la ruta acelerada por lo verde que hemos emprendido, a cualquier coste, o el futuro nuclear como solución o como problema. Igual de laxo que en la política de fomento empresarial o industrial o la ambición por la digitalización de España, mas allá del silencio positivo gubernamental tan útil y necesario, que por su especificidad y complejidad entiendo podrán ser desgranados en otros foros.

Nadie podrá decir ahora que Pablo Casado no tiene un espíritu y un compromiso reformista ni que carece de ideas

Nadie podrá decir ahora que Pablo Casado no tiene un espíritu y un compromiso reformista, ni que carece de ideas, te gusten o no. Una auténtica España 4.0 de llevarse a cabo a tiempo y con coraje todos los temas planteados y que son en su mayoría urgentes y necesarios.

Poco habló, sin embargo, de las grandes finanzas públicas. Hecho el recuento de reformas y medidas son más las que aumentan el gasto y reducen los ingresos del Estado que las que propician lo contrario y, por tanto, muy alineadas con su espíritu de poner el dinero en el bolsillo de los ciudadanos.

Ahora bien, señor Casado, haciéndome eco de sus propias palabras, su partido ya sabe la ruina que tras el gobierno del Sr. Sánchez, si es que le da relevo, encontrará como ya le ocurrió al Sr. Rajoy. Se me hace necesario, por tanto, en su discurso, un planteamiento económico de Estado que enfrente el enorme déficit que encontrará (no se sorprenda luego porque ya lo sabe), una deuda desbocada y probablemente una inflación mucho mayor de lo estimado en un contexto en que la Unión Europea apretará firmemente para embridar estas variables.

No será fácil, desde luego, poner en marcha su programa cuando como siempre se enfrenten a la urgencia de las finanzas y, a pesar de sus buenas intenciones, nos anuncien que, con lo encontrado al llegar al poder, de lo dicho nada, para pasar de nuevo a la historia como el gobierno de los recortes, que esa lección ya la hemos aprendido todos.  No caiga en la trampa.

Serán las urnas las que hablen, y como decía nuestro premio Nobel Vargas Llosa en su Convención, los ciudadanos voten bien basándose en hechos, programas y promesas que luego podamos exigir. Sirva este artículo, del que me disculpo por su extensión, como un inventario, un catón, una hoja de ruta, con la que medirle, Sr. Casado, cuando llegue el momento de pasar de las musas al teatro y como reza el aforismo americano sea el tiempo en que los sueños del señor Casado se hagan realidad.

Por el momento, les agradezco que tengan un sueño, una ambición y que me hayan ilusionado con ello. Que haya sido nítido, prolijo y contundente en su enumeración para que, con datos, para aquellos votantes que sí votamos en base a las ideas y programas, podamos elegir con conocimiento de causa.

Gracias por su propuesta, señor Casado, y, dado que se manifestó también en la defensa del arte taurino, valor….. y al toro.