Van dos semanas desde el comienzo de la invasión de Rusia a Ucrania cuya justificación es un conjunto de falacias que busca deslegitimar y negar la soberanía de un país vecino. En su discurso de anuncio de la “operación técnico-militar en Ucrania” Putin trataba de sugerir que su razón era la legítima defensa preventiva, prohibida por el Derecho Internacional.  

Estos catorce días han parecido eternos. El pueblo ucraniano tuvo un comienzo de aturdimiento para olvidar, donde todo el mundo les daba por perdidos. Le siguieron días de resistencia durante los cuales perdieron el miedo y convencieron al mundo y se convencieron a sí mismos de que son capaces de defenderse frente a un invasor superior en números y armamento. Luego, procedieron días de terror por los bombardeos deliberados a los edificios civiles y las muertes de personas indefensas. Nunca pensé que dos semanas daban para tanto, para cambiar y acabar con tantas vidas. 

El recrudecimiento de la violencia de parte de Rusia era algo de lo que nos avisaban los analistas de seguridad, como Nicolás de Pedro. Pero el desarrollo de los acontecimientos ha superado cualquier expectativa: bombardeos deliberados a los bloques de viviendas, hospitales, escuelas, edificios administrativos y las guarderías con víctimas mortales en la población civil, corredores humanitarios donde no se respeta el alto el fuego, soldados rusos vistiéndose de civiles o de uniforme de Fuerzas Armadas de Ucrania, y un largo etcétera. Estos actos son crímenes de guerra. Esperemos que, a pesar de no haber ratificado Rusia el Estatuto de Roma, nadie quede impune.

La resistencia ucraniana está impidiendo la consecución de los objetivos mínimos de Putin, mientras conservan parte de su aviación y tienen operativa su defensa antiaérea

Aun estando en esta complicada situación, la resistencia ucraniana está impidiendo la consecución de los objetivos mínimos de Putin, mientras conservan parte de su aviación y tienen operativa su defensa antiaérea, según Gustav Gressel, experto en seguridad y defensa de ECFR. 

Las sanciones a Rusia aprobadas por los países aliados y los países que no se han quedado indiferentes ante la invasión han empezado a tener impacto en la economía rusa, aunque se necesita tiempo para que se hagan más notorias.   

Junto a ello, las donaciones para las Fuerzas Armadas de Ucrania y para las necesidades humanitarias de la población de parte de los ucranianos y de ciudadanos de otros países en todo el mundo, junto con las ayudas financieras, humanitarias y armamentísticas de países aliados han sido una bocanada de aire fresco que les ha ayudado a reponerse. También, esta ayuda será vital a medio y largo plazo para atender las necesidades de las personas desplazadas desde lugares de enfrentamientos militares y para resistir esta guerra de desgaste.

A pesar de todo lo anterior, da miedo pensar hasta dónde Putin es capaz de llegar para lograr su cometido. Por ello considero que, mientras Ucrania resista eficazmente y tenga voluntad de resistir, necesitará que desde los países aliados mantengan o incrementen las sanciones para dañar la economía rusa y, al mismo tiempo, que se le mantenga el suministro de ayuda a Ucrania.

El reto es encontrar un equilibrio entre intensificar o mantener las sanciones a Rusia y que esto no afecte desmesuradamente a las propias economías de los países sancionadores

El reto sería, por un lado, encontrar un equilibrio entre intensificar o simplemente mantener las sanciones a Rusia y que esto no afecte desmesuradamente a las propias economías de los países sancionadores, y, por otro, el mantener y justificar la ayuda a Ucrania de cara a la opinión pública por parte de los países aliados en un contexto de incremento generalizado de los precios.

A priori, esto debería de crear las condiciones en las que Rusia se vería obligada a buscar una solución diplomática, que le compensara más que continuar con la guerra. Aquí las preguntas que me surgen son: ¿en qué condiciones se tiene que firmar un posible pacto de paz para que sea asumible por ambas partes y, además, para que el conflicto no resurja en el futuro? ¿qué garantías se pueden ofrecer para que se cumpla? ¿quién puede ofrecer estas garantías?    

Es por ello que el encuentro entre los ministros de exteriores de Ucrania y Rusia este jueves en Antalya (Turquía) puede suponer un primer paso serio para avanzar en las negociaciones de paz y no una escenificación de Rusia para continuar con el chantaje. 


Viktor Savkiv es politólogo ucraniano y máster en Métodos de Investigación por la Universidad Complutense de Madrid