Argelia rompe con España con una frialdad y un estruendo glaciales, pero no pasa nada porque Pedro Sánchez ha estado visitando radiotelescopios (parecía un rodríguez comprando sartenes sin entender de sartenes) y el ministro José Manuel Albares se va a interponer entre los argelinos y nuestra ruina con su autoridad de árbitro bajito. Estamos haciendo una política exterior incomprensible, caótica, ridícula, como borrachos de fiesta de embajada, mientras Sánchez mira a las estrellas sin saber qué son las estrellas, como un gato lírico, y el ministro del ramo sólo puede tocar el pito, invisible y congestionado, mientras amenaza con sacar una tarjeta que quizá sólo es un calendario de taller mecánico. Argelia aún no nos ha cortado el gas, pero lo mismo se anima al ver al ministro Albares decir que “el suministro está garantizado” y a la ministra Ribera argumentar que las empresas “están operando con normalidad”, así mirando por la ventana, como quien asegura que no lloverá porque aún no llueve. 

Sánchez, en Robledo de Chavela, que es como un trozo de Houston o de luna que nos han dejado los americanos, presentaba el PERTE aeroespacial, yo creo que muy oportunamente. Sin duda, el futuro está ahí fuera y ahí arriba, que lo de comerciar con el otro lado del Mediterráneo parece un asunto fenicio y lo de calentarnos y movernos con energía química extraída de combustibles fósiles parece una fogata paleolítica. Qué es Argelia comparada con la inmensidad del Cosmos, en el que los españolitos parece que van a trabajar ahora más que en ningún otro sitio, como si convirtiéramos en antenas todas las paelleras. A Sánchez le preguntaron por lo de Argelia cuando entraba al evento, ligero y silencioso, como impulsado por velas solares, pero no dijo nada, quizá porque ya se sentía dentro de la pecera de silencio del espacio y todo eso de Argelia, el gas y tal le parecía como volver a una hoguera de boñigas y a una diplomacia de Cervantes.

Argelia rompe con España pero no pasa nada, que Sánchez se va a Robledo de Chavela confundiendo el universo con golosinas y la economía con la ciencia ficción

Argelia ha cortado las relaciones comerciales, ha suspendido las exportaciones y las importaciones, ha cancelado pedidos, ha roto el tratado de amistad con España como se rompían las cartas de los ex, o sea con la irreversibilidad termodinámica unida a la irreversibilidad del desengaño, y deja ahí el gas como el hilo de araña en el que quedamos colgados y caedizos. Pero no pasa nada. A Argelia le comprábamos el 47% del gas que importábamos, hasta que llegaron la guerra de Ucrania y el flechazo con Marruecos o con Pegasus, y Sánchez empezó a fijarse en las estrellas del Sáhara, estrellas esmeraldas como la de la bandera marroquí, y luego, ya, en las estrellas más allá de Orión. Sánchez ha visto que el universo aún tiene muchos misterios y posibilidades, y sin duda piensa que es más fácil mandar al espacio a un astronauta español con lata de gasolina, allá a Titán, rico en hidrocarburos, que arreglar la cosa con Argelia. 

Argelia rompe con nosotros, o rompe con Sánchez que está en las nubes, en la Nube de Magallanes por lo menos. Se diría que para el presidente el asunto está entre que no hay remedio y no hay problema, sólo tenemos que ver cómo los ministros se limitan a confiar en que Argelia no nos cerrará el grifo, que quizá piensan que no hay llave de grifa suficientemente gorda para eso. Hasta María Jesús Montero ha afirmado que “no hay riesgo de que Argelia incumpla los contratos del gas”, uniendo su autoridad de gobernanta a la autoridad de bajito de Albares, cosa que a uno ya le parece invencible, como una diplomacia encargada a Tip y Coll. En cualquier caso, lo que vemos es que la solución no está en manos del Gobierno, como nada de lo que nos pasa, sea el bicho, el volcán, la ruina de la guerra o la ruina en general. Como mucho, el Gobierno acudirá a los tribunales europeos, o al Consejo Galáctico. El Gobierno pretende que los tribunales forasteros le arreglen la política exterior igual que pretende que los tribunales de aquí le hagan el contraespionaje de Pegasus e igual que pretendía que los tribunales autonómicos tomaran las decisiones sobre el bicho.

Argelia rompe con España pero no pasa nada, que Sánchez se va a Robledo de Chavela confundiendo el universo con golosinas y la economía con la ciencia ficción, y los ministros se van a ver si el horno todavía les funciona. Lo de Argelia no debe de tener arreglo, o no merece mucha preocupación por parte de Sánchez, al menos comparado con el oscuro destino del universo o el oscuro destino del propio Sánchez. Lo de Argelia no debe de tener arreglo, y es lo que no se entiende. Aún no sabemos qué hay en Marruecos, en las estrellas de sílice del Sáhara Occidental, en los ojos nebulosos de Mohamed VI o en el móvil abducido de Sánchez que haga que merezca la pena esto cuando el planeta tiembla en una crisis energética, económica y hasta vital. Uno se lo sigue preguntando, pero Sánchez, igual que el universo y los dioses y los ojos de los gatos líricos y diabólicos, guarda un silencio frío, infinito, odioso y sin consuelo.