La vida pública española vuelve a consumirse, en un exasperante bucle infinito, entre incendiarias discusiones, cada vez más crispadas, acerca de las crisis de toda índole que no dejan de acosarnos y de asfixiar al pobre y sufrido ciudadano de la calle. Crisis que pueden resumirse en tres: política, económica y social, pero que desembocan, todas ellas, en una brutal crisis de valores a la que no parece verse solución. 

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