La designación de los dos magistrados para su acceso al Tribunal Constitucional tiene la virtud de hacer ya inútil la resolución de las medidas cautelarísimas decididas por el tribunal de garantías constitucionales, dado que las enmiendas propuestas para el CGPJ y para el TC, metidas de matute en una reforma del Código Penal han perdido su operatividad.

A menos que el Gobierno insista en enmendar las mayorías requeridas y alterar definitivamente el consenso básico de estos nombramientos, quedan sin efecto las dos enmiendas que pretendían introducir. 

Una, alterar las mayorías establecidas por la Constitución de 3/5 de los miembros del Congreso y del Senado; dos a propuesta del Gobierno y otros dos a propuesta del Consejo General del Poder Judicial también por una mayoría de 3/5.

Y la otra modificar la verificación de la adecuación al ordenamiento de los nuevos magistrados y además habilitar la posibilidad de renovar “un sexto” en lugar de “un tercio”, que es lo que ordena la Constitución. 

Insisto, a menos que el Gobierno esté empeñado en chocar contra Bruselas y contra la Constitución, esos movimientos paralizados por el Pleno del TC deberían quedar en agua de borrajas. 

No era cosa menor la imagen que en la Unión Europea iba a dar el Gobierno introduciendo enmiendas a dos leyes orgánicas sin opción a la consideración parlamentaria y metidas de matute en una reforma del Código Penal hecha ad hoc para los independentistas.

Efectivamente, nunca se vió que el Tribunal Constitucional entrara a impedir la labor legislativa Congreso pero tampoco se vió nunca que dos leyes orgánicas de semejante importancia -en realidad todas las leyes orgánicas lo son- entraran por la puerta de atrás de una alteración de otra ley de la importancia del Código Penal.

Pero todo eso ha quedado obsoleto, o debería quedar, con el movimiento de ayer en el CGPJ en una acción que supone un éxito repartido entre conservadores y progresistas por más que me repugne calificarlos de esa manera, aunque será la única vìa para entendernos. 

Los conservadores se han mantenido en sus trece poniéndole el veto a José Manuel Bandrés y proponiendo a la ex presidenta la Sala Cuarta del Tribunal Supremo María Luisa Segoviano, la primera mujer en presidir una Sala del Supremo y una candidata inobjetable para los progresistas que tenían muy difícil rechazar su candidatura en favor de la de Bandrés. La estrategia de la parte conservadora en ese sentido ha tenido un éxito indudable. 

Por su parte la candidatura de César Tolosa, del sector conservador, no ha levantado el más mínimo ruido a pesar de que su salida de la Sala de lo Contencioso Administrativo afecta al funcionamiento de la Sala que cuenta ya de por sí con un déficit de 10 magistrados, a causa de las limitaciones impuestas por la ley que impide al CGPJ hacer unos nombramientos que están en la función esencial del Consejo.

Una ley que ha fracasado en su intento de doblarle el brazo al PP para que ceda en su resistencia

Una ley que ha fracasado en su intento de doblarle el brazo al Partido Popular para que ceda en su resistencia. Visto lo visto, no tiene sentido el mantenimiento de esa ley que está ahogando al Poder Judicial en sus altos tribunales.

Pero también ha tenido éxito el sector llamado progresista porque, en lugar de mantenerse en el candidato pactado ha optado por respaldar unánimemente a la candidata propuesta por el bloque conservador. Con todo eso resulta que han salido reforzados por la unanimidad ambos candidatos. El Poder Judicial se refuerza. Pero solo en una parte. 

Del comunicado gubernamental se deduce que las enmiendas recurridas ante el TC decaen, aunque mis ojos tienen que verlo. Es que el propio presidente lo ha dejado dicho: “Queda claro que cuando el PP está en la oposición se producen bloqueos. Eso justificaría el hacer algunas reformas que impidan que en el futuro se puedan producir este tipo de bloqueos que erosionan las instituciones y dificultan el correcto funcionamiento de la democracia”. 

Que el presidente en una comparecencia de cierre del año amenace con hacer modificaciones a determinadas leyes orgánicas no da buena espina sino todo lo contrario. Por lo tanto, aparte de la consabida adjudicación de las responsabilidades por los destrozos causados, que ambos partidos se han apresurado a lanzarse recíprocamente en cuanto se ha tenido noticia del acuerdo alcanzado por unanimidad, me temo que todavía veremos cosas “que nos dejarán ciegos” porque las espadas siguen en alto.

Por lo tanto, lo que ahora sería recomendable es que se volviera al estadio inmediatamente anterior a aquel en que nos encontramos y se le devolviera a los miembros del CGPJ la capacidad de hacer nombramientos. Un año más es demasiado tiempo para mantenerse en la situación actual. Pero me temo que no lo veremos.

Por eso digo que el Poder Judicial se ha recuperado… pero solo en una pequeña parte.