
El mito de Pigmalión plantea que la perfección no existe, pero para vivir hay que tener sueños. En la foto, pintura representando a Pigmalión del artista Jean-Baptiste Regnault
Estamos acabando una de esas semanas en la cuales la actualidad, especialmente la política, deja un sabor amargo. El sabor de darse cuenta de la frivolidad y falta de formas y educación que domina algunas de las instituciones clave de este país. Justamente los que nos gobiernan y gastan el dinero de nuestros impuestos dan demostración clara de falta de compromiso y responsabilidad. Una semana dominada por una moción de censura vergonzosa y esperpéntica, además de inútil y anecdóticamente acabada con la peineta de Mañueco en el parlamento de Castilla y León. Frente a tanto show indecente he decidido escribir sobre algo que nos ayude a todos a sacar lo mejor de nosotros mismos y de los líderes que realmente merecen la pena,…¡también los hay! y aprender a ‘pasar olímpicamente’ de que nos influyan los comportamentos indecentes, venga de quien venga: las profecías autocumplidas y el ‘efecto Pigmalión’.
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