Al leer las memorias de Charles Belgrave, consejero de la casa real de Bahréin entre 1926 y 1957, podemos descubrir que las tensiones en el Golfo Pérsico han sido constantes. No solamente por la cuestión del petróleo, sino también por encontrarse entre diferentes imperios expansionistas que han multiplicado las guerras en la región desde que solamente había pescadores de perlas. Sí, las mejores perlas eran las del golfo Pérsico, las que se recolectaban en las costas actuales de Kuwait, Qatar, Bahréin, Emiratos Árabes Unidos, Yemen y Omán.

Hubo batallas entre suníes y chiíes, entre los emires árabes y los monarcas persas, entre los árabes y los otomanos, entre facciones islamistas, etcétera. De hecho Belgrave explica muy bien en su libro Personal Column cómo eran los actos públicos del emir de Bahréin, que era en términos religiosos neutral, ya que medio país era suní, y el otro medio chií.

Estos hechos han provocado que con el surgimiento de la gran industria petrolífera las diferencias fueran a más, y pasara por su punto álgido la guerra Irak – Irán de 1980, pues se leyó como una guerra religiosa entre la recién creada República Islámica de Irán, chií, y el Irak de Saddam Hussein, suní. Frente a esto, el papel de Qatar y Omán fue casi de neutralidad.

En el caso de Qatar se explica por un asunto estratégico, ya que no podía tener a la población chií en contra, y porque comparte el depósito de gas más grande del mundo con Irán: el South Pars/North Dome Field. Este hecho condiciona mucho su política doméstica y regional, pues a pesar de ser una península de la Península Arábiga, desde las Primaveras Árabes ha tenido más relación con Irán que con Arabia Saudí.

Este hecho ha provocado tensiones diplomáticas, conflictos, incluso que diferentes Estados como Bahréin, Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudí rompieran relaciones con Qatar. A pesar de que el Mundial de Fútbol de 2022 normalizó las relaciones entre Arabia Saudí y Qatar, las relaciones con Bahréin se han normalizado esta semana.

Las relaciones entre ambos Estados fueron catastróficas en 2011, cuando Qatar no apoyó a Bahréin en su lucha contra la sublevación chií, pues no consideró oficialmente que se tratara de una interferencia externa iraní. Y desde entonces hasta hoy que no había relaciones diplomáticas entre ambos. La normalización de relaciones entre Arabia Saudí e Irán ha sido el hecho clave. 

Desde la normalización de relaciones entre Arabia Saudita e Irán, que ahora sabemos que hay interés en que se reabran las misiones diplomáticas antes del Hajj después del comunicado conjunto entre ambos ministerios de Asuntos Exteriores y la visita del ministro iraní a Riad, los acontecimientos se han precipitado: el establecimiento de relaciones diplomáticas entre Siria y Egipto; la normalización de Siria en la Liga Árabe, quien ha pasado de querer echar a Bashar Al Assad del poder a aceptarlo como uno más y pelillos a la mar;el establecimiento de relaciones entre Pakistán e Irán por la represa de Gwadar; el restablecimiento de relaciones entre el gobierno del Kurdistán iraquí y el gobierno de Irak; la vuelta del embajador iraní en Emiratos Árabes Unidos tras siete años de ausencia; el papel de Qatar como puente entre palestinos e israelíes; y por último, Omán retoma su papel moderador. 

Este último punto es muy relevante porque Omán siempre ha sido una nación neutral, que ha sido sede de todos los encuentros importantes cada vez que Irán e Arabia Saudí se han enfrentado, o lo han hecho Estados del Golfo Pérsico. A su vez, Muscat ha servido como sede diplomática de la OPEP+ y de toda la Liga Árabe, como una puerta de atrás fuera del foco mediático.

Y es en este punto donde nos encontramos con el fin de la guerra del Yemen. Finalmente hay cornetas de paz en Yemen, después que una delegación saudí-omaní se haya reunido con los houthis, y el gobierno secesionista de Yemen del Sur. Su principal aliado, Emiratos Árabes Unidos, ha dado luz verde a la negociación entre saudíes y houthis.

También se han establecido acuerdos entre Egipto y Turquía, que llevaban años en una escala de tensión continuada, y al tiempo se abren ambos países a restablecer los embajadores para redactar una nueva página en la historia, tal como declaró el ministro turco de Exteriores, Mevlüt Çavuşoğlu.

Irán y Azerbaiyán van a recuperar los canales diplomáticos , después de la escalada provocada por el tiroteo en la embajada azerí de Teherán, y ya se ha nombrado al embajador azerí en Israel, después de veinte años de relaciones diplomáticas entre Azerbaiyán e Israel.

Tampoco podemos olvidar que después del último atentado contra Israel desde el sur del Líbano, Hizbulá se desmarcó del mismo y el gobierno libanés anunció que no permitiría actos que desestabilizaran el país. Un toque de atención a las facciones palestinas. 

Después de 20 años hay paz, o un horizonte de paz, entre Kuwait, Bahréin, Qatar, Arabia Saudí, Emiratos, Yemen y Omán

En conclusión, después de veinte años por fin hay paz, o un horizonte de paz, entre los antiguos pescadores de perlas, es decir, entre Kuwait, Bahréin, Qatar, Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos, Yemen y Omán. Tal como dice Belgrave el conflicto ha sido una constante en estos lares, con pocas etapas de paz y confianza mutua, y de paz interna. Pero que cuando han coincidido plenamente, a pesar de ser vistos como pasajes de dunas, pozos de petróleo y camellos, también hay una importancia industria detrás, que antes era británica y norteamericana, y que de las perlas hemos pasado a Aramco, BAPCO, RasGas, QatarEnergy, ENOC, ADNOC, PDO, KPC, entre otras grandes compañías. Debemos ser conscientes de ello. 


Guillem Pursals es doctorando en Derecho, máster en Seguridad, especialista en conflictos, seguridad pública y Teoría del Estado. Puede leer aquí sus artículos en www.elindependiente.com