En los últimos días venimos escuchando de manera irritante que esta suerte de pactos contra natura como una única opción para que pueda gobernar el Sr. Sánchez (no su partido) no son otra cosa que la correcta lectura que él hace de lo que han dicho los españoles con sus votos el pasado 23 de Julio.

"La democracia encontrara su camino", hemos escuchado. Como si los españoles estuviésemos pidiendo a gritos desde todos los rincones un absurdo acuerdo en que marginar a la mayoría silenciosa de españoles que representan el 64.65% de los votantes que votaron al PP y al PSOE en favor de un lado, dar el control a los partidos extremos separatistas de uno y otro pelaje que escasamente representan un 5% de la totalidad de los votos o a la ultraderecha que representa un 12,3% de dichos votos. Y en esas estamos.

Algo falla en nuestra democracia cuando un 65% del españoles (un 79% si añadimos los partidos bisagra del arco) tenemos que escuchar de nuestros políticos que lo que  las urnas han dicho es que una minoría, agravada por sus intereses espurios a los nacionales marcados por la Constitución, lo que estamos pidiendo a gritos es que las decisiones que nos rigen a todos se tomen por una minoría que detesta nuestra nación o la quiere transformar  en otra cosa o que deben ser receptores de privilegios que no están al alcance de ningún otro español. 

No se equivoquen señores políticos y en especial Sr. Sánchez, los españoles lo que no les hemos pedido en las urnas es que hagan estas componendas para mantenerse en el poder. Los españoles hemos pedido claramente que Partido Popular y PSOE pongan freno, por supuesto hablando entre ellos y representado al 65% de los españoles como mínimo, a esta deriva aberrante en la que nuestro país he entrado y que provoca inquietud y desasosiego a cualquiera de uno u otro signo. No es la Constitución lo que hay que cambiar si no lo han entendido así, sino a ustedes, hasta que encontremos gente con vocación de estado y compromiso con el país y no esta sed de poder y de reproducirse a sí mismo alimentando sus egos en que nos encontramos. 

Estaríamos ante un sistema democrático defectuoso, muy defectuoso, que permite a unas minorías imponer su voluntad y sus criterios a las mayorías más amplias del país

De no ser así, en efecto, estaríamos ante un sistema democrático defectuoso, muy defectuoso, que permite a unas minorías imponer su voluntad y sus criterios a las mayorías más amplias del país, cuando, a los dos lados de la mesa de negociación ocurre que llegan -y me pregunto cómo es posible- hombres sin escrúpulos ni principios que usan el término 'democracia' en su beneficio particular vistiéndolo de un falso acatamiento de las reglas definidas. Porque más allá de las reglas definidas deberían estar los principios y valores nacionales y los escrúpulos. Elementos estos más detectables en los votantes (más de un 79%) que en la clase política. 

De nuevo, de ser así, estaríamos, si no estamos ya, ante una democracia profundamente defectuosa. Veamos la definición que se hace de los dos modelos de democracia, Mayoritaria y Constitucional en Wikipedia : 

“La democracia mayoritaria, a diferencia de la democracia constitucional, se refiere a la democracia basada en el gobierno de la mayoría de los ciudadanos de una sociedad. La democracia mayoritaria es la forma convencional de democracia utilizada como sistema político en muchos países. Aunque es común, la democracia mayoritaria no es universalmente aceptada: la democracia mayoritaria fue célebremente criticada por tener el peligro inherente de convertirse en una tiranía de la mayoría, por lo que la mayoría en la sociedad podría oprimir o excluir a los grupos minoritarios. El fascismo rechaza la democracia mayoritaria porque esta última asume la igualdad de los ciudadanos y los fascistas afirman que el fascismo es una forma de democracia autoritaria que representa los puntos de vista de una minoría dinámica organizada de una nación en lugar de la mayoría desorganizada"

El 80% de españoles lo que sí querría de verdad es un perfeccionamiento de las reglas de nuestra democracia

Según ello, ¿qué entonces, sino una suerte de fascismo en lo que nos estamos convirtiendo? ¿Eso es en lo que se traduce el concepto de mayoría progresista? Qué ironía, si el progresismo consistiese en entregar el poder a minorías nada representativas del pueblo. Eso no puede ser el progresismo como tampoco colegir que el mandato de los votos ha sido que para mantener en el gobierno a una persona haya que conceder indultos, amnistías, desmembrar el país o volver al siglo pasado en materia de libertades sin el del otro lado el pacto. 

Yo hago una lectura bien distinta de los resultados electorales y para mí lo que señalan es que una gran mayoría de los españoles han optado por opciones más centradas de derecha o izquierda que no quieren verse depender de minorías destructivas a uno y otro lado. Eso es, en números redondos, un 80% de los españoles. Esa lectura me dice que esa gran mayoría de españoles lo que sí querría de verdad es un perfeccionamiento de las reglas de nuestra democracia, para evitar que cuando se hacen coincidir intereses espurios, falta de escrúpulos y principios se pueda poner en peligro nuestra convivencia.  Y si no, que nos pregunten de nuevo a los españoles si estaríamos a favor de cambiar la ley electoral para que no pudiesen concurrir a nivel nacional partidos que no se presenten en amplias partes del territorio nacional, o que no puedan estar representados en el congreso partidos con menos de 5% de los votos a nivel nacional, o si estaríamos de acuerdo que no pueden concurrir a las elecciones partidos que van en contra de la unidad nacional o sus dirigentes esten perseguidos o condenados por la justicia. 

Claro que esto, no se puede ni insinuar ni plantear. Ni estará en el programa electoral de ningún partido político. A los que lo sugerimos se nos tachará de antidemócratas o de intereses partidistas, cuando, realmente esa actitud esconde el egoísmo de quienes piensan que aferrados a las minorías pueden alzarse o perpetuarse en el poder que, de otro modo, no alcanzarían a tener. 

La democracia constitucional es el menos malo de los sistemas de gobierno. Eso lo sabemos y lo estamos viviendo en nuestras carnes en los últimos años. Pero es defectuosa y genera distorsiones dolorosas como las que vivimos. La solución no pasa por cambiar la Constitución ni desmembrar España para poderla gobernar; la solución seguramente radica en disponer de la voluntad política que reconozca a la mayoría centrada y responsable por encima de la minorías egoístas e interesadas, pero sobre todo por encima de las  ambiciones de poder. Voluntad política que, obviamente, ni está ni se le espera.