El escritor y saxofonista israelí Gilad Atzmon aseguró "los nazis me hicieron tener miedo de ser judío y los israelíes me hacen tener vergüenza de ser judío". Esa frase cobra especial vigencia hoy que el régimen israelí está perpetrando un genocidio “en nombre del pueblo judío”. Una catástrofe que no podemos tolerar porque, ni la causa palestina es una cuestión religiosa, ni Israel representa a los judíos del mundo.

El sionismo es una ideología supremacista nacida hace más de un siglo cuya principal reivindicación política es la creación de Estado judío para “el pueblo elegido” aunque ello implicara la eliminación física de las comunidades originarias de la zona.

Esa es la matriz ideológica que da forma al actual gobierno israelí y que está instrumentalizando vilmente al judaísmo para camuflar sus ansias expansionistas, tratando de justificar su política de limpieza étnica y apartheid, que no empezó el 7 de octubre sino hace más de un siglo, como una suerte de designio divino.

Una estrategia muy eficaz, porque agitando el fantasma del antisemitismo y apelando al respeto religioso buscan callar cualquier voz crítica. Y quien ose cuestionar su política supremacista será tachado de anti-semita y quizá, como le ha ocurrido a un servidor que, por defender y reivindicar el derecho del pueblo palestino a la resistencia frente al ocupante reconocida en la resolución 30/70 de Naciones Unidas, soy tachado de simpatizante del integrismo islámico o de miembro de Hamás. Hamás es un movimiento de resistencia teocrático y de derechas que, salvo por el hecho de resistir frente al ocupante sionista, en términos ideológicos tiene más coincidencia con el PP que con el Partido Comunista de España (PCE) del que soy secretario de Relaciones Internacional.

El sionista se victimiza usando una religión de la que no son representativos

En definitiva, el sionista se victimiza usando una religión de la que no son representativos. Y lo cierto es que debemos desmontar ese falso relato. Israel no representa a los judíos del mundo. De hecho, hay más judíos anti-sionistas que sionistas y son más los judíos viviendo fuera de la entidad sionista que dentro. Considerar a Israel el representante de todos los judíos del mundo sería comparable a darle al Daesh la representación de todos los musulmanes del planeta.  

Pero no es solo una cuestión numérica, desde el 7 de octubre organizaciones judías de todo el globo han denunciado el genocidio que está sufriendo el pueblo de Gaza.

Cientos de judíos anti-sionistas tomaron el capitolio de Estados Unidos en Washington el 19 de octubre, desplegando una pancarta que decía “Los judíos dicen: alto el fuego ahora”. Nueve días después, miles de manifestantes judíos colapsaron la Grand Central Terminal de Nueva York convocados por “Jews for Peace”, ese día más de 300 judíos fueron detenidos por las fuerzas de seguridad estadounidense por “protesta ilegal” al portar carteles que rezaban “No en nuestro nombre”.

No podemos permitir que se instale la idea de que criticar a Israel se considere antisemita. De hecho, el pueblo palestino es semita. Haciendo una interpretación rigurosa del término, es el régimen israelí quien ejecuta una política anti-semita al aplicar políticas de ocupación y exterminio contra la población originaria palestina.

Manu Pineda durante un viaje reciente a la frontera libanesa

Estamos ante genocidio y ante esto no caben equidistancias. Europa es responsable de un genocidio, el que ejecutó Alemania y sus aliados asesinando a más de seis millones de judíos en los campos de exterminio nazis. Y ahora no puede ser cómplice de otro, el del pueblo palestino. 

Lo que estamos presenciando es un holocausto

Hoy en Gaza más de 2,3 millones de palestinos están sufriendo un asedio medieval después de que Israel aplicase un bloqueo total a la franja. Una política que ya había empezado en 2007 y que ahora está llevando hasta sus últimas consecuencias. La privación de agua alimentos, luz, internet, carburante o medicinas es un crimen de guerra; también el bombardeo indiscriminado contra objetivos civiles. Pero la masacre que se vive en Gaza desde hace tres semanas es solo un capítulo de los 75 años de ocupación y apartheid que sufre Palestina.

Que nadie se equivoque, esto no es una cuestión religiosa. Mi deseo más profundo es que judíos, musulmanes y cristianos puedan vivir en paz como ya hicieron durante siglos en el territorio histórico palestino. Por desgracia lo que estamos presenciando es un holocausto. Y ante esto, nuestra tarea debe ser llevar a cabo una gran movilización popular en defensa del pueblo palestino hasta conseguir que acabe el genocidio y cese la ocupación.


Manu Pineda es eurodiputado de Izquierda Unida y presidente de la Delegación para las Relaciones con Palestina del Parlamento Europeo. Además, es Secretario de Relaciones Internacionales del Partido Comunista de España.