El estallido de violencia extrema en Palestina no empezó el 7 de octubre por una intervención violenta de milicias armadas desde Gaza (Palestina) a territorio israelí y, posteriormente, ametrallamientos indiscriminados, desde las fuerzas israelíes. Extrañamente, a pesar de la atención inicial, todavía no se conoce la cifra exacta de asesinados de ambos lados de la Franja. 

Mientras, el goteo de asesinatos o la violencia estructural de la ocupación y la discriminación sobre los palestinos se elude en la cronología de los acontecimientos. 

Esto es así, y aunque se quiera obviar, la violencia y el problema de la ocupación y colonización de Palestina empezó hace muchos años, arrastrando una ideología, la sionista, que abogaba y aboga por la exclusión y la desposesión a los habitantes originarios de ese territorio, Palestina, y su sustitución por una nueva población identificada de forma supremacista, por lo judío.

En el nacimiento de la ideología sionista, en esa Palestina histórica, los palestinos árabes ya fueran musulmanes, cristianos, drusos, judíos, etc., convivían y su desarrollo económico y social era propio de esa época. La compra de tierras, la expulsión de aparceros palestinos, por los nuevos propietarios identificados por ser sionistas, provocaron las primeras revueltas y su aplastamiento por los poderes coloniales a comienzos del siglo XX. Poder colonial, y específicamente el británico, que apoyó y se identificó con este movimiento europeo que se presentaba como un aliado colonial en este lado del mundo.

El pensamiento colonial de los ganadores de la II Guerra Mundial facilitó la decisión de la partición de la Palestina histórica

No todos los judíos, de cualquier parte del mundo, se identifican con Israel y viceversa. La reclamación de ciudadanía, independientemente de donde naces, es un avance modernizador de la sociedad. Si en Europa, también en otras partes, se han hecho leyes donde ha habido discriminación y pogromos a personas en función de su religión pensamiento, etc., hasta llegar al genocidio a determinados grupos, judíos, gitanos, comunistas, homosexuales o discapacitados, es un problema europeo del que no tienen que pagar los palestinos. El pensamiento colonial de los ganadores de la II Guerra Mundial, en unas Naciones Unidas limitada y con regiones enteras colonizadas y sin Estado propio, facilitó la decisión de la partición de la Palestina histórica, en contra de su mayoría de habitantes y de la realidad existente (sólo el 6,6 % de la propiedad de las tierras estaba en manos de personas que se consideraban judías) y del derecho, después consagrado, a la autodeterminación.

Después de esa partición y la expulsión de cientos de miles de palestinos, borrado de aldeas palestinas literalmente del mapa, la condición de entrada de Israel como miembro de las Naciones Unidas era el retorno de esos refugiados y la recuperación de sus propiedades. Nunca ha cumplido esa condición y la comunidad internacional no ha respondido ante ese incumplimiento. Los refugiados palestinos y sus descendientes están repartidos por el Territorio Ocupado Palestino, también en Israel donde no pueden volver a sus hogares requisados y el resto de países. La sobrepoblación de Gaza, 5753 personas por kilómetro cuadrado, frente a 48 personas en el territorio israelí en las comarcas cercanas explican numéricamente cuál es el drama de los refugiados y de Gaza.

Pero la violencia y la desposesión ha continuado después y en todos estos años. Los palestinos, organizados a través de la Organización de Liberación de Palestina, ya en el Congreso de Argel en 1988 reconocieron al Estado de Israel, antes de las reuniones de Madrid y los Acuerdos de Oslo. Israel nunca. Israel incluso fortaleció a movimientos islamistas para limitar y dividir a la OLP.

Los Acuerdos de Oslo, señalaban si hubiera habido buena fe, en propiciar en cinco años, un Estado Palestino, su capital en Jerusalén y un acuerdo que incluyera a los refugiados palestinos. Había y hubo nuevos asentamientos, expropiaciones y expulsiones de palestinos y continuaron haciéndose en tiempos del presidente israelí Rabin, asesinado por el fundamentalismo sionista. Se han multiplicado asentamientos, expropiaciones y expulsiones de palestinos. Se ha bloqueado Gaza desde hace diecisiete años, por tierra, mar y aire, incluido el aeropuerto de Gaza, financiado por España e inaugurado en su día por el Presidente Aznar, sin que se haya pedido nunca indemnizaciones, ni de éste ni otros bienes financiados por la UE por parte de Israel, que incumple las mismas condiciones por las que Hamas es considerado terrorista, no reconocer a la otra parte, no aceptar Oslo y actuar de forma armada.

Podemos ayudar a la reconstrucción hasta que se produzca un nuevo estallido de violencia e Israel lo destruya todo

En esta situación de colonización y humillación de los palestinos, con complicidad internacional y de la UE, que normaliza al invasor y ocupante israelí y permite y negocia con las empresas de las colonias ilegales israelíes, la pregunta es, qué podemos hacer desde nuestra posición de ciudadanía.

Podemos ayudar a la reconstrucción, hasta que se produzca un nuevo estallido de violencia, Israel destruya todo, no se le reclamen indemnizaciones y así hasta la siguiente matanza.

O buscar que nuestros gobiernos sean coherentes y que presionen para:

  1. Parar la violencia extrema: Solicitar el Alto el Fuego, y la entrada de ayuda humanitaria en Gaza y levantar los asedios en la Cisjordania ocupada. Intermediar para lograr la liberación de rehenes israelíes y de otra nacionalidad y de presos palestinos, cerca de 5.000. 
  2. Poner elementos de ayuda para aliviar la situación extrema actual: Una donación institucional y abrir cauces para que la ciudadanía pueda ayudar en la reconstrucción gazatí, facilitando el uso local de recursos. 
  3. Prohibición de comercio y relaciones militares y securitarias con los contendientes ya sea Israel o milicias armadas y colonos
  4. Prohibición de comercio y relaciones institucionales con los asentamientos en territorio ocupado, en base al artículo 24, apartado 2, del Reglamento (UE) 2015/478 del Parlamento Europeo y del Consejo, de 11 de marzo de 2015, sobre el régimen común aplicable a las importaciones, prohibiéndolas, por razones de moralidad.
  5. Suspender, hasta el cumplimiento de la retirada israelí de los asentamientos, el Tratado de Asociación entre la UE e Israel.
  6. Establecer en los concursos públicos la condición de no admisibilidad a empresas, independientemente de donde sea su sede social, que faciliten y se lucren con la colonización en territorio palestino.
  7. Reconocimiento del Estado Palestino. El Congreso de los Diputados, casi por unanimidad, en el año 2014 apoyó este reconocimiento y lo condicionó al consenso europeo y que Israel lo hiciera. Dada la situación y como ha hecho Suecia, España tiene soberanía para reconocer al Estado Palestino, sin esperar que países retardatarios o Israel no quieran reconocer al Estado Palestino. Esta es una condición de equilibrio en una negociación entre israelíes y palestinos.
  8. Colaborar con aquellas organizaciones israelíes o de otro origen que velen y apoyen la cohesión de paz y una ciudadanía con iguales derechos. Colaborar con aquellas organizaciones palestinas o de otro origen que velen y apoyen la cohesión de paz y una ciudadanía con iguales derechos.
  9. Abogar por una Conferencia de Paz por parte de la Comunidad Internacional que respete y defienda el derecho de autodeterminación palestino y la no discriminación de palestinos ciudadanos israelíes. Con capacidad de sanciones y apoyos económicos a las partes.
  10. Propiciar y apoyar los derechos de las personas palestinas refugiadas.

Santiago González Vallejo es miembro del Comité de Solidaridad con la Causa Árabe.