La actual escalada de violencia en Gaza y el creciente número de víctimas civiles ha captado la atención mundial, también en España. Se ha desatado una guerra de información, en la que abundan la desinformación y los vídeos e historias falsas. ¿Qué papel puede desempeñar España para contrarrestar las narrativas dominantes y perjudiciales? En un vacío de liderazgo europeo en términos de principios, ¿pueden países como España e Irlanda movilizar apoyos para que Israel rinda cuentas por los crecientes crímenes de guerra, y abogar por la justicia global y una solución política a largo plazo?

Las narrativas que subyugan y degradan a los palestinos como "animales humanos" han sido esenciales para justificar la reciente escalada de violencia de Israel y la brutal ocupación de los últimos 56 años. Mucho antes del 7 de octubre, fecha en la que Hamás lanzó su ataque, las narrativas que emanaban del interior de Israel se han visto reforzadas por las narrativas políticas y mediáticas de Europa y Estados Unidos, contribuyendo a la deshumanización sistemática de los palestinos. Recientemente, la táctica israelí de difundir desinformación, y luego borrarla, se ha convertido en rutina. Se ha dado forma a la narrativa, se ha sembrado la confusión y se ha evitado la rendición de cuentas. Esto es evidente en la persistente negación por parte de Israel de haber cometido atrocidades generalizadas, calificando dicha violencia de "daños colaterales" e incluso atribuyendo la culpabilidad a la Organización Mundial de la Salud.

La guerra informativa de Israel se ha cebado incluso con los niños. X (antes Twitter) está plagado de ejemplos de menores de edad palestinos descritos como "oscuridad", llenos de "odio" y receptores de propaganda antisemita de Hamás y, por tanto, desprovistos de protección. Se trata de un intento calculado de legitimar a los niños y sus lugares de refugio como objetivos. Según UNICEF, esto ha convertido a Gaza en "el lugar más peligroso del mundo para ser niño".

Los gobiernos y medios de comunicación occidentales han sido criticados por su doble rasero en respuesta a las atrocidades cometidas por Israel; revelando una jerarquía de empatía que considera ciertas vidas más valiosas que otras. Esto incluye etiquetar a un bando como agresores "bárbaros" y al otro como víctima con derecho a la autodefensa, y la circulación de información falsa, como que Hamás decapitó a bebés israelíes.

La geopolítica en juego ha puesto en tela de juicio la eficacia del derecho internacional y ha mermado la credibilidad de Occidente

Muchos han establecido duras comparaciones con la respuesta occidental a la invasión rusa de Ucrania en 2022. Tomemos, por ejemplo, las narrativas opuestas defendidas por la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen. Su condena de los ataques rusos contra infraestructuras civiles en Ucrania como "actos de puro terror" contrasta con su negativa a reconocer el enorme sufrimiento infligido por los bombardeos israelíes a los habitantes de Gaza. En Alemania, Von der Leyen llegó a comparar el papel de Israel en el conflicto con la defensa de Ucrania frente a la agresión rusa: "Todos estos conflictos tienen algo en común: tratan de la lucha entre quienes buscan la paz, el equilibrio, la libertad y la cooperación, y quienes no quieren nada de esto porque se benefician del caos y el desorden".

Mientras muchos de los políticos y medios de comunicación occidentales han expresado y legitimado un apoyo incondicional a Israel, el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, ha destacado por su apoyo a Palestina y los palestinos. Mientras el primer ministro del Reino Unido, Rishi Sunak, prometía a Israel "apoyo incondicional frente al mal", Sánchez expresó su intención de reconocer el Estado de Palestina, aunque la Unión Europea no lo haga oficialmente. Y mientras el Reino Unido se planteaba criminalizar el izado de la bandera palestina, el ayuntamiento de Barcelona rompía lazos con Israel, insistiendo en la necesidad de un alto el fuego definitivo y el respeto del derecho internacional humanitario. Dicho esto, resulta importante señalar que, si bien Sánchez ha manifestado su apoyo a Palestina y a los palestinos, ha reiterado el derecho de Israel a la autodefensa, pero ha subrayado que deben respetar el derecho internacional.

La geopolítica en juego ha puesto en tela de juicio la eficacia del derecho internacional y ha mermado la credibilidad de Occidente como supuesto defensor de la ley y los derechos humanos. Esta crisis también ha puesto de manifiesto innegables divisiones en el seno de la UE y sus Estados miembros, mientras las marchas y protestas recorren gran parte de Europa. La falta de voluntad de la UE para oponerse a la violencia contra los palestinos ha dañado su posición como fuerza diplomática de confianza.

La posición de España es la única que en Europa, junto a la de Irlanda, desafía el statu quo, a pesar de los intentos de Israel y sus aliados de marginar a la oposición. La postura de España en la UE le confiere una capacidad única para influir en las políticas de otras naciones occidentales. Como tal, España tiene la oportunidad de predicar con el ejemplo y defender valores como la justicia universal y la igualdad. Ojalá esto pueda provocar el efecto dominó necesario, y España movilice un apoyo más amplio a un alto el fuego inmediato y duradero, al tiempo que redobla sus esfuerzos para lograr la justicia, la seguridad y la condición de Estado a largo plazo para los palestinos.


Leen Fouad y Zainab Moallin son oficiales de Investigación del Grupo de Política Humanitaria de ODI. Nosheen Malik es oficial de comunicación del Grupo de Política Humanitaria de ODI.