Durante las últimas semanas los chats de whatsApps de mi familia han sido una constante discusión. Unos alertaban de la posibilidad de que el BNG llegara al poder porque habían ido a la universidad en los noventa con todos los que hablaban de la independencia de Galicia y no les hablaban a ellos porque usaban el castellano. Otros decían que estaba bien merecido, que si el Bloque conseguía gobernar era por toda la corrupción del PP. Mencionaban los molinos de viento que están plagando las aldeas, las listas de espera en la Sanidad, la necesidad de una alternancia para que no se sintiesen tan seguros que colgaran los brazos o que su política económica favorecía sólo a las empresas leales.

Ayer, todos votaron a Alfonso Rueda y el que no lo hizo, dibujó un garabato en la papeleta para que su voto fuese nulo.

En mi familia somos más de 50, lo que significa que nuestro chat familiar bien podría tener validez como sondeo demoscópico. Tengo tíos, primos y abuelos de todos los partidos políticos si hablamos a nivel nacional. El 23-J dentro de mi familia se votó al PSOE, a Sumar y al PP (incluso algunos dicen que tiraron por Vox) pero cuando llegan los comicios gallegos por mucho que se calienten tecleando todos acaban marcando la misma casilla.

En Galicia no son de derechas, pero sí conservadores en la idea de no ir a peor. Allí el PP lleva funcionado más o menos bien tantos años que ya no se recuerda ni la buena ni la mala gestión de los otros. Se atreven a darle un ayuntamiento al PSOE, como ocurre en Betanzos, nuestro Ohio gallego, pero cuando se trata de darle los votos para hacerse con la Xunta se lo piensan dos veces, como se puede ver en el cambio de voto en esta otra aldea que es mi familia.

"Al del PSOE lo conocen como "el del PSOE" y si dices Besteiro te preguntan que de quién es hijo"

Porque durante las cuatro mayorías absolutas anteriores siempre estaba el mismo. Y, ahora, el nuevo se le parece mucho. Y al del PSOE lo conocen como "el del PSOE" y si dices Besteiro te preguntan que de quién es hijo. Porque en algún momento votaron al PSOE pero ahora qué más da si su voto va directo a Ana Pontón, si la izquierda ya es sólo el extremo y aquel nacionalismo light del que llevan años hablando se pronuncia parecido al que llena las portadas de los periódicos.

Porque allí escuchan independencia, ven el uso político de la lengua y salen corriendo. La amnistía, la verdad, les pilla demasiado lejos. Porque se quieren mucho y falan todo el rato, pero lo de quedarse aislados les gusta más bien poco. Porque no tienen un problema con su idioma, lo aprenden y lo usan sin que este represente una posición política sino la supervivencia de unas tradiciones que llevan grabadas a fuego. También la mejor manera de comunicarse con su vecino. Porque aquí los que más defienden la gastronomía, la muñeira, a Patiño, a Castelao, los que nos han enseñado a cantar en gallego decenas de canciones, los que hablan de la importancia de recordar su historia no son los que han votado al Bloque.

Porque claro que hay mucha gente de izquierdas en Galicia, pero los moderados están cabreados con Sánchez en galego y en castellano, y los menos moderados y los más jóvenes piensan en el PSOE y les viene a la cabeza la imagen de Paco Vázquez en el Vaticano. Porque han optado en masa por Ana Pontón, pero es que Galicia sí que es un país para viejos.

Porque los mayores saben que necesitan al BNG para luchar por sus montes, por sus aldeas, un poco más fuerte que el resto por sus tradiciones pero también que sacarán el hacha cada día desde la oposición y que ellos la sacarán cada día desde su casa.

Porque están bien y para qué cambiar. Porque han estado mucho peor. "Porque Feijóo nos gusta más que Sánchez".