Han hecho historia. Un grupo de señoras jubiladas suizas ha logrado un hito en la lucha contra el cambio climático que da esperanza y sentido a lo que muchos activistas y jóvenes llevan trabajando duramente durante años: estas mujeres, autodenominadas las KlimaSeniorinnen, han logrado convencer a la gran sala del Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) de Estrasburgo para que dicte sentencia condenando al Gobierno de su país (Suiza) a revisar su política climática para protegerlas de la amenaza existencial del cambio climático.

¿Pero quiénes son estas señoras? Pues un grupo de mujeres suizas, cuyo nexo de unión no es solo la edad (mayores de 65 años) sino su preocupación por las consecuencias del cambio climático y su determinación a actuar para cambiar el curso de los acontecimientos. Procedentes de diversas capas y sectores de la sociedad, comparten el temor a que el cambio climático destruya el futuro para sus familiares y para las generaciones venideras. 

No les falta razón. Los impactos del cambio climático (olas de calor, inundaciones, sequías, incendios forestales, ciclones tropicales…) se están intensificando rápidamente, alterando la vida cotidiana de millones de personas, causando miseria y pérdida de vidas en todo el mundo e infligiendo pérdidas económicas de miles de millones. El informe Estado del clima global 2023 de la Organización Meteorológica Mundial (OMM) muestra que una vez más se batieron récords en cuanto a niveles de gases de efecto invernadero, temperaturas de la superficie terrestre, calor y acidificación de los océanos, aumento del nivel del mar, pérdida de hielo marino de la Antártida y retroceso de los glaciares. El informe de la OMM confirma que 2023 fue el año más cálido registrado, con una temperatura media global de 1,45 °C por encima de la línea de base preindustrial. Y ha sido el período de diez años más cálido registrado.

Son datos terribles, pero las KlimaSeniorinnen no se dejaron abatir por el miedo. Muy al contrario, decidieron que querían poner sus capacidades y experiencia en esta etapa de la vida para actuar y cambiar las cosas. Unieron sus fuerzas en una asociación y entraron en colaboración con Greenpeace en Suiza para ponerse manos a la obra. Como cualquier grupo de activistas, han realizado actividades de concienciación, charlas, salidas de calle, manifestaciones… que resultaban más llamativas si cabe al no ser ellas el perfil de “activista” al que la sociedad está acostumbrada. 

No conformes con eso, decidieron dar un paso más: ir a los tribunales a denunciar a su Gobierno por no hacer lo suficiente para protegerlas del cambio climático. Para ello, tuvieron que justificar cómo el cambio climático les perjudica especialmente a ellas, mujeres de edad, cuya salud es más vulnerable a episodios extremos como olas de calor.

El Gobierno suizo no les escuchó. Los tribunales de su país tampoco. Llegaron hasta el Tribunal Supremo de Suiza y también perdieron. Pero, inasequibles al desaliento, decidieron llevar su caso al tribunal europeo que dirime los casos de violación de los derechos humanos (el TEDH), convencidas de que la salud es un derecho humano que está siendo gravemente amenazado por el cambio climático. No fueron las únicas en llevar este tema ante este tribunal, pero a diferencia de los jóvenes portugueses y el alcalde francés que también lo han intentado, ellas siguieron cuidadosamente todos los pasos anteriores en los tribunales de su país. Paradójicamente, han sido sus derrotas en Suiza las que les han dado la llave para ganar en Estrasburgo. Porque en el fondo de la cuestión, indudablemente, tenían razón.

Todos los países del Consejo de Europa, incluida España, están obligados a cumplir las determinaciones del TEDH

El tribunal ha dictado una sentencia histórica, que enmienda la plana a la justicia suiza y a su Gobierno y les obliga a revisar su política climática para basarla no en el resultado de negociaciones de conveniencia, sino en la evidencia científica que señala la responsabilidad que tienen como país y por tanto, sobre esa base, establecer el nivel de reducción de emisiones que les corresponde.

Las consecuencias de esta sentencia van más allá de Suiza y nos afectan directamente. Todos los países del Consejo de Europa, incluida España, están obligados a cumplir las determinaciones del TEDH. Y también en España hay abierto un caso similar, emprendido por Greenpeace, Ecologistas en Acción, Oxfam Intermón, Fridays For Future y la Coordinadora de Organizaciones para el Desarrollo, que, como en Suiza, han denunciado la “inacción” climática del Gobierno, es decir, que lo que planea hacer frente al cambio climático no está en línea con la evidencia científica en cuanto a la responsabilidad y capacidad que nos corresponde como país para reducir las emisiones causantes del cambio climático. Al igual que en Suiza, la demanda ha sido rechazada tanto por el Gobierno como por el Tribunal Supremo. 

La sentencia del TEDH supone un giro trascendental en esta historia, porque ahora los argumentos del Tribunal Supremo español quedan en contradicción con la jurisprudencia del TEDH. Y si ni el Gobierno ni la justicia española enmiendan sus acciones, el caso podrá llegar a Estrasburgo, donde ahora sabemos cuál es el criterio que rige.

Sería deseable para todos no llegar a esa situación. Para ello, el Gobierno tiene una oportunidad de oro. Este mes de junio, debe presentar ante la Comisión Europea la revisión del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC), que es donde se establece cuánto va a reducir las emisiones nuestro país hasta 2030. En esta versión revisada, el Ejecutivo ha propuesto un objetivo más ambicioso, para llegar a una reducción de emisiones del 32%. Pero sigue estando muy lejos de la media europea, de lo que la mayoría de países están asumiendo y de lo que nos correspondería como país de acuerdo a nuestra responsabilidad y capacidad, que sería una reducción de al menos el 55%.

Estamos a tiempo. Hace falta una política climática valiente. Tan valiente como las KlimaSeniorinnen para cambiar el curso de la historia.

______________

Por José Luis García es responsable del Área de Cambio Climático de Greenpeace, organización que ha asesorado y apoyado a las KlimaSeniorinnen desde el inicio del proceso, en 2016.