El Gobierno ha dado un paso histórico al poner en marcha el artículo 155 de la Constitución, con medidas tan drásticas como la destitución del presidente de la Generalitat y todos sus consejeros y la limitación de poderes del Parlament hasta dejarlo como una cámara mutilada.

El poder pasa de Barcelona a Madrid, aunque sea por un periodo transitorio, que Rajoy ha dicho será, como máximo, de seis meses, hasta que se celebren elecciones en Cataluña. Mientras tanto, todas las funciones del Govern las asumirán los distintos ministerios, con una Comisión Delegada como órgano ejecutivo y un representante especial en Cataluña: el actual delegado del gobierno, Enric Millo.

Por supuesto, los Mossos dependerán de Interior y la TV3 de esa Comisión Delegada.

El Gobierno no tenía más remedio que hacer lo que ha hecho. La actitud de Puigdemont no ha dejado otra alternativa. Eso es algo que tienen claro todos los ministros y gran parte de la opinión pública.

“Los independentistas van a intentar hacer daño a España”, afirma un miembro del Gobierno

Pero, los problemas empiezan ahora. Los independentistas se movilizaron ayer en Barcelona (450.000 según la Guardia Urbana) en protesta por la detención de Jordi Sánchez y Jordi Cuixart, líderes de la ANC y Òmnium respectivamente. Es un primer pulso en la calle. Después vendrán muchos más. El slogan ha cambiado: ya no dicen luchar por la independencia, sino por la democracia. Y ese es el nuevo tablero donde se juega una partida en la que no sólo se dilucida el futuro de Cataluña, sino de España.

”Ellos van a intentar hacer daño a España, ese va a ser su objetivo durante los próximos días”, me comenta un miembro del Gobierno. Ese daño a España se concretará en una provocación constante para que se tenga que recurrir a la violencia. O sea, crear una situación insostenible desde el punto de vista del orden público.

”Lo que tenemos claro -apunta otro miembro de la Ejecutivo- es que no se puede repetir otro 1-O”. El Gobierno es consciente de que los sucesos del día del falso referéndum son la principal baza de los independentistas. “Van a volver a jugar al victimismo convirtiendo a Puigdemont en una especie de Gandhi”, señala la misma fuentes.

El consenso en el Gobierno es no cometer los mismos errores que el 1-O. Es decir, evitar el uso de la fuerza frente a la provocación

La cuestión es qué hacer si el presidente de la Generalitat y su equipo deciden atrincherarse en sus despachos y hacer caso omiso a la orden que salga del Gobierno. “Si se encierran, que se encierren. Ya saldrán”. Esa es la respuesta. Es decir, no caer en la trampa de la represión contra el diálogo.

El Gobierno sabe que ahora comienza un auténtico via Crucis.  Nunca antes se ha hecho nada parecido y cualquier error se pagará muy caro. El apoyo del PSOE, que se valora de manera extraordinaria, puede durar, pero siempre y cuando todo salga bien. Ciudadanos aguantará hasta el final, porque Albert Rivera ha sido el principal impulsor del 155.

Por supuesto, Podemos jugará a la contra y ya ha hecho saber que la decisión del Gobierno le parece un golpe a la democracia. Algo parecido a lo que dice ERC, que lo califica del “golpe de Estado”. El PNV también está en contra, como es lógico.

Qué pasará si Puigdemont decide encerrarse en su despacho: “Ya saldrá”, contesta lacónico  un miembro del Gobierno

Por tanto, en este gran nuevo tablero, el peligro de Rajoy es quedarse sólo. “Nos lo jugamos todo en los primeros días. No podemos permitirnos el más mínimo error”, afirma una persona cercana al presidente.

Mientras, España vivirá en vilo durante las próximas semanas. Seguramente, Puigdemont declarará la independencia y la Unión Europea -que ha apoyado las medidas- vigilará muy de cerca los acontecimientos. La unidad ahora es más importante que nunca.