Forma parte de la ‘cuadrilla’ vizcaína que ahora pilota la nave. Lo hace junto a los pesos pesados del partido: Andoni Ortuzar, Iñigo Urkullu, Joseba Aurrekoetxea… Como ellos, Aitor Esteban también es de esa generación que se afilió al partido en los años de decadencia del franquismo o de recuperación de la democracia. El candidato del PNV al Congreso por Vizcaya obtuvo el carnet el año en el que se votó la Constitución, con sólo 16 años. En aquel 1978 la carrera política de aquella generación de jeltzales, que sería conocida como los ‘Jobuvis’ (Jóvenes ‘burukides’ -cargos- vizcaínos), fue engordando en responsabilidades a la sombra de los ‘gigantes’ del partido, como Xabier Arzalluz, que lo mantuvieron con vida durante la dictadura pero que tuvieron dificultades para adaptarse a los nuevos tiempos.

Esteban destacó pronto. Hombre culto, amante de la Historia y las leyes, defensor a ultranza del diálogo frente a la imposición, de lo pragmático y lo posible frente a la utopía imposible, lideró las juventudes del PNV mientras estudiaba Derecho Constitucional y Administrativo en la Universidad de Deusto. Años después, entre 1995 y 2003, fue elegido para presidir las Juntas Generales de Vizcaya, el ‘parlamento’ foral vizcaíno. La progresión fue en aumento y en 2004 dio el salto a Madrid, al Congreso de los Diputados, donde Josu Erkoreka encabezaba entonces el Grupo Vasco y al que dos legislaturas más tarde sustituiría como portavoz del partido en la Cámara Baja.

Se declara profundamente nacionalista vasco, amante de las minorías y defensor de sus singularidades. Hijo de madre soriana, “de Cañameque”, suele recordar con cariño, reconoce que lo suyo es el campo. Nacido en Bilbao el 21 de junio de 1962, el portavoz del PNV en Madrid vive desde hace casi tres décadas en la pequeña localidad de Zeberio, de donde es oriunda la familia de su mujer. Es allí donde votará por si mismo el próximo 28-A y a la que regresa a descansar de la intensa vida política de la capital.

La política en su casa está presente en todo momento, no en vano su mujer es su ‘jefa directa’ en el PNV; Itxaso Atutxa es presidenta del PNV en Vizcaya. Ambos tienen dos hijos.

Doctor en Derecho Constitucional, Esteban es de verbo fluido e ingenioso. Sus dotes parlamentarias han sido reconocidas en varias ocasiones y las batallas en la tribuna de oradores con Mariano Rajoy, en las que le reclamaba “menos leña y más trigo” y recibió un “si quieres grano Aitor, te dejo mi tractor”, aún son recordadas. Esteban se convertirá la próxima legislatura en uno de los diputados más veteranos de la Cámara, tras el 28-A iniciará el que será su sexto mandato.

Amante de los idiomas, habla cinco, incluido un dialecto sioux –el ‘lakota’- “que chapurreo”, le apasionan, en especial por su sonoridad. También la Historia, de la que se reconoce un apasionado. Puede perderse horas entre archivos, documentos y papeles antiguos, en especial si son relativos al papel de los ‘gudaris’ en la Guerra Civil española o sobre cualquier minoría indígena, su verdadera pasión. Los ojos se le encienden y el verbo se aviva cuando habla de los indígenas americanos, a cuyas reservas acude con frecuencia.

En su casa los elementos sioux decoran gran parte de la vivienda junto a los cerca de 500 libros sobre el tema que abarrotan su extensa biblioteca. Sus hijos aún recuerdan las cintas de cassette con música indígena con las que les aburría en el coche y su mujer no olvida aquel manto artesanal sioux con el que bautizaron a uno de sus hijos. El rugby y el Athletic completan el abanico de pasiones al margen de la política del candidato del PNV que aspira a la que será su sexta legislatura en el Congreso de los Diputados.

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