La negociación entre el presidente del gobierno y el líder de Unidas Podemos (UP) es la crónica de un fracaso. Las posibilidades de que en los próximos diez días cambien las cosas se reducen prácticamente a cero. En Moncloa se consideró como una deslealtad el hecho de que Pablo Iglesias convocara una consulta a sus bases al día siguiente de haber mantenido una conversación de casi una hora con el presidente y no haberle mencionado nada sobre el asunto. Por no hablar de las preguntas que incluye y que inducen a una respuesta masiva en favor de un gobierno de coalición; es decir, de lo que quiere Iglesias, haciendo así aún más difícil el poder llegar a algún tipo de pacto.

Pedro Sánchez se ha encontrado con un muro infranqueable. Iglesias no sólo quiere que haya ministros de Podemos en el próximo gobierno (en la primera reunión le pidió dos vicepresidencias de un total de cuatro y la cartera de Hacienda, además de consensuar la portavocía del gobierno), sino que insiste una y otra vez en que él tiene que estar sentado en el Consejo de Ministros... y no con una cartera de segundo orden.

Eso es algo a lo que Sánchez no está dispuesto. "Digamos que Iglesias fuera nombrado ministro de Vivienda -dice como hipótesis una fuente de Moncloa- ¿Se imagina alguien al líder de Podemos hablando sólo de vivienda?".

El presidente ya ha dejado claro que los problemas para que UP entre en el gobierno son de fondo, que hay visiones muy distintas en políticas de Estado; sobre todo, en lo que se refiere a Cataluña. Podemos defiende el referéndum de autodeterminación y la existencia de presos políticos y, aunque ahora afirme que se pliega a lo que diga el gobierno, va a ser muy difícil que sus dirigentes cumplan su palabra. Sobre todo, cuando hay en ciernes una sentencia que será necesariamente dura y que esa circunstancia va a tensar sobre manera la vida política en Cataluña. Mientras Iglesias promete moderación, Gerardo Pisarello (secretario primero de la Mesa del Congreso por UP) sigue defendiendo en público y en privado los mismos postulados.

La desconfianza del gobierno respecto al comportamiento de UP no sólo se circunscribe a la política sobre Cataluña, sino que se hace extensible a otras áreas. Por ejemplo, Podemos dinamitó un acuerdo sobre pensiones que contaba con un amplio consenso político.

Ante la desconfianza del presidente a que cumpla su compromiso de apoyar la política del gobierno sobre Cataluña le ha dicho a Sánchez: "Si no cumplo, puedes destituirme"

Al presidente le han llegado voces desde distintos sectores mostrándole su preocupación sobre la incorporación de Iglesias al ejecutivo. Desde el PNV hasta diversos colectivos, no sólo empresariales, sino de izquierdas.

Aunque la desconfianza sobre la presencia de Podemos en un gobierno presidido por Sánchez se extiende a diversas áreas, sin duda, Cataluña es la principal preocupación del presidente. Sabe que debe estar preparado política y psicológicamente para la que se viene encima después de la sentencia del Supremo sobre los imputados del procés. En ese momento, el gobierno no puede permitirse ninguna fisura. La posibilidad de volver a plantear la aplicación del artículo 155 de la Constitución -aunque remota- es real y ahí Sánchez sabe que, aunque tenga la mayoría absoluta en el Senado, va a necesitar de un amplio respaldo político y no puede darse el lujo de que dentro de su gobierno existan dudas al respecto.

Sánchez le ha detallado esos extremos al líder de Podemos en sus distintas reuniones, pero el empeño de Iglesias por entrar en el gobierno es tal que le ha llegado a proponer: "Si no cumplo mis compromisos con Cataluña, puedes destituirme".

¿Se imagina alguien a Iglesias hablando sólo de vivienda si fuera ministro de Vivienda?", se preguntan en Moncloa

Sánchez no se ha cerrado a incorporar a algún independiente cercano a UP en su gobierno, pero Iglesias considera esa oferta como "un insulto". Por eso, el pesimismo sobre la posibilidad de que el candidato saque adelante la investidura entre el 23 y el 25 de julio es total.

Lo único que anima a albergar una mínima esperanza es que UP es consciente de que no puede arriesgarse a ir a unas nuevas elecciones. La caída en picado de sus expectativas en los sondeos junto a la competencia en ese mismo espacio político del partido de Íñigo Errejón, auguran un resultado que podría convertir a UP en un partido irrelevante.

Ese miedo al abismo podría hacer reconsiderar a Iglesias su cerrazón a condicionar un acuerdo de legislatura o de investidura a su entrada en el gobierno. Pero, conociendo al líder de Podemos, dicen en Moncloa, eso parece casi imposible.

El presidente cree que tanto PP como Ciudadanos podrían cambiar su posición antes de que se convoquen nuevas elecciones. Pero, al igual que con la renuncia de Iglesias a reclamar un ministerio, las posibilidades de que esto ocurra también son escasas; sobre todo, en el caso de Albert Rivera, cuyas relaciones con Sánchez están prácticamente rotas.

Al final, el escenario más probable es el de unas nuevas elecciones generales en las que el electorado de izquierdas, según Moncloa, se volvería a movilizar, concentrando, esta vez mucho más que en el 28-A, su voto en el PSOE.