Pedro Sánchez ya está en campaña electoral. En los últimos días, ha multiplicado sus comparecencias públicas en un contexto de máxima tensión en el panorama político, pero también en el económico.

En una entrevista para Nius, el presidente del Gobierno en funciones ha asegurado que, sin llegar a pronunciar la palabra crisis, la economía española viene padeciendo un "enfriamiento" y que "estamos ante una situación de desaceleración económica" para la que resulta necesario ser "rigurosos" con las cuentas y cumplir con el 2% de déficit público.

Sin embargo, Sánchez ha recuperado este jueves una promesa a la que apenas había hecho referencia en los últimos meses: derogar la reforma laboral del PP porque, a su juicio, "la clase media y trabajadora no debe pagar otra vez" las consecuencias de la ralentización de la economía, como pasó con el "gobierno de Rajoy"; y acometer otras medidas, como la subida del Salario Mínimo Interprofesional, acabar con la LOMCE o aprobar un nuevo Estatuto de los Trabajadores.

La promesa supone un nuevo guiño al electorado de izquierdas y un mazazo a los empresarios. Desde la CEOE y el Ibex se ha insistido siempre en que la reforma laboral del PP ha actuado como revulsivo para el empleo y ha ayudado a consolidar la recuperación económica.

Es más, los empresarios advierten de que dar marcha atrás en la reforma (que abarató, entre otras cosas, el despido) tendría un impacto negativo en el mercado laboral, en un momento especialmente sensible por la creciente amenaza de recesión.

En estos términos, el presidente en funciones ha pedido a la ciudadanía que, pese a los datos de paro publicados este miércoles y pese a los indicadores nada halagüeños para España en materia económica -ayer la Bolsa sufrió la mayor caída en 10 años- "las cosas van razonablemente bien" y la desaceleración de la que hablaba al principio de la entrevista no debe causar "alarmismo", pero tampoco se debe "caer en la autocomplacencia".

En una entrevista para El Confidencial, el dirigente socialista reconocía que ante ese enfriamiento económico no dudaría en "ajustar las previsiones" de crecimiento para dar más "certidumbre" a los diferentes agentes económicos, y ha insistido en la idea de la necesidad de un Gobierno "estable" y "coherente", para lo que pide una mayoría rotunda en las urnas.

Sánchez ha abierto la veda de un discurso que protagonizará previsiblemente buena parte de una campaña electoral en un contexto especialmente delicado para la economía y radicalmente distinto al de las generales del 28 de abril, en el que el término 'crisis' ya empieza a planear y convive con otros como 'bloqueo' o 'Cataluña' en el tablero político.