Es más que una batalla por los votos. Disputarán el mismo espacio y lo harán en circunstancias similares, con fracturas internas y electoralmente débiles. Uno aspira a no agonizar, los otros dos a asomar algo más que la cabeza. La derecha constitucionalista en Euskadi se enfrenta al 10-N en un clima de discrepancias interna en sus principales formaciones y en un contexto socioelectoral que aún arrastra los ecos de la tensión en los actos de campaña del 28 de abril.

PP, Ciudadanos y Vox harán campaña en el País Vasco pero no la harán ni en las mismas condiciones ni con las mismas urgencias. Los días previos a la convocatoria que en menos de un mes volverá a llevar a los electores a las urnas, la izquierda abertzale desveló cuál será el clima que promoverá para las tres formaciones.

Su intento de que el Parlamento Vasco vetará la presencia de los tres líderes de las formaciones, Pablo Casado, Albert Rivera y Santiago Abascal, recibió el rechazo del resto de sensibilidades políticas y forzó la retirada de la propuesta. Tampoco la tensión que registraron los actos electorales de la anterior convocatoria general parece que puedan repetirse. No al menos en el deseo de la mayor parte de los partidos de ámbito nacional en Euskadi.

En el PP ultiman ya un acto de cara al 10-N con Pablo Casado en Euskadi. Parece complicado que pueda encontrar un hueco en la corta campaña de siete días del 10-N, aunque no se descarta. Fuentes del partido remiten a como más probable un mitin en periodo de precampaña en tierras vascas.

El veto que quiso imponer Bildu a PP, Cs y Vox no impedirá la llegada de sus dirigentes al País Vasco

En Ciudadanos también trabajan en la agenda de sus dirigentes en la campaña y Euskadi estará presente, aunque de otro modo. Los mítines con pronunciada carga simbólica de defensa de libertad, como los llevados a cabo en Rentería las pasadas elecciones -y que se saldó con incidentes y elevada tensión- o en Ugao Miraballes, tras la detención de ‘Josu Ternera’, parece complicado que puedan repetirse. Además, por ahora, se da casi por descartado que el presidente de los naranjas visite el País vasco y se apunta hacia una “primer espada”, un líder de segundo nivel, de la formación como alternativa e incluso a actos en recintos cerrados.

Fracturas internas

En el caso de Vox, su líder, Santiago Abascal, visitará Bilbao este domingo día 20 y lo hará en el mismo lugar en el que lo hizo las pasadas elecciones y durante cuyo mitin se produjeron graves incidentes en el exterior del Palacio Euskalduna de la capital vizcaína.

Abascal replicó la iniciativa de Bildu a través de las redes sociales calificando a la coalición de Arnaldo Otegi como “grupúsculo totalitario y heredero del terrorismo que habría de ser inmediatamente ilegalizado”: “A mí no me impedirán estar en mi patria chica, ni a tiros ni a bombas, ¡gentuza!”, aseguró.

Tanto populares como naranjas afrontan la cita electoral con evidentes fracturas internas. En el caso de los de Casado, la reedición de las listas electorales ha suscitado un nuevo distanciamiento entre la dirección en Euskadi y Génova. La reconciliación que el presidente del PP nacional y los populares vascos escenificaron a comienzos de septiembre en la convención llevada a cabo en Vitoria ha durado poco. La decisión de repetir las candidaturas de Vizcaya y Guipúzcoa -Beatriz Fanjul e Iñigo Arcauz, ambos designados por Casado- que no lograron representación el 28-A e imponer a Mari Mar Blanco como cabeza de cartel por Álava, no han sentado bien.

Tanto el PP vasco como Cs en Euskadi afrontar la campaña del 10-N en una situación de fractura interna

En Guipúzcoa el comité electoral trasladó por escrito a la dirección su desacuerdo por volver a apostar por Arcauz, el candidato afín a Casado. “No responde ni a la imagen ni a la trayectoria ética y ejemplar del partido”, afirmó en una misiva el PP que preside Borja Sémper. De igual modo, la repetición de Fanjul, candidata impuesta por Génova, para el 10-N tampoco ha sido bien acogida. Sus malos resultados el 28-A y su inexperiencia son la principal reticencia que suscita su candidatura. Finalmente, la decisión de situar a Mari Mar Blanco como número uno por Álava, en sustitución de Javier Maroto, ha sido aceptada a regañadientes. En las pasadas elecciones el PP vasco no logró representación y ahora concurre con casi los mismos candidatos a volver a intentarlo. 

'Vascos Suman'

El nuevo movimiento de la dirección del partido, que limita la autonomía y la “singularidad” que durante el congreso reclamó el presidente del PP vasco Alfonso Alonso, vuelve a enrarecer la relación interna de la formación y a situar en una difícil situación a los actuales dirigentes del PP en Euskadi. De no lograr remontar los resultados el próximo 10 de noviembre, su liderazgo podría comenzar a ser cuestionado.

En una situación complicada también se encuentra Ciudadanos Euskadi. Además de la pérdida de apoyos que arrastra y que le impide consolidar un suelo electoral en Euskadi, la formación de Rivera ha sufrido hace sólo dos semanas la peor crisis en su breve historia en el País Vasco. La operación llevada a cabo por quien era su secretario de organización en Álava, Javier Gómez, para explorar un acuerdo para un ‘Vascos Suman’ junto al PP terminó con su expulsión del partido.

El intento de firmar una alianza entre PP y Cs en Euskadi se frustró con una crisis interna en el seno de la formación de Rivera

La vía que negoció junto a dirigentes del PP y que la Ejecutiva de Ciudadanos cuestionó por no contar con su respaldo, terminó con la salida de media docena de miembros de Cs en Álava y la necesidad de recomponer, en vísperas electorales, el organigrama en el territorio alavés.

Ambos partidos, según reveló Gómez, habrían cerrado un documento en el que se reconocía la foralidad y el respeto al Concierto Económico –dos de los aspectos que más diferenciaban a PP y Cs-. El principio de acuerdo fue defendido por el líder de los populares, Alfonso Alonso, en aras de favorecer un fortalecimiento del centro derecha constitucionalista en el País Vasco. Sin embargo, la desautorización inmediata del líder de Cs, Albert Rivera, de toda la negociación, por considerar que se había llevado de espaldas al partido y de modo unilateral por los líderes alaveses, echó al traste la alianza.