Vivimos en una distopía global. Experimentamos situación insólita, excepcional, extraordinaria, incalificable, incomprensible. Es la guerra que nos ha tocado vivir. La primera guerra global. La batalla contra el coronavirus.

"Nombres se manejan muchos. La Crisis. Los años oscuros. La plaga de los caminantes. Y otros con la Z como Guerra Mundial Z o Guerra Primera Z. Siempre he preferido la Guerra de los Zombies". Es el arranque de World War de Max Brooks. Si cambiamos la Z por la V de virus o C de coronavirus nos resultará familiar lo que relata.

Yval Noah Harari, autor de 21 Lessons for the 21st Century, asegura en un artículo publicado en Financial Times que la humanidad afronta una crisis global. "Es quizá la mayor crisis de nuestra generación. Las decisiones que tomen gobiernos y ciudadanos en las próximas semanas marcarán al mundo en los años sucesivos. No solo van a tener consecuencias en nuestros sistemas de salud, también en la economía, la política y la cultura. Hemos de actuar rápidamente y ser expeditivos. Hemos de tener en cuenta las consecuencias a largo plazo de nuestras decisiones".

Para algunos hablar de guerra es inapropiado, ya que no se trata de usar la fuerza contra un enemigo, pero varios políticos ya lo han hecho en sus discursos a la nación. Amante de la retórica, como buen apasionado de la dramaturgia, el presidente francés, Emmanuel Macron, en su discurso del 16 de marzo dijo en siete ocasiones la palabra guerra.

Estamos en guerra, en guerra sanitaria... No luchamos contra un ejército ni contra otra nación, pero el enemigo está ahí invisible, inasible y avanza. Y se requiere una movilización general", dijo Macron

"Estamos en guerra, en guerra sanitaria exactamente. No luchamos contra un ejército ni contra otra nación, pero el enemigo está ahí, invisible, inasible, y avanza. Y se requiere una movilización general. Estamos en guerra", dijo Macron al pueblo francés, en un tono solemne.

Anunció que suspendía la reforma de las pensiones y acometía un plan de choque económico. Aseguró que el Estado francés no iba a dejar a nadie atrás. El presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, recurrió a esta misma expresión, uno de sus lemas desde hace tiempo.

Tanto Sánchez como Macron cometieron errores de cálculo relevantes, amparándose en el consejo de los científicos. El 8 de marzo en España miles de personas salían a la calle en reivindicación de la igualdad de mujeres y hombres. Apenas 24 horas más tarde el gobierno reconocía la gravedad de la situación y el 12 de marzo anunciaba que al día siguiente proclamaría el estado de alarma. Macron dio luz verde a la celebración de elecciones locales el 15 de marzo y la día siguiente aseguraba que el país estaba "en guerra sanitaria".

Estamos en una guerra del siglo XXI. Es un efecto perverso de la globalización. No sabemos cuál es el enemigo. Lo que sabemos es que tendrá efectos importantes en la economía", afirma el coronel Sánchez de Rojas

"Estamos en una guerra del siglo XXI. Es un efecto perverso de la globalización. No sabemos cuál es el enemigo. Lo que sí sabemos es que tendrá efectos importantes en la economía. Es un conflicto biológico. No sabemos si hay alguien detrás o no. Pero ahora lo importante es saber que es una agresión que produce daños importantes a la población, con un número de bajas importante, que nos afecta a todos. Se solucionará y se encontrarán medidas para paliar este virus", afirma el Emilio Sánchez de Rojas, coronel retirado y profesor de EAE Business School.

El enemigo, la pandemia

No es la primera vez que el mundo sufre una pandemia. En 1918 y 1919 la gripe, que no tuvo su origen en España pero sí se cobró muchas víctimas en nuestro país, infectó a 500 millones de personas en todo el mundo. Hubo entre 50 y 100 millones de víctimas mortales. Hay quienes mantienen que se originó en Francia, otros en China, e incluso sitúan el foco en la base militar de Fort Riley, Estados Unidos, según publicó Gaceta Médica.

Como en España, país neutral en la I Guerra Mundial, no había censura se publicaron los datos relativos a sus efectos. No fue tampoco España el epicentro, aunque murieron en nuestro país 300.000 personas y se contagiaron ocho millones de personas. Pasó a la historia erróneamente como la gripe española.

Han pasado poco más de 100 años de aquel brote epidémico, pero el mundo que vivimos es otro, un mundo en red, hiperconectado, globalizado. Nada de lo que sucede nos es ajeno, por muy remoto que nos parezca. Los riesgos son más complejos y la impredecibilidad es mayor. La movilidad de bienes y de personas alcanza unas dimensiones que eran inconcebibles hace apenas unas décadas.

Hace cinco años un visionario Bill Gates se refirió en una charla TED al riesgo de una pandemia. Habla de cómo cuando era niño lo que se temía era una guerra nuclear, pero en el siglo XXI lo que podría causar millones de víctimas es "un virus altamente infeccioso".

En su intervención, el multimillonario estadounidense advierte de que los países deberían prepararse "como en una guerra", y de la misma forma que los países tienen ejércitos y armamentos, han de contar con "sistemas de sanidad fuertes".

En diciembre de 2019 pocos se hicieron eco de una extraña neumonía que se propagaba por la ciudad china de Wuhan. El 10 de enero supimos que había un muerto. Un mes después se había sobrepasado el millar. Aún no ha terminado marzo y en el mundo hay más de 250.000 casos y más de 11.300 muertes, según worldometers.

"Desde 1980 el número de brotes por año se ha triplicado... Los datos hacen pensar que ha comenzado una nueva era en el riesgo de epidemias. El número y diversidad de los eventos epidémicos se ha incrementado en los últimos 30 años, una tendencia que se prevé que se intensifique en el futuro", escribe María del Mar Hidalgo en un artículo titulado Las enfermedades infecciosas: el gran desafío de seguridad en el siglo XXI, en un documento sobre Emergencias pandémicas en un mundo globalizado del Instituto Español de Estudios Estratégicos (IEEE).

No es un cisne negro, es decir, no es algo totalmente impredecible. Lo que no preveíamos es una pandemia con un efecto tan omnicomprensivo", señala Pol Morillas

Según Pol Morillas, director del CIDOB, las pandemias estaban en el radar de los informes de seguridad. "No es un cisne negro, es decir, no es algo totalmente impredecible. Lo que no preveíamos es una pandemia con un efecto tan omnicomprensivo. Nos hace responder y repensar a todos los niveles, individual, de comportamiento, al nivel global, al nivel geopolítico. Nadie lo había anticipado como elemento revulsivo de todo el orden internacional". 

A Pol Morillas no le gusta hablar de "guerra", porque "una guerra requiere el uso de la fuerza de un modo u otro". Pero sí admite que se libra "una batalla con un enemigo difuso. Es una cuestión de salud pública, de seguridad y con amplias consecuencias económicas y sociales. Al referirse a la guerra se hace para alarmar en el buen sentido, y ser todos conscientes, pero puede inducir a un pensamiento que se pueda resolver con dureza y acción coercitiva". 

Los sanitarios en la trinchera

Pero la imagen de la guerra nos sirve como referente conocido para explicar una realidad totalmente ignota. Los papeles de militares, sanitarios, civiles no se ajustan a los desempeñados por estos colectivos en las guerras convencionales.

"Si lo comparamos con una batalla, estamos en las casas porque afrontamos el riesgo de infectarnos, los médicos y enfermeras son quienes están en las trincheras, donde se vive con dureza la infección. Con los medios que tienen son incapaces de dar respuesta a los casos más graves. Padecen un estrés tremendo. Cada vez hay menos soldados y más enemigos", apunta Rafael Vilasanjuan, director de Análisis y Desarrollo Global en ISGlobal, proyecto amparado por la Caixa.

Los científicos, en la retaguardia, tratan de conseguir el arma que acabará con el enemigo, la vacuna. No va a estar disponible antes de 18 meses", explica Rafael Vilasanjuan

Los científicos están en la retaguardia en esa escena que retrata Rafael Vilasanjuan: "Tratan de conseguir el arma que acabará con el enemigo, la vacuna. Sabemos que la vacuna no va a estar disponible antes de 18 meses y con los ensayos que se han lanzado en vacunas alrededor del mundo hay una decena de posibilidades que pueden ser la vacuna. Hay también una batalla geopolítica. En Alemania, Estados Unidos, y China se realizan ensayos".

Son los científicos que asesoran a los gobiernos, en España Fernando Simón, director del Centro de Coordinación de Emergencias y Alertas Sanitarias del Ministerio de Sanidad, quienes informan cada día del parte de guerra. Dan cuenta de los avances que se han logrado, las altas médicas, pero también nos informan de cuántos nuevos casos se han registrado y cuántos han resultado derrotados en su lucha contra el virus.

La logística militar al servicio de la sociedad

Los soldados tienen en este conflicto un papel crucial pero radicalmente diferente al que han tenido en otras batallas. La ventaja que ofrece contar con las Fuerzas Armadas es su gran capacidad logística. Son capaces de montar hospitales de campaña con gran celeridad, por ejemplo. O de desinfectar aeropuertos, como hemos visto en El Prat estos días.

"Hay un factor importante: cuando se creó la unidad militar de emergencias se tuvo en cuenta esta posibilidad. Tenemos unidades especializadas en guerra biológica y laboratorios de nivel. No es solamente para incendios e inundaciones", señala el coronel Rojas. 

"Las Fuerzas Armadas están al servicio de la sociedad, es una mano de obra que su función es auxiliar, no solo al Min de Defensa e Interior. Y tiene una ventaja: son disciplinadas. Cumplen las órdenes", añade el militar retirado.

A su vez, destaca el coronel Rojas, "las Fuerzas Armadas son competentes en todo el territorio nacional. No es discutible, menos aún en una situación tan excepcional".

Como estamos viendo, los sistemas sanitarios, incluso en países con buenos servicios públicos, se ven superados y es ahí donde la intervención de los militares resulta primordial. "Tienen la mejor logística: pueden garantizar el transporte y montar hospitales. Hay que desplegar a los militares. De hecho, la OTAN debería hacer un llamamiento para coordinar la logística de estas operaciones", señala Rafael Vilasanjuan.

Confinamiento o sálvese quien pueda

Los jefes de gobierno y los jefes de Estado han tratado de explicar la excepcional situación a sus naciones. En España el jefe del gobierno español compareció el sábado 14 de marzo ante los españoles para dar cuenta de la proclamación del estado de alarma. El Rey también dio un breve mensaje a la nación el jueves 19 de marzo: "Este virus no nos vencerá. Nos hará una sociedad más fuerte".

En otros países europeos los mandatarios han lanzado mensajes en los que intentaban concienciar a la población de la gravedad de la crisis a la par que han intentado insuflar confianza. "Es serio. Toménselo en serio", dijo la canciller Angela Merkel esta semana.

Los gobiernos están muy angustiados porque mientras la vacuna no esté lista lo único que ha funcionado es la llamada cuarentena, es decir, el confinamiento. China pasó por una fase de negación, pero al confirmar la gravedad de este nuevo coronavirus (ya había sufrido el SARS a principios del siglo XXI), puso todo su empeño en que no traspasara los límites de la provincia de Hubei, donde se enclava Wuhan, la ciudad de 50 millones de habitantes donde se originó, al parecer en un mercado de animales.

China impuso en Hubei un confinamiento extremo, difícil de aplicar en sistemas democráticos. "Hay dos modelos de reacción con matices. El confinamiento total que ha aplicado China, y el parcial de Italia o España. Otra opción es lo que defendía el primer ministro británico, Boris Johnson. Abogaba por que el virus llegue a todos, con más precauciones para los mayores y más débiles", señala Rafael Vilasanjuan.

Es una especie de sálvese quien pueda, aunque Johnson ya ha impuesto el cierre de escuelas y día a día va cambiando de opinión.

Corea del Sur y Alemania han hecho tests masivos. Es lo que explica que Alemania tenga un número tan bajo de fallecidos en relación al número de casos", dice Vilasanjuan

Corea del Sur y Alemania, gracias a sus avances científicos y tecnológicos, aplican tests masivos, algo que en España o Italia no se puede hacer por falta de medios. "Es lo que explica el éxito de los surcoreanos y el hecho de que en Alemania el número de fallecidos sea bajo en relación al número de casos", añade Vilasanjuan, de ISGlobal.

En Alemania el número de casos roza los 20.000 y han fallecido 68 personas. En España ya se han registrado más de 21.000 positivos y son más de un millar los muertos. En Italia ya hay más víctimas mortales que en China: más de 4.000 y más de 47.000 positivos.

En China no se han registrado nuevos casos locales este viernes ni el jueves. Han perdido la vida 3.248 personas, según worldometers.

Evoca Rafael Vilasanjuan cómo en Estados Unidos cuando la mal llamada gripe española se expandió con fuerza se probó cómo el confinamiento era efectivo. Los primeros casos de gripe española detectados en Filadelfia se produjeron el 17 de septiembre de 1918, pero esto las autoridades no cancelaron el desfile planificado en la ciudad para el 28 del mismo mes. Las escuelas, los teatros y las iglesias tampoco se cerraron hasta el 3 de octubre, fecha en la que los servicios sanitarios comenzaron a masificarse por la epidemia.

Sin embargo, en San Louis, cuando el 5 de octubre identificaron los primeros casos se decretaron medidas de distanciamiento social y se aplicaron dos días después.

Los 14 días de retraso con los que Filadelfia comenzó a tomar medidas multiplicaron los casos de contagio respecto a San Luis. La tasa máxima de mortalidad semanal en Filadelfia se situó en 259 muertes por cada 100.000 habitantes, mientras que en San Luis para el mismo periodo hubo 31 fallecidos por cada 100.000.

¿Han visto Black Mirror, la serie de ciencia-ficción distópica creada por Charlie Brooker? Ningún episodio es tan disruptivo como lo que estamos viviendo los ciudadanos de este planeta este 2020.

Un buen día amanece y uno a uno los gobiernos del mundo van ordenando a sus poblaciones que permanezcan confinados en sus casas por el avance imparable de un virus que se propaga a toda velocidad. Primero ataca a los más débiles, ancianos y enfermos de vías respiratorias, pero su radio de acción se va ampliando misteriosamente. De momento no sabemos cómo evolucionará la trama.