Es tan surrealista que parece de chiste de Gila o una inocentada. Las mascarillas para protegerse del contagio de coronavirus son como el oro protector en estos tiempos de incertidumbre. Se han convertido en un material preciado. Las incautan los Estados, a pesar de haber sido adquiridas por otros, o las compran a golpe de talonario cuando están a punto de partir a su destino inicial.

Francia requisó el 5 de marzo cuatro millones de mascarillas de origen chino distribuidas por una empresa sueca. La mitad de este material estaba destinada a Italia y España, según reveló el semanario L'Express en su última edición. Esta incautación de un material tan necesario y preciado ahora ha desencadenado una guerra entre Suecia y Francia.

Las mascarillas pertenecían a la empresa sueca Mölnlycke, una gran compañía del sector médico especializado en material desechable. Justo el 3 de marzo el presidente francés, Emmanuel Macron, había aprobado un decreto por el que se autorizaba al gobierno a incautarse de todos los productos y materiales que sean clave en la lucha contra el coronavirus. Como en tiempo de guerra.

Mölnlycke obtiene sus productos en China. Habían llegado a Marsella en barco y se encontraban en Lyon, desde donde iban a redistribuirse a sus diferentes destinos. La empresa sueca Mölnlycke ha pedido ayuda a su gobierno, pero de momento no ha habido resultados. La Secretaría General de la Defensa y la Seguridad Nacional ha aceptado que la mitad de este material salga hacia Italia y España.

En la República Checa también tuvo lugar otra incautación de mascarillas que tenían como destino Italia, el país donde han muerto más personas como consecuencia del Covid-19. La policía checa había recuperado cientos de miles de mascarillas y respiradores el 23 de marzo. Finalmente, tras el enfado de las autoridades italianas, los checos dejaron salir una parte de la carga.

Los americanos, con la billetera

En Estados Unidos a medida que crece el número de casos, ya más de 240.000, y de fallecidos, más de 5.800 a 2 de abril, el interés por el material sanitario se multiplica y muchos están dispuestos a pagar fortunas para no quedarse sin su protección facial.

Muchos lectores se extrañaron al leer en Libération sobre cómo los representantes de las regiones francesas habían perdido un encargo in extremis porque un cliente de EEUU había ofrecido mucho más y en efectivo por sus mascarillas. El pedido lo había gestionado el presidente de la Asociación de Regiones de Francia a un exportador de China.

Libération daba cuenta de la información y muchos de sus asiduos escribieron a la redacción para saber si era una inocentada (en muchos países europeos el día de los Inocentes es el 1 de abril).

"No hemos hecho bromas este 1 de abril", afirmaron en el diario francés. Renaud Muselier, el presidente de la Asociación de Regiones, había encargado varios millones de mascarillas, pero uno de los cargamentos acabó en algún lugar de Estados Unidos. Muselier aseguró que no eran para su región, en un mensaje en Twitter.

La presidenta de la región de París, Valérie Pecresse, ha confirmado esta guerra con compradores de EEUU, sin concretar si son privados o gubernamentales. "Perdimos un pedido porque los estadounidenses pujaron más alto por un cargamento que teníamos ya identificado", dijo a la cadena LCI:

"Las mascarillas se han convertido en un objeto de deseo y los americanos las compra sea donde sea y al precio que sea. Pagan el doble, incluso antes de tener la mercancía. Nosotros no podemos permitírnoslo. Firmamos acuerdos con los fabricantes, pero no es una situación normal. Y otra cuestión es encontrar un productor fiable, y luego un medio para que llegue el material", explicaba uno de los afectados a Libération.

También destacan cómo hay un caos logístico y en China están desbordados. El transporte por carretera no es fácil y puede haber retenes. Al igual que ocurre en España, las regiones en Francia se quejan de la gestión del gobierno, lo que ha llevado a que busquen en el mercado unos 60 millones de mascarillas. Por eso se han lanzado a la caza de material.

Esta guerra por las mascarillas y el material sanitario entre países europeos y Estados Unidos puede ir a más, e incluso entre los Estados Unidos habrá disputas también. Con una cuarta parte de los casos de los que se registran en el mundo, el epicentro de la pandemia va desplazándose a Estados Unidos. El presidente de EEUU, Donald Trump, ya da por hecho que habrá más de 100.000 muertos.