El tatuador donostiarra que fue juzgado el pasado octubre por acosar sexualmente a una docena de clientas ha sido condenado a once años y un mes de cárcel y a abonar distintas multas como autor de tres delitos de agresión sexual, seis de abuso sexual, uno de acoso y otro de coacciones leves.

El acusado, quien ha sido defendido en este procedimiento por la letrada Cristina Morcillo Buj y que se enfrentaba a una petición de reclusión superior a los 30 años de cárcel por parte de la Fiscalía, se encontraba en libertad provisional después de que así lo decretara tras la vista el Juzgado de lo Penal número 2 de San Sebastián, en una decisión que luego confirmó la Audiencia de Gipuzkoa.

La sentencia del caso, a la que ha tenido acceso EFE, relata de forma cronológica unos hechos sucedidos entre 2014 y 2018, que fueron descubiertos cuando, el 30 de enero de aquel año, una de las clientas desveló en internet que había sufrido abusos por parte del tatutador, lo que dio pie a una serie de denuncias en cascada por parte de otras mujeres.

La resolución judicial recuerda que el inculpado, de nacionalidad venezolana, inició su estancia en nuestro país junto a su esposa y la hija de esta, en un piso de Pasaia (Gipuzkoa) en el que todos ellos convivieron con el propietario del domicilio y su novia.

El encausado empezó a realizar tatuajes en esta vivienda donde, en el verano de 2014, protagonizó su primer incidente de índole sexual cuando, mientras conversaba con la novia de su casero en la cocina, "se bajó los pantalones y los calzoncillos y la acorraló contra la encimera", hasta que, ante los gritos de la chica, acudió la mujer del procesado, que cesó en su actitud.

La resolución precisa que en noviembre de 2016 el acusado abrió un estudio de tatuaje en la Parte Vieja de San Sebastián, y allí trató de besar en la boca a una de sus clientas, sometió a otra a tocamientos y llegó a realizar insinuaciones sexuales a otras mujeres.