A pocos metros del Paseo de la Castellana y del Santiago Bernabéu, cientos de personas hacen cola en torno a la parroquia Santa María Micaela y San Enrique. Lunes, martes, miércoles, jueves... la escena se repite a diario desde el inicio de la crisis del coronavirus. Esperan varias horas de pie para poder llenar de comida un carro de la compra. La mayoría son inmigrantes, algunos de ellos ilegales. "La situación es límite", confiesa a El Independiente Conrado Giménez, presidente de la Fundación Madrina.

El parón económico provocado por la pandemia del Covid-19 y el confinamiento tan estricto que se ha vivido en España han empujado a miles de familias a pedir ayuda a ONGs y fundaciones para cubrir necesidades básicas como la alimentación o la higiene. En esta parroquia del centro de Madrid, situada en la Plaza de San Amaro, la fila da la vuelta a la Iglesia todos los días. "El paro ha aumentado, la gente no tiene dinero y necesita comer", indica Conrado.

Según Save The Children, más de un 60% de las familias a las que atendían han visto empeorada su situación con la pandemia. Y según las proyecciones del Programa Mundial de Alimentos de la ONU, en todo el mundo se espera que el número de personas al borde del hambre se duplique debido a consecuencias económicas relacionadas con la pandemia. La cifra podría llegar a 230 millones personas.

"La vulnerabilidad empieza a subir estratos"

"Nosotros en la fundación estamos recibiendo 15 llamadas al minuto de gente que está en riesgo alimentario o en riesgo sanitario", señala Conrado Giménez mientras observa la larga cola a la que tienen que atender. Hay gente que llega a las seis de la mañana para evitar mucha espera. Los que llegan a las nueve o diez pueden estar fácil tres horas esperando.

"Yo vine el otro día y había 300 personas haciendo cola", dice Alejandra Sánchez, embarazada de cinco meses. En paro desde enero, Alejandra está muy agradecida a Conrado y al resto de voluntarios encargados del reparto de alimentos. "Yo estoy cobrando paro y no me llega. Gracias a la Fundación estoy saliendo adelante".

Esta mujer que no llega a los 30 años es una de las pocas españolas que se acercan a la Fundación Madrina. Sin embargo, la tendencia está cambiando. Si al principio de la crisis del coronavirus, casi el cien por cien de la gente que venía pidiendo ayuda era inmigrante, ahora ese porcentaje ha bajado.

"Ha habido una explosión enorme en la petición de ayudas. Y es que la vulnerabilidad empieza a subir estratos y ya no vienen solo personas de la economía sumergida, como empleadas del hogar o sin papeles", comenta Conrado, que fundó esta organización hace dos décadas. "Empieza a ser común que vengan personas que han sufrido un ERTE y no les pagan, gente que ha perdido su empleo. Personas con hijos que no saben lo que van a comer".

Una fundación para las madres

Conrado lanzó su Fundación para ayudar sobre todo a las mujeres madres. Pero con el coronavirus ayuda a todo el que lo pide. Presentando una acreditación (para controlar que no vayan dos miembros de la misma familia), cada persona recibe una caja con todo tipo de alimentos básicos: arroz, legumbres, proteínas como pollo o carne, pan, fiambre, leche, yogures... "Y sobre todo papilla, pañales, cereales... alimentación de niño. Es fundamental", precisa.

En Madrina han pasado de tener 50 usuarias al día a tener que atender a más de 2.000 personas en una única mañana. Además, reparten comida caliente. "Vamos camino de superar las 3.000 comidas al día", señala el fundador de la organización.

"Hemos repartido 50 toneladas de comida en una semana cuando normalmente nos duran tres meses", añade. "Se nos está acabando la comida que tenemos. Esto no se parece a ninguna otra crisis que hayamos vivido".

Para colaborar con la Fundación Madrina, puede ir a su página web, madrina.org, o llamar al teléfono 914490690