La detención de Pablo Hasél ha dejado un amalgama de titulares, opiniones y discusiones en redes sociales acerca de las dos Españas, la supuesta tercera harta de las dos anteriores y el debate sobre la violencia que se está sucediendo en las calles a raíz de las manifestaciones en apoyo al rapero.
Las congregaciones, que también tuvieron su espacio en Madrid, Valencia, Girona, Lleida y muchos otros puntos del país como País Vasco o Andalucía, reclaman desde hace cinco días justicia para Hasél. Como ocurre con el coronavirus, unas peticiones terminaron mutando en otras variantes y han sido los vándalos que han asaltado comercios y han empleado el mobiliario urbano como un saco de boxeo los que han terminado gozando del foco mediático.
En la quinta noche de altercados en Barcelona, los participantes han decidido dejar de luchar por el ideario común y saquear así las tiendas del neurálgico y glamuroso Passeig de Gràcia alrededor de las 22:00 horas. Nike, Puma, Versace, Tommy Hilfiger, La Perla, Kenzo, Mango, Tous o Diesel han sido algunos de los comercios afectados.
Los activistas han optado por la principal vía de la capital catalana, al no poder pasar de la contigua plaza Urquinaona -desde donde querían volver una noche más ante la cercana Jefatura de Policía Nacional, en la Via Laietana-.
En declaraciones a EFE, el presidente de la Associació Passeig de Gràcia (que agrupa 180 comercios de la emblemática vía de la capital catalana), Luis Sans, ha asegurado que los comerciantes están "absolutamente consternados" por los desperfectos que el saqueo a los principales negocios ha generado. "Esto no va de derecho de expresión y manifestación, va de violencia", añadía Sans.
El presidente de los comerciantes ha incidido, además, en que "por el momento que vivimos, con la crisis económica por la pandemia", lo ocurrido esta noche "solo agrava la situación del comercio y la hostelería de la ciudad en un momento en que necesitamos atraer visitantes".
"Y se ha dañado también la imagen de la ciudad", se lamentaba el presidente de los comerciantes, que ha indicado que su asociación estudiará "una respuesta clara" a lo acontecido este sábado.
Así, las manifestaciones han ido escalando peldaños en lo que a moda se refiere. El viernes fue en un Decathlon y ayer en establecimientos de grandes marcas a nivel internacional. A nadie le amarga un conjunto de Versace, ¿no? En muchos de los vídeos que los allí presentes han colgado en redes sociales se aprecia a jóvenes saliendo de la tienda de Nike con cinco abrigos en sus brazos, perchas incluidas. Otro prefiere dos gorras.
“Frustración” y “malestar”
Con un balance de un centenar de detenidos, decenas de heridos , numerosos vehículos y contenedores quemados y diversas tiendas saqueadas, algunos expertos ponen de relieve el “malestar” generalizado y la “frustración” de la población joven como detonante de los disturbios. A esta situación se añaden 12 meses de pandemia, un escenario que ahonda en la decepción y aumenta la ira.
En palabras de la psicóloga y psicoterapeuta Milos Salgueda a EFE, "estamos en un contexto en el que, emocionalmente, todo se amplifica", ya que cuanto mayor es la "tensión general", más cuesta contener el malestar, sobre todo entre la población joven, con una tasa de paro que supera el 40 % y un salario medio que a menudo no llega a los 1.000 euros.
Lo indica también el profesor de Sociología de la Universitat Autònoma de Barcelona Josep Maria Antentas: "El ciclo de expectativas que abrió el 15M hace diez años se ha agotado y el procés independentista ha quedado bloqueado".
Tal como resalta el sociólogo, en las manifestaciones por Hasel coexisten un conjunto de factores, que van desde el contexto de crisis económica y social, a la falta de perspectivas personales y "una fuerte sensación de injusticia" por "una minoría impune que hace lo que quiere" frente a "una mayoría con "expectativas frustradas".
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