Un pequeño restaurante de Bilbao ha sido salvado de la ruina que amenaza al sector de la hostelería a causa de la crisis sanitaria del coronavirus por sus fieles clientes y amigos, quienes le han "inyectado" 30.000 euros en seis días a través de unos bonos-menú de prepago que sus propietarios pusieron en circulación el pasado jueves.

La historia de este "rescate" ciudadano comenzó a gestarse, según ha explicado a Efe Miguel Justo, propietario junto con su esposa, Laura Rubio, del restaurante Lar, cuando vio rechazada su pretensión de acogerse a los créditos puestos en marcha por el ICO y Elkargi para paliar la falta de liquidez de los negocios durante el parón por la pandemia del coronavirus.

"Nos dijeron que no cumplíamos los requisitos para acogernos a estos créditos. No llegaba ni un euro de ninguna administración pública ni había ninguna fuente de ingresos y las facturas de los proveedores y los pagos de las hipotecas de la casa y el restaurante seguían llegando, así que pensamos que algo teníamos que hacer", ha señalado.

Entonces se les ocurrió la idea de ofrecer a sus mejores clientes y amigos, una lista de unos 80 contactos en su agenda de guasap, la posibilidad de adquirir ahora un bono-prepago y disfrutar de los menús cuando el restaurante volviese a la actividad ordinaria.

Para ello les propuso el pasado jueves dos opciones de bono, uno de 10 menús por un importe de 300 euros y otro de 5 comidas por 200 euros a canjear en dos años y pagaderos a través de la plataforma bizum de abonos por internet o de transferencia a su cuenta bancaria.

La respuesta fue inmediata, "inesperada" y "abrumadora" ya que en menos de seis días recibió en su cuenta ingresos por un montante de alrededor de 30.000 euros, procedentes de 70 personas, muchas de ellas fieles seguidores de su cuidada cocina "de mercado" y de algunas otras que no conocía.

"La respuesta se ha hecho viral, ha habido gente que se la ha mandado a otra gente, personas que me han hecho ingresos y no sabía ni quien era; ha sido una cosa espectacular", ha subrayado emocionado y agradecido.

Cree que la respuesta de sus clientes se ha debido a "un poquito de todo": por una parte a que son "gente maravillosa" y por otro lado a que "hacemos bien lo que hacemos. Somos como una pequeña familia rodeada de gente muy grande. Lo que hacemos no tendría sentido si no fuera por los clientes", ha rematado.

Con esa reacción de su clientela, Miguel y Laura, con dos hijos pequeños y el restaurante desde 2005 como único medio de vida, podrán afrontar con más tranquilidad el retorno a la actividad de su negocio, que da empleo a otras cinco personas, actualmente en situación de regulación temporal de empleo (ERTE).

Miguel Justo también ha explicado que ha rechazado abrir el restaurante esta semana para preparar comida por encargo, ya que al ser un local especializado en cocina de mercado y de autor "es muy complicado hacerla para llevar. No sé cómo podría hacer para llevar los platos a las casas".

Por ello, ha revelado que esperará al próximo lunes para reabrir el negocio con el servicio de terraza inicialmente, si le permiten utilizar las dos mesas que tiene de capacidad su velador y que cuenta con separación suficiente para respetar la distancia personal de seguridad.

"Si no me dejan abrir así, tendré que esperar a la semana siguiente", ha señalado.

Miguel Justo ha confesado que solo con las dos mesas de la terraza "no sale rentable abrir, pero lo haríamos para así empezar a mover el negocio y empezar a devolver lo que nos han dado y a sentir que vuelves a estar vivo. No es bueno psicológicamente seguir así porque la gente no se imagina lo que es estar dos meses metido en casa cuando te dedicas a una actividad como la hostelería", ha concluido.