La relación entre vecinos siempre es especial. La convivencia crea un vínculo inevitable entre aquellos que habitan pared con pared, como es el caso de España y Portugal. La frontera delimita el espacio de uno y otro, sin embargo, lo que pasa a los lados de la misma suele interesar al país contiguo. El siglo XX en Europa se caracterizó por las dificultades políticas y sociales, así como los conflictos bélicos -la Primera y la Segunda Guerra Mundial- que determinaron la época. España y Portugal ocuparon gran parte de ese centenio bajo dos regímenes similares: las dictaduras de Francisco Franco y António de Oliveira Salazar.
Los mandatos de Franco y Salazar tuvieron una extensión muy prolongada en el tiempo, casi 40 años en el primer caso y cerca de 50 en el segundo, lo que convierte a los dos personajes en parte trascendental de la historia de las relaciones ibéricas. El hermetismo y el enfrentamiento con el comunismo marcó a los dos dictadores. Uno militar -Franco- y otro economista -Salazar- partían desde posiciones que eran extrañas para su vecino, lo que les llevó a establecer una relación de confianza justa, cordial, o mejor dicho, de conveniencia. Es decir, ni Franco molestaba a Salazar ni éste al gallego y, como buenos vecinos, de vez en cuando se 'pedían sal'.
El Tratado de Amistad y No Agresión firmado el 17 de marzo de 1939, por el que España y Portugal se comprometían a ser neutrales en la Segunda Guerra Mundial, es la prueba de que el pegamento entre Franco y Salazar fue la preocupación: la del español porque Reino Unido invadiese la península por la vía lusa y la de Salazar porque España hiciese lo propio en Portugal con el apoyo de Alemania. El acuerdo no solo les mantenía ajenos al conflicto, sino que impedía la ayuda a terceros países que pudieran atacar a alguno de los dos.
80 años del encuentro entre Franco y Salazar en Sevilla
El paso de enemigos a aliados se dio en aquel tratado de 1939, firmado en los 15 días previos al fin de la Guerra Civil Española y seis meses antes del estallido de la Segunda Guerra Mundial. Tres años después, el 12 de febrero de 1942, España y Portugal darían el siguiente paso: hacerse "amigos".
La posibilidad de una derrota de las potencias del Eje en la Guerra Mundial puso en alerta a Franco, que sabía de la importancia de la alianza con Portugal para mantener la no agresión británica. Asimismo, Salazar quiso mantener un perfil lejano con la confrontación, pero con el soporte británico en sus fronteras. Esto llevó a los dos dictadores a encontrarse aquel 12 de febrero, tal día como hoy hace 80 años, en Sevilla.
La reunión se produjo en el despacho de Franco en el Real Alcázar de Sevilla. Después del primer contacto hubo una comida de la que formaron parte los embajadores de ambos países, los jefes de las Casas Civil y Militar del jefe del Estado español, el jefe del gabinete diplomático del ministro de Exteriores y el director general de la Policía portuguesa. Hoy, 80 años después, poco ha trascendido de aquella entrevista, aunque se podría calificar cuanto menos de fructífera, ya que posteriormente volvieron a encontrarse en varias ocasiones. Lo que sí parece claro es que Franco y Salazar concordaban en lo fundamental: tanto para España como para Portugal era más rentable ser amigos.
El siguiente encuentro tuvo que esperar siete años, cuando -en 1949- Franco realizó algo extraordinario como jefe de Estado: visitar un país extranjero. La ruta portuguesa del generalísimo duró cinco días. Vsitó Lisboa y Coímbra y mantuvo varias reuniones con Salazar. La tercera "cita" tuvo lugar en La Coruña, en la región del dictador español. Ciudad Rodrigo, a escasos 30 kilómetros de la frontera salmantina con Portugal, hizo de anfitrión de Salazar y Franco en dos ocasiones, 1952 y 1957. Mérida albergó en la década de los años 60 (1960 y 1963) los dos últimos encuentros entre Franco y Salazar, los vecinos que se hicieron "amigos " hace exactamente 80 años.
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