Los afluentes del Guadiana son el Cigüela, el Záncara, el Jabalón y el Zújar. ¿Era necesario aprenderse de memoria tantos datos en nuestra infancia? Desde luego es muy útil recordar la tabla de multiplicar, pero si llega a saber el Ministerio de Educación del Régimen o mis queridos hermanos corazonistas que cuando fuéramos mayores habría una cosa llamada Internet en la que consultar todo, seguro que el uso del memorismo hubiera sido mucho menor. O no, que tampoco era útil como castigo apuntar 100 veces en una pizarra la misma frase, y bien que lo hacían. Y en todo el mundo. La famosa frase “la letra con sangre entra”, parece que era de aplicación mundial. Se demuestra su universalidad en la genial película La vida de Brian de los increíbles Monty Phyton:
La escuela y la formación en general ha cambiado más en los últimos 50 años que en toda la Historia. ¿Ese cambio exponencial nos lleva a suponer que en apenas una década, casi no conoceremos el sistema educativo actual?
Recuerdo cómo en 2009 impartí mis primeros cursos online en la UNIR, (Universidad Internacional de La Rioja) para formar en algo muy raro entonces llamado “podcast” a decenas de alumnos que conseguían hacer “radio en internet” desde sus casas, con el material que les enviamos. Y resultaba, en aquel momento, novedoso que una institución educativa fuera puramente online. Ahora ya no lo es. Ha pasado apenas una década y tener alumnos fuera de España que entran desde sus casas para asistir a clase no nos parece nada extraño. Nuestros hijos o nietos durante el confinamiento tuvieron que usar Internet, del mismo modo que muchos de nosotros teletrabajamos. ¿Qué nos espera ahora? ¿La pandemia, como ha ocurrido en muchos otros sectores, ha acelerado los cambios en la formación? ¿El metaverso está listo para enseñar?
“Nos pusimos en marcha en pleno confinamiento. Llevábamos algún tiempo dando vueltas a la idea de empezar a formar en branded content, y vimos que era el momento perfecto para lanzar un proyecto así”, cuenta Jon Lavin, director y creador, junto a Borja Prado, de Madrid Content School. “El consumo de pantallas se ha disparado pero la publicidad tradicional es cada vez menos efectiva. Nos gusta el concepto AC/DC, antes del content y después del content. Nos dimos cuenta de que hay una gran oferta educativa para jóvenes, pero también detectamos que no existe mucha para profesionales, y menos, del sector. También vimos que había muchos expertos con enormes conocimientos sin explotar, y decidimos ficharlos”.
La escuela que dirige Jon lleva algo más de un año en marcha, pero ya han dado pasos que otras instituciones no han conseguido dar en mucho más tiempo. El último, entrar en el metaverso con un espacio virtual de coworking claramente inspirado en la serie Mad Men, que narra las aventuras de los primeros publicistas neoyorquinos. “Lo hicimos por tres motivos: primero porque si se meten las marcas, tenemos que formar parte de este mundo nuevo. En segundo lugar, porque llevamos el ADN de la innovación y en tercero porque nuestra filosofía es colaborativa. Toda interacción es importante para nosotros”, asegura Jon. Sin embargo, ante la pregunta sobre hasta qué punto se interactúa mejor con grandes gafas y mandos que con una sencilla videoconferencia, debe rendirse ante la evidencia: “reconozco que no es fácil atender una clase de una hora, en el estado en el que está la tecnología”. Ni las baterías, añadiría por experiencia personal.
Las posibilidades educativas son sin lugar a dudas muy atractivas. Sin embargo, es necesario mejorar las interfaces para que la interacción con los entornos de realidad virtual sea más sencilla y transparente
Que los dispositivos que nos meten en el metaverso no hayan cambiado demasiado en varios años es algo que no comprende José Martí Parreño, que es Vicerrector de Investigación y Transferencia de la Universidad Internacional de Valencia. “A pesar de los avances, cada año se anuncia como el del despegue definitivo de los dispositivos de realidad virtual y cada año se evidencia que no es así. La tecnología no ha evolucionado al mismo ritmo que otras tecnologías, como la de los teléfonos móviles, y existen todavía barreras económicas y ergonómicas que parecen impedir la popularización definitiva de este tipo de dispositivos, pieza clave en el éxito del metaverso, al mismo nivel que han experimentado los smartphones”. Sin embargo, en apenas unos meses se ha multiplicado por diez el interés por el tema.
“Cuando una empresa tecnológica con un impacto mediático, económico y social como el de Facebook pasa a denominarse META y anuncia su multimillonaria apuesta por el Metaverso genera evidentemente gran interés en todo el ecosistema tecnológico e inversor. Es una apuesta visionaria y también arriesgada, como lo fue la idea de utilizar drones para el reparto de mercancías en ciudades o la conducción autónoma. Muchos de estos desarrollos tecnológicos, más allá de las dificultades técnicas, plantean dudas legales y éticas y han sido parcial o totalmente aparcados.
Tenemos que analizar por una parte la tecnología, con sus indudables posibilidades y ventajas, pero, más importante, el impacto de esa tecnología sobre los usuarios finales, esto es, los seres humanos” asegura el Vicerrector. Sin embargo, sobre las posibilidades educativas no tiene ninguna duda. “La realidad virtual te permite caminar dentro de una modelización de redes neuronales para comprender mejor cómo procesa el cerebro humano la información; te permite pasear por una galaxia y comprender mejor cómo se comportan planetas y estrellas; te permite ver cómo se desarrolla la vida en entornos extremos como la fosa de las Marianas… Las posibilidades educativas son sin lugar a dudas muy atractivas. Sin embargo, es necesario mejorar las interfaces para que la interacción con los entornos de realidad virtual sea más sencilla, fluida y transparente para el usuario. Algo en lo que ya se ha avanzado con otra tecnología como la realidad aumentada. La tecnología sólo debe aportar ventajas a nuestro estudiantado, nunca puede ser una barrera. Por otra parte, cuando pensamos en un metaverso educativo no podemos pensar sólo en la tecnología sino en las dinámicas e implicaciones sociales de su uso.”
Tampoco parece inminente que las plataformas más conocidas de formación online entren de cabeza en el nuevo escenario virtual. Con 49 millones de alumnos en el mundo, Udemy ofrece más de 185.000 cursos de todo lo imaginable, desde dibujo a lápiz o lectura rápida, hasta hacking ético o inteligencia artificial. Sus más de 65.000 instructores en todo el mundo te dan cursos completos desde sus oficinas o casas a precios normalmente inferiores a los cien euros. “La idea nació en Turquía y consiste en democratizar la enseñanza, haciéndola accesible para todos. Eso puede conseguirse eliminando intermediarios, que es lo que están haciendo otros sectores en la nueva economía que nos ha traído internet”, afirma Raphael Spinelli, Director Regional de Udemy para España y Latinoamérica. No se puede decir que no están a la última en cuanto a los movimientos de individuos y colectivos: “apenas dos años atrás, cuando llegó la pandemia, las empresas tuvieron que agilizarse.
El reto del futuro está en cómo preparar a las organizaciones para ser ágiles
El reto del futuro está en cómo preparar a las organizaciones para ser ágiles. El crecimiento en nuestra área business es muy grande. Hemos publicado varios estudios en los que se puede comprobar que la formación continua es cada vez más necesaria para conservar un puesto de trabajo o para la supervivencia de las empresas. La habilidad de aprender ha demostrado ser la más importante. Nosotros mismos lo aplicamos internamente con un momento semanal al que llamamos drop everything and learn, en el que todo el mundo deja lo que esté haciendo para formarse, en horario de trabajo”. A pesar de todo el esfuerzo que realiza la plataforma en investigación, su Director declina hablar sobre planes en el metaverso, y vuelve sobre la importancia del aprendizaje continuo como forma de supervivencia en estos tiempos cambiantes. “Tras el confinamiento, regresé a la oficina, y escuché un sonido que no había oído en mucho tiempo. Era el de un teléfono sonando. Cuando fui a atender la llamada, apareció ante mí el aparato con muchos botones, y tuve que recordar cómo funcionaba. Lo mismo ocurre con multitud de momentos del día a día. Se hace necesario formarnos constantemente, sobre todo en el ámbito de las empresas”, recuerda Raphael.
Es evidente que la formación online está viviendo una expansión enorme, pero también queda claro que, en este tema, es prematuro hablar de metaversos. Sí, en plural. Porque, contrariamente al mensaje que mandan algunos especuladores, hay tantos como plataformas dentro de la infinita red que ofrece el mundo online. También parece que alguien ha querido ser más rápido que los demás para dar un golpe de efecto, que a la hora de la verdad se estrella contra la evidencia del peso de unas gafas VR que, por cierto, aún no puedo usar para escribir ahora.
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