La infanta Sofía, la benjamina de los reyes Felipe y Letizia, cumplió el jueves años. Quince para ser exactos, una fecha que marca su entrada oficial en la adolescencia. Desgraciadamente, la familia real española no tiene por costumbre publicar fotos de sus miembros en fechas tan señaladas, algo que, en cambio, los británicos hacen sin pensárselo demasiado. Kate Middleton, sin ir más lejos, ha hecho ella misma las fotografías de sus hijos cada año. Hace poco, publicó las del pequeño Luis, su hijo pequeño, que cumplía cuatro añitos. Aquí, sin embargo, nos quedaremos con las ganas. 

Claro que no nos deberíamos haber hecho ninguna ilusión. Tanto la infanta Sofía como su hermana, la princesa Leonor, han sido blindadas desde pequeñas, protegidas de las miradas ajenas con tanto celo que apenas sabemos nada de ellas. De Leonor vamos sabiendo algo, pero de Sofía no hay prácticamente nada. Más allá de haberla visto alguna que otra vez en la Pascua Militar o en los Premios Princesa de Asturias, además de en actos contados, no hay casi imágenes de ella. En realidad, solo la hemos oído hablar un par de veces. 

La pequeña de la familia

Pero empecemos por el principio. A Sofía la vimos por primera vez pocos días después de su nacimiento, el 29 de abril de 2007, en la clínica Ruber de Madrid. Sabemos que pesó 3,3 kilos y que midió 50 centímetros. Que fuera niña no era ningún secreto: poco después de anunciarse el embarazo de Letizia, la propia Casa Real desveló el sexo del bebé. Había surgido una polémica sobre si Leonor seguiría siendo o no la heredera de su padre (si Sofía hubiese sido niño, hubiese pasado por delante) y Zarzuela quiso zanjar un debate que no dejaba de ser incómodo. Aunque por entonces el feminismo no tenía la fuerza que tiene ahora, a muchos ya les chirriaba que un varón pasara por delante de una mujer en la linea de sucesión. 

Lo del nombre de Sofía fue, por supuesto, por su abuela paterna, la ahora reina emérita, la cual reconoció que le había hecho mucha ilusión que su nieta se llamara igual que ella. Para más inri, cuando la pequeña fue creciendo, muchos creyeron que era un calco de Irene de Grecia, la querida hermana de la reina Sofía, y la verdad es que, si se comparan las fotografías, el parecido es más que razonable. 

Sofía fue bautizada el 15 de julio de los jardines de la Zarzuela, en la misma pila bautismal de San Domingo de Silos que históricamente ha sido usada por la familia real. El agua la trajeron del río Jordán. Los padrinos fueron su abuela materna, Paloma Rocasolano, y el príncipe Konstantin de Bulgaria, uno de los mejores amigos del rey Felipe. Cinco meses más tarde, volvimos a ver a la pequeña. Fue en la presentación ante la Virgen de Atocha, el 19 de septiembre. 

Protegida frente a las cámaras

A partir de ahí, todo fue con cuentagotas: alguna foto en verano, alguna aparición en la comunión de algún primo, el primer día de guardería en la Escuela Infantil de la Guardia Real de El Pardo (su madre reconoció que le encantaba “ir al cole”), el primer día en el colegio de Los Rosales donde también iba su hermana y había estudiado su padre, alguna foto en las puertas del hospital para ir a ver al “abuelito”. 

De hecho, una de sus apariciones más destacadas cuando era muy pequeña fue el 15 de abril del 2012, cuando sus padres la llevaron al hospital San José de Madrid, donde habían operado a Juan Carlos de la cadera tras sufrir una aparatosa caída en Botsuana. La pequeña, claro está, no podía entender nada de lo que estaba pasando, pero aquello marcó el principio del fin del reinado de su abuelo. La monarquía llegó a pender de un hilo, aunque es imposible que ni Sofía ni Leonor se enteraran. Otra cosa es si notaron muchos nervios a su alrededor: los críos siempre captan estas cosas. 

De hecho, con siete años estuvo presente junto a su hermana en el palacio real en la acto de abdicación de Juan Carlos. Ambas niñas iban aquel día de color rosa, con unos vestiditos de manga francesa que no acababa de sentarles bien. Aunque se portaron estupendamente, su madre les hizo un gesto en medio de la ceremonia para que se sentaran con las piernas juntas. No sería la primera vez que Letizia no les quitara el ojo de encima a sus hijas durante los actos oficiales, que les diera indicaciones, órdenes e incluso alguna que otra pequeña regañina. El control y la disciplina han sido férreos y, en algunos casos, parecían incluso asfixiante. El día del juramento ante las Cortes de su padre, por ejemplo, el 19 de junio de 2014, Letizia controló cada movimiento de las pequeñas. 

Una disciplina férrea

En casa, lejos de las cámaras, la disciplina también ha sido muy marcada, comenzando por una alimentación supervisada al milímetro. Las grasas no han sido nunca bienvenidas a la mesa de Letizia y la comida rápida y procesada siempre ha estado terminantemente prohibida. Los rebozados se obvian, las carnes rojas se sirven muy de vez en cuando y las patatas fritas no pueden entrar en palacio. Se sabe que el rey aprovecha algún almuerzo fuera para comerlas. Además, una vez, en el Club Náutico de Mallorca, cuando las niñas eran aún muy pequeñas, se fijaron en unas ensaimadas típicas de la isla y su abuela les dijo: “Cogedlas e id a comerlas, pero que no os vea vuestra madre”. 

A pesar de semejantes limitaciones, se sabe que tanto a Leonor como a Sofía les gusta cocinar. En un encuentro con Martín Berasategui a Letizia se le escapó que tanto Leonor como Sofía son grandes seguidoras del programa Masterchef y que les encanta cocinar. De hecho, acudieron hace unos años a un curso de un fin de semana en DSTAgE, el restaurante del chef Diego Guerrero. Algunos medios se hicieron eco incluso de las recetas que prepararon, entre ellas un gelatina con cobertura de remolacha y goma sellan y unos minibabybel de camembert trufado. 

También sabemos que Sofía es una gran aficionada a la tecnología y a la informática y que le gustan los caballos. Esquía en invierno y la vela, esa gran pasión de su padre, se le resiste. El futbol, en cambio, le gusta bastante o, al menos, se la ha visto muy entretenida alguna vez en algún palco con su padre. 

Muy unida a su hermana

Más allá de estos detalles, sabemos muy poco de ella. Se la ha escuchado hablar en poquísimas ocasiones: en aquel famoso vídeo que Zarzuela hizo público para celebrar el 50 cumpleaños del rey (salió diciendo que estaba haciendo una obra de teatro en el colegio), en la lectura del Quijote durante el confinamiento y en un breve discurso junto a su hermana también en medio de la pandemia. Alguna vez en Mallorca también ha contestado alguna palabra sobre sus estancias en campamentos en Estados Unidos. 

En todas estas ocasiones, eso sí, hemos podido comprobar que las dos hermanas están muy unidas. Se sabe que Sofía echa tremendamente de menos a su hermana ahora que Leonor está en Gales y que se ha alegrado sinceramente de poder volver a verla estos días de Semana Santa. La lástima será que no podrán pasar juntas el cumpleaños.