Arte

1.000m² en Serrano y los Picassos más codiciados por los coleccionistas: Opera Gallery aterriza en Madrid

La multinacional del arte llega a la capital con una fuerte apuesta por los artistas españoles

Sala negra de la Opera Gallery de Madrid.

Sala negra de la Opera Gallery de Madrid. Jorge Peiró

A partir de este viernes 12 de mayo, Madrid suma otro foco de arte a su imponente constelación cultural. La prestigiosa Opera Gallery ha puesto su ojo sobre la capital para expandir su influencia en el arte español contemporáneo, estableciendo su centro de operaciones en el número 56 de la calle Serrano, un amplio espacio de 1.000 metros cuadrados repartidos en 3 plantas.

Ubicada en el corazón del lujoso barrio de Salamanca, la nueva sede de la galería fundada en 1994 por Gilles Dyan (Túnez, 1960) se acaba de establecer como un nuevo punto de referencia para el coleccionismo en nuestro país. "Nuestra principal filosofía es contar con los artistas contemporáneos que nos gustan y facilitarles el mejor emplazamiento para sus obras. No tenemos muchos contratos en exclusividad en Madrid, pero queremos conectar con todos ellos para darles la oportunidad de crecer a nivel internacional", explica el director, que a finales de marzo se anunció que se había hecho con la representación en exclusiva de la obra de Juan Genovés, que hasta ahora pertenecía a la histórica Marlborough.

Tal y como explica el galerista, la idea de abrir una sede en la capital vino tras la petición de Manolo Valdés de abrir una pequeña oficina en Madrid que pudiera atender desde aquí a las solicitudes de los coleccionistas. "Al final no ha sido una pequeña oficina", bromea Dyan rodeado de los Botero, Saura o Miró que adornan las paredes de la galería. Un luminoso y acogedor espacio diseñado por Hernández Arquitectos donde destaca una majestuosa escalera helicoidal como eje central.

Gilles Dyan y Belén Herrera Ottino junto a una pieza de Manolo Valdés ex profeso para la exposición. Enrique Palacio

Aprovechando un contexto único como es el año Picasso, el estreno de Opera Gallery en España llega buscando en la figura del artista malagueño la mejor de las excusas para justificar su aterrizaje en Madrid. Y es que, a través de la exposición Loving Picasso, la galería pretende mostrar un diálogo entre las grandes obras maestras de su catálogo y la influencia picassiana en el arte moderno y contemporáneo del siglo XX y XXI. Algunos de los Picassos más codiciados del mercado se entremezclan con obras maestras de pintores que han bebido directa o indirectamente del pintor, consiguiendo una interesante y original mirada a través de su legado.

Retrato de Picasso (1998), Fernando Botero
Retrato de Picasso (1998), Fernando Botero Opera Gallery

"La historia del arte del siglo XX se podría escribir como una serie de homenajes a Picasso, ya sean públicos o privados, declarados o secretos", escribe Guillermo Solana, director artístico del Museo Thyssen Bornemisza en el texto inaugural de la exposición. Un homenaje en el que participan nombres como Chagall, Warhol, Léger y Katz, junto con los españoles Lita Cabelut, Miquel Barceló o Xavier Mascaró, que se unen a los ya anteriormente citados, entre otros.

Esta exposición colectiva que podrá visitarse del 12 de mayo al 11 de junio, cuenta con unas 60 obras cuyo valor oscila entre 20.000 y 10 millones de euros, demostrando el poderío de una de las galerías más prestigiosas del panorama artístico mundial. Un envidiable fondo artístico que bien podría colgar en las paredes de los mejores museos del mundo. Y es que todas las obras están en venta, a excepción de la pequeña obra homenaje de Juan Genovés a Picasso que ha sido prestada por la familia para la ocasión.

Juan Genovés. Con tema de Picasso, 1971 Opera Gallery

27 años desde su apertura simultánea en París y Singapur, Opera Gallery cuenta ya con 16 sedes entre Europa, Asia y América, de Seul a Nueva York y Miami, pasando por Londres, Dubai o Mónaco. Ahora ponen la pica en Madrid para ampliar su cobertura de artistas en España y mirar hacia el coleccionismo español, pero también para utilizar su condición de enlace con el mercado latinoamericano.

"Desde hace siete u ocho años nos hemos dado cuenta de que ha crecido el interés de comprar arte como una inversión. Nuestra intención es ofrecer un amplio catálogo de arte de los siglos XX para satisfacer esa demanda, pero también queremos construir nuevos artistas contemporáneos, implicarnos en consolidar su carrera y proporcionarles una proyección internacional", cuenta su fundador.

Antonio Saura. Las tres gracias, 1997 Opera Gallery

Al frente estará Belén Herrera Ottino, avalada por con una larga experiencia en el mundo del arte tras dos décadas dirigiendo la sede de la galería Marlborough en Madrid. Una coincidencia que puede servir para explicar el cambio de titularidad en cuanto a la exclusividad de Genovés, aunque ella misma se encarga de negar que haya ningún tipo de relación entre ambas.

Una de las particularidades que tiene Opera Gallery como institución es la "black room". Una habitación en la que se respira lujo y ostentación en la que los galeristas guardan las grandes obras maestras de la colección. En el caso de la sede madrileña, pueden verse un par de piezas de Chagall y varios Picassos, uno de ellos de su primera etapa en Barcelona datado en 1899. Corona la sala una gran escultura de Yayoi Kusama, consiguiendo un divertido contraste con una de las meninas hechas con resina de Manolo Valdés.

Tras Loving Picasso, la galería espera presentar en Madrid otras monográficas de cara al 2024 dedicadas a Manolo Valdés y también aprovecharán para presentar en España la obra de artistas como Pierre Soulages y Alexander Calder.

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