La surcoreana Parásitos, cinta dirigida por Bong Joon Ho, ha sido la gran triunfadora en la 92.ª edición de los Oscar al hacerse con cuatro premios: mejor película internacional, mejor guion original, mejor dirección y mejor película. Un galardón, este último, con el que hizo historia al convertirse en el primer filme de habla no inglesa que lo consigue.

"Ya estoy preparado para beber esta noche", dijo el cineasta asiático al recoger su segundo premio, el de mejor película internacional, categoría en la que se impuso, entre otras, a la española Dolor y gloria de Pedro Almodóvar.

Nada más lejos de la realidad, ya que Bong Joon Ho tuvo que subir al escenario en otras dos ocasiones para recoger los premios a mejor dirección, un Oscar que el cineasta surcoreano recibió entre elogios a su ídolo Martin Scorsese que tras las palabras del director asiático llegó incluso a recibir la ovación de todo el patio de butacas puesto en pie, y minutos después el histórico galardón a mejor película.

El singular y retorcido retrato de la lucha de clases sumaba así cuatro galardones y certificaba su triunfo sobre la otra gran favorita, 1917 de Sam Mendes, que se tuvo que conformar con tres premios técnicos: mejor fotografía (Roger Deakins), mejor sonido (Mark Taylor y Stuart Wilson) y mejores efectos visuales (Guillaume Rocheron, Greg Butler y Dominic Tuohy).

Una familia obrera

Una familia coreana empobrecida, agobiada por las deudas que vive en un sótano, donde roban el Wi-Fi a su vecino de arriba y soportan a los rezagados borrachos que mean y vomitan en sus ventanas. Sin embargo, la historia de esta familia parece mejorar cuando Ki-woo (Choi Woo-shik) comienza a trabajar dando clases particulares a la hija de una familia acomodada.

Una historia de interés humano

Esta historia aparentemente normal es más extraña de lo que parece. En una entrevista realizada a Bong Joon ho hace años, este afirmó que le encantan las películas de género pero que odia los convencionalismos. En Parásitos nada es lo que parece. El parásito es una cosa y luego es otra. Cambia para aferrarse a su huésped.

Un guion excelente

Las películas de Bong nunca son tan esquemáticas como parecen, y su talento siempre ha sido la capacidad de mezclar alegoría y humanismo. Nunca abandona las líneas emocionales de sus personajes, por lo que incluso sus acciones más extrañas y catastróficas están fundamentadas. Lo que a su vez hace que lo que sucede en la pantalla sea aún más conmovedor. Este trabajo le ha sido premiado con el Oscar a Mejor guion original.

Simbología

Al coreano le encanta crear significados profundos: en un momento dramático, alguien que lucha por un teléfono comienza a imitar la sombría declaración de un ataque nuclear de un locutor de televisión norcoreano. En otro instante, piensas que la película se ha convertido de repente en un grito contra el cambio climático, pero eso también se escapa. El director utiliza todos los trucos narrativos y estilísticos en su libro de jugadas, mezclando y combinando la comedia negra y el suspense, el simbolismo puntiagudo y la violencia aplastante, para mostrar cómo un mundo construido sobre la aspiración, la expectativa y la necesidad sigue obligándonos a cambiar. Y para hacerlo, ha creado un trabajo que está en un cambio constante.

El reconocimiento en Cannes

Parásitos le robó el protagonismo a Érase una vez en... Hollywood en Cannes. La película recibió aplausos espontáneos y entusiastas no solo al final de la proyección, sino también durante la misma. Hasta en dos ocasiones. Los aplausos llegaron en momentos de la trama que eran realmente retorcidos.