Claqueta. Chica conoce a chico. Ella falangista y él militante comunista. Ambos, distendidos de su respectiva postura política, pero no, de su historia de amor. Este es el hilo de Rojo y Negro, el drama bélico e historia trágica de estima y vocación franquista, que contaba los días previos y primeras contiendas de la Guerra Civil.

La cinta, del escultor y director de cine español, Carlos Arévalo, afiliado a la Falange Española, se presentó en mayo de 1942, haciendo coincidir su estreno, con el regreso a Madrid de los primeros repatriados de la División Azul. Rojo y Negro, llevó a la gran pantalla un ambicioso barroquismo visual con escenas icónicas que no escatiman en críticas al bando republicano, a las checas o a la crueldad de sus carceleros. Sin embargo, el filme también muestra el arrepentimiento de un militante comunista, en algo parecido a una apuesta por la reconciliación de ambos bandos. Y esto último, es quizá el punto sobre la 'i' que molestó a unos, probablemente por su sinceridad, a otros, por la crudeza de un relato que no admite más engreimiento que la barbarie, y a Franco, por la imagen sin maniqueísmos del enemigo. Punto, que hizo que en apenas cumplidas unas semanas de su exitoso estreno en el Capitol de Madrid, la cinta fuese prohibida y todas sus copias secuestradas.

No quedó ni rastro de ella, y casi tampoco, de uno de los cineastas más prometedores del cine español de la postguerra. Arévalo, fue condenado al ostracismo y destierro y vió cómo sus proyectos recibían cada vez más trabas por parte de la censura y la administración, obligándole a abandonar el cine durante 12 años.

La película pasó a convertirse en un secreto hasta los años noventa, cuando fue recuperada por Filmoteca Española: «alguien, jugándose el pescuezo en su momento, salvó de la hoguera un duplicado de Rojo y negro. Y nosotros, afortunados mortales, muchos años más tarde y por azar, lo hemos reencontrado», declaraba Mariano Gómez Parrondo, del Departamento de Investigación de la Filmoteca Española, años más tarde en declaraciones a Vía Libre.

La cinta consiguió entonces el elogio crítico y académico, y el largometraje se convirtió en un clásico indiscutible a pesar de su cuestionable carga ideológica. Sin embargo, fuera de proyecciones en filmotecas y centros culturales, la película sigue siendo un interrogante consecuencia de la censura.

O al menos lo era hasta ahora, momento en que la plataforma de streaming de cine español FlixOlé, ha restaurado y reestrenado el largometraje en HD. La película, dicen desde la plataforma del cine español, «llegó muy defectuosa y arañada, y con la imagen muy inestable, con muchos parpadeos de luz. Se ha escaneado en una calidad 4K tras su limpieza fotograma a fotograma».

Humanizar a personas como los comunistas no iba en la línea del régimen»

PLATAFORMA FLIXOLÉ

La que fuere (o es) considerada un clásico mayor de nuestro cine, «un mito dentro del séptimo arte», reaparece ahora destapando todas las cuestiones que se esconden detrás de su repentina desaparición: «al propio dictador y a los estamentos militares no les sentó muy bien que la película presentase una visión humanizada del comunista. La contienda se entendió como una guerra contra el diablo, así que humanizar a personas como los comunistas no iba en la línea del régimen», señalan desde el portal especializado en cine español. A esto se suma la figura de la protagonista, una mujer «valiente, capaz de arriesgar su propia vida y acercarse al enemigo para luchar por lo que cree que es justo».

FlixOlé supone ahora un ajuste de cuentas con el pasado y la oportunidad de ver una película que muchos quisieron enterrar.

Otras 'tijeras' de la censura

La censura se convirtió en una praxis más que habitual durante el régimen franquista. Propaganda o censura, era el dilema. La dictadura corregía guiones, revisaba escenas polémicas, y prohibía cualquier atisbo de crítica a Franco o el régimen.

Bardem, Berlanga, Fernán Gómez, De la Iglesia o Buñuel toparon con ella y conocieron el tijeretazo encargado de coartar la libertad de tantas de sus producciones: «Corte el plano de la entrepierna», «la adúltera debe morir al final», «a Emilio Gutiérrez Caba se le ve el hermano pequeño...».

Algunos cineastas españoles decían que la censura se inventó sobre todo para dos de ellos: Berlanga y Bardem. Y estaban en lo cierto; pero hubo más.

El escritor, actor y director teatral y cinematográfico, Fernán-Gómez, fue tachado de persona non grata por el régimen en varias ocasiones. El mundo sigue, no fue su única batalla con la censura; la película El extraño viaje, hoy cumbre del cine español, era sinónimo de crítica a una sociedad atrasada, reprimida e ignorante. Rodada en 1964, no consiguió proyectarse en la gran pantalla por ser según el régimen, «una obra de ínfima calidad y nulos valores artísticos».

Luís Buñuel, por su parte, es otro de los cinematográficos castigados por la censura franquista. En el final original de su película Viridiana (1961), la protagonista llegaba a casa de su primo y cerraba la puerta tras de sí. Sin embargo, el censor jefe de la época no creyó que aquella escena fuese apropiada y sugirió que acabara con los protagonistas jugando al mus.

Buñuel aceptó el cambio y rodó el final de la película con Viridiana, su primo Jorge y su criada Ramona jugando una partida de cartas, algo, que supuso para el franquismo, una referencia a un trío sexual. Tras el estreno de la película, el régimen ordenó la destrucción de todas sus copias.

Otras de las películas que probaron suerte toreando a la censura franquista son La Venganza (1958), de Bardem, Al otro lado del espejo (1973), de Jorge Grau, La Caza (1966) de Carlos Saura o Noches de verano (1962), la transgresora película de Jorge Grau sobre el adulterio, el fracaso del matrimonio y la mala vida de los burgueses de la época.