La de Los cuatro fantásticos es una historia, como la de X-Men o Spider-man, de derechos. O sea, de quiénes tienen la patria potestad. En plena expansión del género de superhéroes, con el por entonces desconocido Iron Man como piedra angular, Marvel no podía sacar su artillería pesada, pues, como en el fútbol, había cedido sus viejas glorias a otros estudios de cine. He ahí las trilogías, a principios de los dos mil, de la patrulla mutante y del hombre araña. Producidas por Fox antes de su absorción por la todopoderosa Disney, fueron un éxito gracias a sus directores Bryan Singer y Sam Raimi, y a un casting afinado. Recuerden el Lobezno de Hugh Jackman o la Mary Jane de Kirsten Dunst. Nacieron para el papel, como el Superman de Christopher Reeves.
Hubo patinazos, como el Daredevil de Ben Affleck (futuro Batman) o la Elektra de Jennifer Garner. Entremedias, Ang Lee apropió de un Hulk reivindicado 22 años después. De toda aquella producción, casi siempre centrada en los orígenes del titular, Los cuatro fantásticos –primer equipo de superhéroes de Marvel sobre el papel– se quedó en tierra de nadie.
Capitán América fue el Señor Fantástico
Ioan Gruffudd, Jessica Alba, Chris Evans (antes de Capitán América) y Michael Chiklis fueron los elegidos como los cuatro científicos que durante un viaje al espacio adquieren superpoderes debido a la radiación cósmica. El casting era –y es– inmejorable, aseguran sus defensores. Era Los cuatro fantásticos, a fin de cuentas, una película tontorrona, infantiloide, con un guion que hacía aguas –seguía el abecedario del género sin ningún punto diferencial– y un villano que dejaba bastante que desear; el recién fallecido Julian McMahon hacía de Doctor Muerte, el mismo que resucitará Robert Downey Jr. en la próxima Vengadores. La nostalgia de los dos mil, como sucede con Superman Returns, ha tratado bien a Los cuatro fantásticos de 2005. No así a la secuela de 2007, cuyo patinazo en taquilla frustró el cerrar la trilogía.
A la cuarta fue la vencida
Sin pena ni gloria también pasó el reinicio de Los cuatro fantásticos, hace sólo diez años, a cargo de Josh Tank, cuya humilde incursión en el género de superhéroes con Chronicle (2012) le abrió las puertas a Hollywood. El casting para sus integrantes, reducidos a adolescentes, fue un juego de equilibrios con intérpretes más o menos famosos como Jamie Bell y Kate Mara y estrellas emergentes como Miles Teller y Michael B. Jordan. Todos ellos rondaban los treinta y la propuesta era un mejunje del Batman de Christopher Nolan y el Spider-man de Sam Raimi con aires a David Cronenberg, maestro del terror (he ahí La mosca) No debió ser coser y cantar tras las cámaras.
"¿Puede Marvel recuperar los derechos de Los cuatro fantásticos?", se preguntaban algunos. "¿Habrá alguna vez una película realmente buena de Los cuatro fantásticos?", se preguntó el periodista David Sims en un artículo de The Atlantic. ¿Por qué es tan difícil adaptar este cómic a la gran pantalla si Thor y Capitán América cohabitan felizmente en la gran pantalla? Stan Lee y Jack Kirby crearon en 1961 a un equipo de superhéroes cuya dinámica era familiar. Señor Fantástico era el padre recto. La Mujer Invisible era la madre cariñosa. La Antorcha Humana –el listillo– y La Cosa –el gruñón– eran sus hijos. No puede uno tomarse muy en serio a Los cuatro fantásticos, pues su fundación es ya de por sí cursi, hortera. Quizás, predecía el periodista David Sims, había que volver a esos años sesenta.
Los cuatro fantásticos: primeros pasos
Y parece que Marvel, una vez recuperó los derechos de Los cuatro fantásticos gracias a la absorción de Fox por parte de Disney, ha logrado finalmente una buena película. Falta le hacía tras la tibieza con la que el público ha recibido las cuartas partes de Thor y Capitán América. Así Pedro Pascal (Señor Fantástico), Vanessa Kirby (La Mujer Invisible), Joseph Quinn (La Antorcha Humana) y Ebon Moss-Bachrach (La Cosa) se suman a una nave, la de Marvel, que estrena nueva fase, la sexta, tras Thunderbolts*, cuyo asterisco revela otro título, Los nuevos vengadores, una suerte de Escuadrón suicida marvelita. Y aquí se dejan de prolegómenos y recurren al multiverso –el de Doctor Extraño– para abrazar una estética retrofuturista, la de los años sesenta, la de Mad Men, que también reprodujo la teleserie de Marvel mejor valorada, Bruja Escarlata y Visión. El juego de palabras está hecho: Los cuatro fantásticos es fantástica.
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