Hoy hubiese cumplido 51 años un ser brillante que sufrió. Su marcha repentina y para siempre nos dejó como esa antigua aguja de tocadiscos que llega al final del surco y da vueltas a 45 revoluciones por minuto en silencio, esperando que alguien la levante.

Fue todo un shock, justo cuando ya en las radios comenzábamos a avisar de lo que sería una enorme gira y disco de Los arándanos amargos. Había cancelado la anterior por inconsciente: agarró apasionadamente mal una guitarra que le causó (cómo no) enormes dolores de espalda.

Ilusionada con su proyecto paralelo, Dark, y tras una conversación de madrugada con su madre, el alcohol no le perdonó la vida dentro de aquella bañera.

En 2013, reconoció que desde los ocho y hasta los 12 años de edad había sido abusada sexualmente por un amigo de la familia

O'Riordan siempre aseguró haber tenido una infancia idílica, que incluía dormir y comer caliente y hasta una buena dosis de espiritualidad. La creímos. Hasta que en 2013, en una entrevista, reconoció que desde los ocho y hasta los 12 años de edad había sido abusada sexualmente por un amigo de la familia. Un sufrimiento largo, muy largo. Cuando tienes doce, cuatro es más de la mitad de tu vida consciente.

Recuerdo cómo llegó esta mujer a ser un éxito mundial. Combinaba bien aquellos acordes melódicos con letras emocionales y crudas, junto a un timbre de voz que a veces rozaba el quejido. Sus inflexiones a modo de “gallo” controlado forman parte ya de la Historia. Es curioso que la primera canción que ella compuso para el grupo fuera su éxito más internacional: Linger.

Era una voz de acero, en un ser que parecía herido, pero brillante. Toda una sirena con cantos sobre lo personal y la política que la convirtieron en una de las estrellas más potentes de la era del rock alternativo.

Su historia es la de una mujer que escapa de la pequeña ciudad de Limerick, siendo la menor de siete hermanos. Su padre, un trabajador agrícola que resultó herido en un accidente de bicicleta que le impidió trabajar, fue todo un referente. Además de los abusos que vivió, su hermana incendió accidentalmente la casa familiar. Y eso no se vive fácil.

Tuvo que esmerarse para conseguir entonar, porque sabía que su voz le abriría puertas. Noel Hogan, su mentor en la banda, siempre recordará el momento de agregarla a su proyecto musical, así: “nos sorprendió que esta pequeña niña de Limerick tuviera una voz tan increíble. El hecho de que ella no estuviera ya en una banda fue un milagro”

En España siempre se la recordará, y se la ha recordado, con su gran éxito total: Zombie.

En este vídeo lo vemos claro. En blanco y negro, con la potencia de las guitarras que reprensentan la crudeza que va mucho más allá de lo que nos venden en la teletienda, y con las fuerzas armadas de su país junto a un grupo de ángeles dorados. Para qué queremos más.

Nos saltaremos deliberadamente su vida personal desde el verano de 1994 hasta el final de sus días. Porque no toca. Estamos recordando a alguien que, a día de hoy, habría ofrecido los conciertos más intensos y seguramente sacado un disco cada seis o siete años, como mucho. Lo justo para digerir las cargas de profundidad que su forma de cantar transmitía.

Como dijeron sus paisanos Bono y el resto de la banda U2 en un comentario sobre su muerte, hace ya más de cuatro años: “tenía una enorme fuerza de convicción… pero podía hablar de la fragilidad de todos nosotros”.

En el mundo de la música nos falta Dolores.