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Sánchez Dragó: "Vivo en una realidad literaria, en un mundo hecho de mi amor por el peligro"

El escritor y periodista Fernando Sánchez Dragó. Pablo Barrilado

El escritor y periodista Fernando Sánchez Dragó ha muerto esta mañana a causa de un infarto en su casa de Castilfrío de la Sierra, en Soria, a los 86 años de edad. El pasado 26 de marzo 'El Independiente' publicaba esta entrevista, la última que dio el autor a un medio de comunicación en la que hablaba de su familia, su profesión, sus anhelos y su falta de miedos.

Fernando Sánchez Dragó (Madrid, 1936) lleva varias semanas siendo uno de los protagonistas políticos de nuestro país. El escritor y periodista que señaló a Ramón Tamames como candidato a la moción de censura de Vox asegura que ha sido todo un éxito y que ha supuesto una revancha histórica.

Autor de más de 53 libros, presentador de televisión, periodista en zonas de conflicto, tsunamis, terremotos... Lleva años viviendo de polémica en polémica, ya sea por sus opiniones políticas o su pública vida sexual.

Fernando Sánchez Dragó sentado en un sofá de su casa, donde su exmujer dio a luz a su hijo pequeño. PABLO BARRILADO Pablo Barrilado

Recibe a El Independiente en su casa de Malasaña, pared con pared con el hogar madrileño de Esperanza Aguirre, y en el sofá en el que su exmujer dio a luz a su último hijo.

Duerme, come y escribe rodeado de libros y asegura que lee uno al día desde que tenía 3 años. No le interesan los autores actuales y tampoco ve cine español. Se fía tan poco de los periodistas, a los que tilda de locos y voceros de sus amos, que quiere desprenderse de su título. Habla rápido, dice haberse divertido con la moción y está preparando un libro sobre el apocalipsis. El suyo.

Pregunta.- En su página web asegura que va "a pecho descubierto, desnudo por el mundo, sin dios ni ley ni patria ni rey ni frontera". 

Respuesta .- Eso es verdad, lo he escrito yo. Si te vienes a Castilfrío de la Sierra, donde está mi verdadera casa en la provincia de Soria, verás que hay un azulejo en la puerta donde me defino. Pone: "Aquí vive Fernando Sánchez Dragó, escritor y viajero". Cualquier otro adjetivo que se me adjudique es falso, anecdótico, casual, pasajero. 

P.-  En Wikipedia le definen como escritor español, polemista de derechas y periodista. 

R.- Ni soy de derechas ni soy polemista. Y periodista ahora… Estoy pensando en poner en mi perfil experiodista, porque el periodismo se ha convertido en algo con lo que ya no me identifico lo más mínimo. 

Soy de una estirpe de periodistas. Mi tío abuelo fue director de La Vanguardia, mi abuelo fundó la Asociación de la Prensa de Madrid, mi padre era el periodista más brillante de su generación y a los 26 años ya dirigía la agencia de prensa más importante del país al lado de France Press. Así que por mis venas corre sangre de linotipias pero ya no hay linotipias. 

Antes los periódicos estaban en la calle, estaba aquí en San Roque el Informaciones, el Madrid, en Maldonado o en Serrano, el ABC. El periodista cogía el pulso de la calle, salía, tomaba cervezas… Ahora el periodismo es corta y pega, y ya sabemos que todas las cabeceras están al servicio de alguien que puede ser una multinacional, una gran empresa, un gobierno, un partido político o una determinada ideología. Afortunadamente siempre hay excepciones para todo pero la mayor parte de los periodistas en estos momentos son las voces de sus amos. 

P.- Es lo mismo que dice Pablo Iglesias.

R.- La verdad es la verdad la diga Agamenón o su porquero. Él ha montado un canal al servicio de una determinada ideología, que es una ideología totalitaria. 

P.- Usted dice que carece de ideología pero entró a formar parte del PCE en la Universidad y ahora ha sido la cabeza pensante de una moción de censura con Vox. Son dos partidos con ideologías muy marcadas. 

A mí lo que me divertía era conspirar, si en lugar de Franco hubieran estado allí los otros, hubiera conspirado contra los otros

R.- Lo único que compartía con el Partido Comunista era una épica. La política, como su propio nombre indica, nace con una invención diabólica que es la ciudad, la polis. Yo no soy un hombre de ciudad, soy un personaje secundario de película del oeste, soy como John Wayne en pequeñito, soy de campo. La política consiste en que unos señores que no sirven para nada más se inventen unos problemas, los agiten y convenzan a los demás a través de los medios de comunicación de que ellos son necesarios para resolver esos problemas que ellos mismos se han inventado y que no existen. Eso es la política, así que yo jamás en mi vida he tenido ideas políticas. 

Es verdad que me metí en el PCE. Vamos, no me metí, lo cree junto a los de entonces: Tamames, Pradera, Múgica… porque no existía dentro de la universidad. No era un partido en el cual te daban un carnet, pagabas una cuota, figurabas en algún lugar; éramos cuatro amigos que nos reuníamos a tomar vermuts en el bar y conspirábamos contra Franco. A mí lo que me divertía era conspirar, si en lugar de Franco hubieran estado allí los otros, hubiera conspirado contra los otros. Seguro.

P.- ¿Y ahora con Vox?

R.- Lo mismo. Por lo pronto hay una especie de revancha histórica. El hecho de que mi viejo amigo Ramón Tamames, con el cual compartí cárcel, se haya convertido en protagonista de la vida nacional durante unos días es algo que me llena de satisfacción y de orgullo. Luego, por otra parte, todo esto era divertido. La vida parlamentaria es aburridísima y entre otras cosas es aburridísima porque parlamento significa hablar y ahora nadie habla. Tamames sí habló, el resto sólo leían. 

Así que me parecía divertido, me estimulaba intervenir en una moción de censura. De todas maneras, esto fue absolutamente casual y anecdótico. Estaba en una comida con amigos, no tengo absolutamente nada que ver orgánicamente con Vox ni con ningún otro partido, alrededor de un plato de gambas y de una botella de vino y, claro, se habla de muchas cosas entre ellas de una moción de censura.

España está en una situación difícil por este Gobierno que sólo deja tierra quemada a sus espaldas, que se ha cargado las instituciones, la vida democrática. Estamos en una autocracia no en una democracia, estamos en una cacocracia y en una cacacracia. En una situación como esta me vino la imagen de De Gaulle o de Cincinato, naturalmente nadie sabe quién es Cincinato ahora, pues se me ocurre y pienso en quién podría ser. Me habría gustado proponer a Escohotado pero estaba muerto, o a Unamuno pero estaba más muerto todavía, o a Ortega y Gasset… Pero es que están todos muertos. De nosotros los de entonces, aquellos regeneracionistas, porque nosotros fuimos regeneracionistas igual que lo habían sido en el 98 Antonio Machado, Azorín, Pio Baroja, Unamuno… Pues se me ocurrió el nombre de Tamames. 

Lo solté, interesó, llamé por teléfono desde este mismo sillón y le dije: "Oye, Ramón, quieren hablar contigo los de Vox porque te quieren proponer y tal". Y le pareció bien abrir negociaciones y así se puso en marcha un mecanismo en el que yo asistí a las primeras reuniones pero como convidado de piedra.

P.- ¿Si le parecía tan divertido por qué no se propuso usted?

R.- A mí me han ofrecido muchas cosas en la vida, entre ellas, y en tres ocasiones, ser ministro de Cultura. ¿Tú me ves a mí de ministro de Cultura? Yo que llegué a Katmandú antes de que llegaran los hippies. ¿Tú me ves a mí con corbata, me ves a mí con traje? No sirvo para estar anclado a un puesto. 

El primero que me lo ofreció fue Joaquín Garrigues, imagínate. El segundo, Antonio Garrigues cuando la operación Roca. Y no es que Aznar llegara a ofrecerme ser ministro de Cultura pero es que los de tu casta, los periodistas y demás, estabais creando el runrún de que quería que ocupase el cargo. En aquel momento yo estaba en la universidad de Kioto y le escribí una carta, de la que conservo una copia que la voy a enmarcar y a colgar en la pared, en la que le decía: 

“Querido José María,

Yo ya sé que tú no estás tan loco como para proponerme que sea ministro de Cultura pero por si acaso, teniendo en cuenta que se está diciendo mucho, mucho, mucho; ya te digo varias cosas. Primero, debido a los líos de mi vida, de mis mujeres, la cantidad de hijos que tengo, necesito ganar más dinero para sostener este mundillo que me rodea que el del sueldo de un ministro. Segundo, yo no sirvo para un puesto así. Y tercero, si me nombras ministro de Cultura, aceptaré por curiosidad de escritor. Pero ya te digo lo que voy a hacer si esto ocurre: me voy a vestir de saharaui, me voy a llevar las Meninas al comedor de mi casa y me voy a fumar un porro”.

Claramente, no me lo pidió. 

No hubiera servido para eso (la moción). Imagínate ahora que los medios de comunicación se dedican siempre a utilizar argumentos como si hiciste la primera comunión, si estuviste en el PCE, si tuviste un amigo falangista, si has ligado con Bárbara Rey… Me fríen, imagínate, así que habría sido un flaco favor para Vox, para la moción y para la vida política española. 

P.- Puso el miércoles en Twitter que la gente le escribía asegurando que la moción había sido “edificante, ejemplar, histórica, perfecta, misión cumplida, gracias”. Pero la moción fracasó.

R.- Te los puedo enseñar, los tengo ahí. No, perdona, es que mira, vuelvo a decirlo: los periodistas están locos o yo estoy loco. Leo lo que dice la prensa de la moción de censura y me hago cruces, no hemos visto lo mismo. Una moción de censura es una moción de cen-su-ra, cuya función principal es la censurar, es decir, la de criticar a un gobierno y, si se gana, derribar a ese gobierno.

P.- Entonces la pierden.

El señor Tamames desenmascaró a los políticos y es lo que me están diciendo en estos momentos las decenas y decenas de personas que se ponen en contacto conmigo

R.- La Constitución española, a diferencia de otras constituciones, determina que la moción de censura debe ir acompañada por la presentación de un candidato de investidura pero eso es un capricho de la Constitución española: lo importante es la censura, no la investidura. Ya se sabía que no iba a derribar al Gobierno porque por aritmética no era posible, aquí los diputados están atornillados porque normalmente viven de la política, con lo cual se están jugando su propio garbanzo y los de sus hijos si cambian su voto o si incumplen la disciplina de voto. 

El señor Tamames desenmascaró a los políticos y es lo que me están diciendo las decenas y decenas de personas que se ponen en contacto conmigo a través de los correos y de Twitter. Fue una lección de naturalidad, de sensatez, los dejó a todos con el culo al aire. 

P.- Pero las encuestas no dicen lo mismo: esta moción de censura ha dado más fuerza a la izquierda y ha perjudicado a la derecha. 

R.- ¿Pero qué son las encuestas? La gente en las encuestas responde mentiras. Responden en función de su ideología y aquellos que pertenecen al Partido Socialista dirán que el mejor fue Sánchez y los de Vox, que fue Santiago Abascal y las personas sensatas te dirán que Tamames nos dio una lección. 

Creo que la moción de censura cumplió plenamente sus funciones. Además, ¿qué es lo que se pretendía con ella, que cayera Sánchez? No lo pretendía nadie. ¿Qué fuera el próximo presidente del Gobierno Tamames? Bueno, yo he sugerido que al menos lo incluyan en las listas electorales del mes de diciembre como senador o lo que sea porque seguramente va a cosechar muchos votos. 

Lo que se pretendía era criticar, censurar y propagar las carencias, las deficiencias y los errores cometidos por este Gobierno y eso se consiguió plenamente. Incluso antes de celebrarse ya se había ganado porque estaba la discusión en la calle, es decir, se había criticado al Gobierno y eso había llegado a amplias capas de la población. Y no solo eso, en Europa los tontitos estos, los de la UE que nunca se enteran de nada y que vienen a España como venía Próspero Mérimée creyendo que esto está lleno de Cármenes, de toreros y de Luis Candelas se han enterado un poco de lo que está pasando en España, que no se enteraban. Para eso sirve la moción de censura y desde ese punto de vista es evidente que ha sido un éxito completo. Lo que digan las encuestas…

P.- ¿Cuánto daño les hizo que se supiese el contenido del discurso antes de la moción?

R.- Nos aguó un poco la fiesta y también a Tamames, que pecó de ingenuidad. Bueno, vete tú a saber cómo se hicieron con el discurso porque Tamames incluso insinuó que podría haber sido hackeado su ordenador. No lo sabemos ni lo sabremos nunca. En cualquier caso, suponiendo que él se lo enviara a algunos amigos y teniendo en cuenta que España es una gran corrala y que aquí se filtra siempre todo, es evidente que si se lo habías enviado a varias personas pues ellas se lo hayan enviado a otras y bueno, pues el descontrol es absoluto. 

Lo que pasa es que Tamames cambió algunas cosas de su discurso, de hecho esas cosas que había dicho en entrevistas… Es que claro, las entrevistas, y estoy siendo entrevistado, falsean siempre al personaje entrevistado y no lo digo por una mala intención del periodista sino porque lo que yo estoy diciendo llenaría diez o doce ejemplares de un periódico en papel. Bueno, ahora como es prensa digital podrías escribir El Quijote pero te pondrán un límite. Entonces, tú vas a entresacar de lo que te digo, de contexto, inevitablemente y no con malas intenciones, con la mejor incluso pero estás falsificando al personaje. 

El periodismo no es un medio de información, es un género literario, aburridísimo y últimamente muy malo"

La gente me dice mucho: "No, es que tú has dicho". Y les digo: "No, perdone, yo no he dicho tal cosa, hay un periodista que ha escrito que he dicho tal cosa pero yo he dicho muchas más cosas arropando esa frase, esa idea destacada". Desde ese punto de vista las entrevistas periodísticas son siempre una falsificación. Yo he estado 50 años de mi vida haciendo un programa de televisión y no cortaba, solo hacía planos secuencia como Hitchcock porque todo lo que sea montar, todo lo que sea editar, es falsificar incluso con la mejor intención. Tú vas a editar esta entrevista, por consiguiente vas a falsificar muchas de las cosas que estoy diciendo. El periodismo no es un medio de información. Es un género literario, aburridísimo y últimamente muy malo. 

P.- ¿Está Tamames satisfecho?

R. Pues acaba de publicar su libro, a todo meter, y ya está en Amazon. O sea, yo creo que Tamames está contento de sí mismo y tiene motivos para estarlo. 

P.- ¿Ha hablado con él y con Vox?

R.- No he tenido el más mínimo contacto con la gente de Vox pero sí con Tamames, al que he reenviado un montón de correos donde le ponen por las nubes. También le he aconsejado que cuando hable en público no utilice la muletilla en la cual incurrió bastantes veces, que fue el "etcétera, etcétera" que suena fatal en un discurso y él me ha contestado: "Gracias, Fernando, lo tendré en cuenta". Pero vamos que está encantado de la vida porque es su momento de gloria.

P.- Ayuso ha roto con Monasterio asegurando que no le iban a arrastrar a la deriva de Vox, ¿usted simpatiza con ambas, no?

R.- Tengo mucho apreció a Ayuso y a Monasterio. Allá cada uno con sus ideas, pero carezco de información. Yo leo los titulares, que los hace un becario, y no tiene nada que ver lo que dice el titular con la realidad. No tengo información, no me interesa la actualidad, a mí me interesa la historia. 

P.- El último premio literario que ha recibido, el de las letras de Castilla y León, ha sido muy polémico ya que al ser concedido por un gobierno de PP y Vox, la oposición aseguró que se lo dieron por afinidad ideológica. 

R.- No tengo ninguna ideología, procuro tener ideas. La ideología es lo contrario de las ideas, es como disecar una mariposa. Tú ves a la gente de izquierdas, por ejemplo, que te dice que ellos son de izquierdas de toda la vida. Pues mire, si usted dice eso es un perfecto idiota porque uno no tiene que ser siempre lo mismo. Todo va cambiando a lo largo de la vida, yo no tengo la misma cara que tenía con 20 años y la ideología te diseca como una mariposa que la clavas con un alfiler en un papel. Eso que dijo ese señor (Luis Tudanca), del que desconocía su existencia hasta el momento en el que lo dijo, es una de las tantas estupideces que dicen los políticos, los sectarios. 

Tengo 53 libros publicados, dos Premios Nacionales de Literatura, dos Premios Nacionales del Gremio de Editores, el Premio Planeta finalista y ganador, el Premio Fernando Lara, el Martínez Roca, incluso el Ondas de Radio. Entonces, ¿se me da un premio literario de las letras de Castilla y León, cuando esta tierra está en toda mi obra, y se me da por mi ideología de la cual carezco?

El escritor y periodista Fernando Sánchez Dragó. PABLO BARRILADO Pablo Barrilado

P.- Dice en varias entrevistas que desde los 3 años lee un libro al día. 

R.- Mira, mira (señala una mesa llena de libros), esos son los libros de lectura inminente, los que estoy manejando ahora. Cuando digo que he leído más de 30.000 libros la gente inmediatamente piensa que estoy faroleando, que es mentira, que exagero… Pero es verdad. 

Empiezo a leer a los 3 años un libro al día y tengo 86 años, pues calcula. La lectura es mi vida, el libro es mi vida, la literatura es mi vida. Soy escritor desde que me acuerdo, mi primer libro de memorias, Memorias de un niño raro, empieza en mi primer recuerdo. Mi madre estaba muy orgullosa de lo bien que leía su hijito con 3 años, tenía una dicción muy clara con las jotas y las erres. Entonces vino una visita a casa y me sacó con un librito, leí unos párrafos y fui muy aplaudido. Una hora después, cuando la señora ya se había ido, me llamaron para que me despidiera de ella y en el rellano me preguntó: "¿Y tú qué vas a ser de mayor?" Y con un aplomo formidable que sorprendió a mi madre, que sorprendió a la señora y que incluso me sorprendió a mí, dije: "Voy a ser escritor". Y todo lo que yo he hecho en la vida, todo lo que hago y todo lo que haré ha sido siempre encaminado a ser escritor.

Vivo en una realidad literaria. A mí la realidad fenomenológica, lo que nos transmiten los sentidos, no me interesa lo más mínimo. Bueno, puede divertirme, puedo dedicarle alguna atención de vez en cuando, pero yo vivo en una realidad literaria. Soy como Tom Sawyer, como Guillermo, que probablemente a ti no te dirá nada porque ya nadie sabe quién fue aquel héroe de mis lecturas infantiles, aquel anarquista triunfante. 

P.- ¿Y cómo es ese mundo literario en el qué vive?

R.- Fundamentalmente está hecho de mi amor al peligro, a mí me gusta el peligro. Estoy constantemente buscando situaciones peligrosas. No estoy ahora en Ucrania porque le digo a un director de periódico que quiero ir y ahora no me envía y también está que con 86 años es un poco difícil. Pero todas las mañanas me levanto diciendo: “Me voy a Ucrania, me voy a Ucrania, me voy a Ucrania”.

He estado en la guerra de Vietnam, he estado en mil guerras. Cuando estalló el tsunami de Fukushima, que me pilló en Bangkok, pues me fui al aeropuerto para irme allí, hice lo contrario que el resto de periodistas, menos David Jimenez, que fue al escenario de la catástrofe conmigo. Todos los demás se fueron a lo mismo que estuvieron haciendo con la Guerra de Vietnam, que era inventársela. Cuando llego a la Guerra de Vietnam, en el momento álgido después de la Ofensiva del Tet, en 1968, descubro que los periodistas que nos están transmitiendo esa idea romántica que a todos nos arrebató con la contracultura de los hippies, de Katmandú, estaban viviendo en muchas partes pero nunca en donde había conflicto. Sí que había en cambio mujeres, películas francesas y lo que tenían era un currito en Saigón que les transmitía lo que estaba pasando y con eso hacían sus crónicas. A mí es que me gustaba estar allí, cuando he oído balas rozándome las sienes he sido inmensamente feliz. El peligro es energía, eso que llamamos libido que sirve para el sexo, para el arte, para el viaje, que sirve para todas las actividades importantes de la vida, es la manifestación de la divinidad, el anima mundi. Esa es mi religión. 

P.- Y ahora que no va a ir a Ucrania, ¿dónde encuentra el peligro?

R.- Por lo pronto, y creo que esto es público y notorio, tengo una inaudita capacidad para meterme en líos. Ahora termino de hablar contigo, salgo a la calle a tomarme un café en la taberna de la esquina y me meto en un lío. No me falta el peligro. Luego, vamos a ver, tengo 86 años, un hijo de 10, aparte de otros tres, al mismo tiempo una novia de 30 años. ¿Tú sabes el peligro constante al que está sometido una persona de 86 años que tiene una novia de 30 y un hijo de 10? Me basta y me sobra con ese peligro. Aunque tengo que decir que mis situaciones de mayor peligro en estos momentos sin ninguna duda son las mujeres. ¿Cómo voy a estar tranquilo? Si el mundo está lleno de chicas guapas. Ahora sales a la calle que llega la primavera y empiezan a despojarse de sus vestiduras. ¿Cómo vas a estar tranquilo? Vives en una continúa tentación, silban las balas de las chicas guapas. 

P.- Usted estuvo investigando sobre la muerte de su padre en la Guerra Civil durante muchos años, pero ha escrito en contra de la Ley de Memoria Histórica. 

El largo y lento proceso que condujo a la Constitución no empezó exactamente con nosotros en el 56, empezó un par de años antes cuando la reina Isabel de Inglaterra fue a Gibraltar"

R.- Lo cuento en mi libro Muertes paralelas, la novela que ganó el Lara. Esa novela empieza cuando yo voy a parar a la cárcel, una vez más, y abarca desde el día que yo llegué a la universidad hasta el día que, bastantes años después, me voy al exilio. Cuenta con mucho detalle, por supuesto es una recreación literaria, todo lo que fue aquel motín antifranquista, aquel movimiento regeneracionista. A decir verdad, lo que hoy llamamos democracia y Constitución se puso en marcha entonces. Lo que pasa es que nosotros cuando estábamos en la cárcel decíamos, y creíamos, que Franco no pasaba de la Nochebuena. Estoy hablando de 1956. Duró casi 20 años más. Pero es verdad que pusimos en marcha un lento y largo proceso que culminó en 1978 con la democracia.

Pero a mí me hizo mucha gracia en la intervención de Tamames que aludiera a lo de Gibraltar español, como última colonia, porque el largo y lento proceso que condujo a la Constitución no empezó exactamente con nosotros en 1956. Empezó un par de años antes cuando la reina Isabel de Inglaterra, que acababa de ser entronizada, decidió hacer una gira por la Commonwealth parando en Gibraltar y eso exasperó a los falangistas. 

Estaba entonces en primero de Derecho, en la calle San Bernardo, y llegué a las 9 de la mañana a la clase de Historia del derecho que pronunciaba Don Manuel Torres López, decano de la facultad. Era un aula inmensa, éramos como 1.000 alumnos. Entonces entró y con su vozarrón dijo: "Bueno, ya sé que se ha convocado una manifestación pro Gibraltar español y yo seré el primero que vaya a esa manifestación". Así que como un solo hombre nos levantamos las 1.000 personas que estábamos en aquel aula y salimos a la calle. Nos encontramos con un camión que llevaba piedras para la construcción y nos llenamos todos los bolsillos y después de pasar por ciudad universitaria y sacar de las facultades a todos los estudiantes llegamos un gentío imponente a la calle de Fernando el Santo, que es donde estaba la Embajada Británica y la rodeamos.

Allí se desbocó todo y aquella manifestación, que era apoyada por el régimen de Franco y apoyada por los falangistas, se desmadró por completo. Cargó la caballería, los grises a caballo, y fue cuando ocurrió esa anécdota tan conocida de que el embajador inglés llamó por teléfono al ministro del Interior y este le dijo: "No se preocupe usted señor embajador, inmediatamente le envío más policías". Y el embajador le dijo: "No, no, no. Le llamo para que me envíe menos estudiantes". Allí nació la oposición a Franco.

¿Esto por qué te lo decía?

P.- Le he preguntado que cómo alguien que buscó a su padre asesinado por los nacionales durante años escribió en contra de la Ley de Memoria Histórica.

R.- Entonces, ya llega el 56 y me detienen y el sábado 12 de febrero están pasando a limpio mi declaración cuando entran dos inspectores y entra de repente Conesa, que era el policía más famoso, y que luego se convirtió en súper agente de la democracia, y se coloca detrás del inspector que estaba pasando a limpio mi declaración, la lee así por encima del hombro, se agarra un cabreo imponente, saca la declaración, la rompe en cuatro pedazos y les dice: "Sois gilipollas, este niñato os está tomando el pelo. Declaración nueva inmediatamente". Y se viene hacia mí, que estaba allí acojonado en la silla, y me dice: "Para hacer revoluciones hay que tener pelo rizado en los cojones y tú eres un niñito de mierda que estás aquí porque eres un resentido porque matamos a tu padre”. 

Hasta ese momento creía que a mi padre lo habían matado los republicanos. En fin, los rojos. ¿Por qué? Soy hijo póstumo, no lo conocí, y a un niño se le dice: "Tu papá ha muerto en la guerra". Ese niño está recibiendo los mensajes de lo que era el entorno español de aquellos momentos, donde los malos eran los republicanos y los buenos, los nacionales. Inmediatamente pensé, y así transcurrió toda mi infancia y toda mi adolescencia, que a mi padre lo habían matado los rojos. Me entero estando detenido por antifranquista que a mi padre no le han matado los que yo creía, sino los otros. Me quedé lívido, fue un puñetazo en el estómago. Fue una tragedia griega. Entonces me di cuenta de que para averiguar quién soy, porque somos los hijos de nuestros padres, los nietos de nuestros abuelos, tenía que saber lo que había pasado con mi padre, pero lo que pasa es que tenía 19 años en aquel momento y la vida me distrajo. 

Tuvieron que pasar casi 50 años hasta que, encontrándome en la Feria del Libro -mira hasta la Feria del Libro puede servir para algo-, estaba sentadito en mi caseta y se coloca delante de mí un señor y me dice: "Yo creo que mi abuelo pasó con su padre su última noche en la cárcel de Burgos". Y así había sido. Entonces ahí es cuando yo dije: "Ha llegado el momento de escribir esta novela (Muertes paralelas)", y tarde 6 años en escribirla porque era una investigación policial, averiguar cómo habían asesinado a mi padre cuando ya era todo muy difícil porque la mayor parte de los testigos estaban muertos y las pruebas habían desaparecido, así que tuve que llevar a cabo una labor de detective de Scotland Yard. Entonces, esto sí es memoria histórica. 

P.- Pero la Ley de Memoria Histórica, entre otras cosas, tiene esa misión, la de ayudar a muchas personas en su misma situación. 

R.- Vamos a ver, cuando yo estaba escribiendo este libro se pusieron en contacto conmigo los de la comisión esta de las cunetas y los cadáveres para decirme que se iba a abrir una tumba en un pueblo de la provincia de Burgos con 27 fusilados de la Guerra Civil y me invitaron a presenciar la apertura de esa tumba. Fui y fue impresionante, se abrió la tumba y allí estaban los 27 cadáveres y algún tiempo después esos mismos me comunicaron que allí podría estar mi padre.

Tiempo después, hace tres o cuatro años, esa misma comisión se puso en contacto conmigo para ver sí efectivamente mi padre estaba enterrado allí y vinieron aquí a cogerme saliva para hacerme la prueba del ADN. Todo esto lo movió mi novia, que fue la que estuvo en contacto con ellos y organizó la cita. A  partir de ahí empezaron a pasar una semana, dos semanas, dos meses, seis meses… Y no daban señales de vida y mi novia todo el rato intentado ponerse en contacto con la persona que nos había llamado de la comisión y no lo conseguía hasta que una vez lo pilló y grabó la conversación. Ella le pregunto que qué pasaba, que no sabíamos nada y literalmente esa persona le dijo: "Es que el nombre de Sánchez Dragó es incómodo para esta comisión y hemos decidido suspender esta investigación". Agárrate, esa es la memoria histórica de este Gobierno. 

El escritor y periodista Fernando Sánchez Dragó. PABLO BARRILADO Pablo Barrilado

P.- Adonde tampoco va a ir, además de a Ucrania, es a la Feria del Libro, ¿no?

R.- Eso es una feria de vanidades. Por lo pronto, no soporto las colas así que una de dos: o no tienes a nadie delante y te humillas, ahí mirando al vacío como una puta en Amsterdam, esas que se colocan en los escaparates con las piernas cruzadas y enseñando las ligas; o bien tienes una cola de gente que lo único que va a leer en la mayor parte de los casos de tu libro es la dedicatoria que pones, y eso suponiendo que entiendan tu caligrafía. 

Todo eso es una farsa. Yo escribo libros, no vendo libros. A la Feria del Libro se va a vender libros, esa tontería que dicen todos los escritores de que tienen contacto con los lectores es una mentira. ¿Qué contacto se tiene porque llega un señor y te pide una dedicatoria? Es un paripé, un rendibú. El único contacto que un lector tiene que tener con un escritor es a través de los libros. 

Muchísimas personas me dicen que están deseando conocerme y les digo muy amablemente que eso no significa que yo esté deseando conocerles a ellos"

Mira, pásame ese libro, es el segundo volumen de mis memorias en el que cuento, por cierto, y con mucho detalle, todo lo que fueron aquellos años en los que fui a la cárcel con Ramón Tamames. Pero mira, aquí hay varias citas al principio. Mira esta de José Bergamín que dice: "Amigo que no me lee, amigo que no es amigo, porque yo no estoy en mi más que en aquello que escribo". Muchísimas personas se ponen en contacto conmigo a través de internet, del teléfono o del correo y me dicen que están deseando conocerme y les digo muy amablemente que eso no significa que yo esté deseando conocerles a ellos. Hay gente que viene aquí, que llama al timbre y pretende subir pero, por favor, escribir es un ejercicio de soledad, nadie está más solo en el mundo que un escritor. Escribir es como nacer y nacemos solos y morimos solos. Que respeten la soledad del escritor y la Feria del Libro roba, profana la soledad del escritor. Eso sí, ya que antes he hablado de chicas, te diré una cosa escandalosa, antes, cuando iba a la Feria del Libro y venía una chica guapa a pedirme el libro además de una dedicatoria le ponía mi número de teléfono. Y algunas llamaban. 

P.- Pero usted tiene una situación privilegiada. La mayoría o vende el libro que ha publicado o no tiene cómo mantenerse para escribir el siguiente. 

R.- Escribir no es publicar. A mí nunca me ha preocupado publicar ni vender. Quiero decir, agradezco al editor, al distribuidor, al librero… que vendan mis libros porque eso me da dinero para escribir otro libro, pero yo escribo mi opera magna, mis sagradas escrituras, Gárgoris y Habidis. Una historia mágica de España, durante ocho años en los que trabajaba de sol a sol. Un libro del que pensaba mientras lo escribía que probablemente no se iba a publicar nunca: 2.000 páginas de estilo recargado, de un tema raro, cargado de bibliografía, de erudición y sin embargo fue el libro más vendido durante tres años y el único libro que sigue estando en las librerías y fue Premio Nacional de Literatura. ¿Qué quiero decir? Evidentemente no escribí eso para que se publicara, lo escribí porque era mi forma de vivir. Para mí escribir es como respirar. 

P.- ¿No lee autores actuales?

R.- Tengo un decálogo, que es el decálogo de Hemingway y que es el único documento que ha sobrevivido a todos mis viajes, a todas mis guerras y a todos mis naufragios y lo tengo enmarcado en Soria. El primer precepto del decálogo de Hemingway dice: "Mézclate estrechamente con la vida". Entonces, para ser escritor hay solo dos caminos: uno es leer y conocer las reglas de la gramática, de la sintaxis, de la morfología, del diccionario… Y lo segundo es mezclarse con la vida, tener algo que contar. Ahora hay muchos escritores excelentes, con buena pluma, que manejan bien la gramática, la morfología y el diccionario pero no tienen nada que contar porque han nacido en un mundo que se ha ido a pique, en un mundo subvencionado, en un mundo blandengue, así que no me interesa lo más mínimo la literatura que se hace en estos momentos. El mejor de los modernos es peor que el peor de los clásicos. A mí me gusta leer filosofía, poesía o ensayos. Sólo me interesa la narrativa de no ficción y cómo decía Ortega, no se pueden leer novelas pasados los 40 años. 

Además, soy discípulo de Montaigne, toda mi literatura es autobiográfica. Desde que supe que iba a ser escritor empecé a construirme a mí mismo como personaje literario. Como escritor seré bueno, regular, mediocre o fantástico; eso no lo decido yo, ya lo decidirá la posteridad si es que llego a ella, lo que sí sé es que soy un buen personaje de novela. He tenido 11 relaciones conyugales, a los 19 años ya estaba en la cárcel con Ramón Tamames, he estado siete años en el exilio, he estado en terremotos, he cruzado en Sáhara, he ido al Tíbet cuando no había ido nadie… He hecho de todo en casi todas partes. Para qué me voy a inventar los amores de la vecina del quinto con el peluquero de la esquina, más vale que hable de mí mismo que soy el personaje literario que mejor conozco. Conclusión, las novelas autobiografías o el cine autobiográfico, eso que se llama ahora biopic, me interesa muchísimo. 

P.- Tampoco ve cine español...

R.- Te voy a decir otra cosa escandalosa, ya me estoy metiendo en líos. Creo que los pueblos o las culturas tienen un núcleo duro y ese núcleo duro se repite constantemente a lo largo de la Historia. Entonces, por ejemplo, un japonés jamás hará un buen natural en la Maestranza de Sevilla, es imposible. En cambio andaluces y extremeños o vascos, pues sí. Los españoles saben torear, es un talento natural, cultural, histórico. Entonces, el cine es norteamericano y francés, sobre todo, y de vez en cuando aparece una buena película en otros países pero no es lo normal. Los españoles no saben hacer cine a excepción de Garci, Buñuel y Berlanga.

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