Fue el primer Borbón en reinar en España y lo hizo casi de milagro. Su tío abuelo, el Hechizado, lo puso en su testamento sólo un mes antes de morir pensando en su figura como en la menos problemática de todas las opciones que se le pusieron sobre la mesa. Bajo la presión de los que querían a un Habsburgo de Viena y los que deseaban a un Borbón francés; Carlos II optó por desoír los consejos de su mujer y acabar con su dinastía pensando en mantener el reino unido.
Y así ocurrió el 1 de noviembre de 1700 cuando, después de toda una vida enfermo y sin descendencia, murió de una insuficiencia renal crónica. "No tenía ni una sola gota de sangre, el corazón apareció del tamaño de un grano de pimienta, los pulmones corroídos, los intestinos putrefactos y gangrenados, tenía un solo testículo negro como el carbón y la cabeza llena de agua", aseguró el médico forense del último Habsburgo español tras inspeccionar el cadáver y justo antes de que se abriese su testamento.
Lo había escrito el 3 de octubre de ese mismo año y dejaba su sucesión muy bien atada. "Declaro ser mi sucesor al duque de Anjou y como a tal le llamo a la sucesión de todos mis reinos y dominios, sin excepción de ninguna parte de ellos", se pudo leer entonces y comenzaron los problemas internacionales.
"El rey de España ha dado una corona a vuestra majestad. Os encargo que le améis y merezcáis su amor y confianza por la dulzura de vuestro gobierno"
La noticia llegó rápido al rey de Francia, Luis XIV, abuelo del que acaba de convertirse en Felipe V y que hasta ese momento era el conde de Anjou. Los historiadores aseguran que se lo pensó mucho, que puso sobre la mesa todos los problemas que podrían llegarles con esa corona pero que al final viajó a Versalles para comunicarle al hijo de María Ana Victoria de Baviera, sobrina de Carlos II, que iba a viajar a España y que debía reinar allí.
"El rey de España ha dado una corona a vuestra majestad. Los nobles os aclaman, el pueblo quiere veros y yo consiento en ello. Vais a reinar, señor, en la monarquía más vasta del mundo y a dictar leyes a un pueblo esforzado y generoso, célebre en todos los tiempos por su honor y lealtad. Os encargo que le améis y merezcáis su amor y confianza por la dulzura de vuestro gobierno", le dijo delante del embajador de España, el marqués de Castelldosrius, del que se cuenta que se puso de rodillas y aseguró: "Ya no existen los Pirineos".
El entonces conde de Anjou tenía sólo 17 años, era huérfano de una madre conocida por sus terribles depresiones, no hablaba nada de español y comenzaba a padecer el mal materno con bastante asiduidad. Pero partió hacia Madrid un 4 de diciembre llegando mes y medio más tarde con un físico y una salud que llenaron de alegría a los españoles que habían visto como su corona llevaba décadas pareciendo débil y enferma.
Nada más llegar, y ante la amenaza de Austria, Inglaterra y Holanda que querían a un Habsburgo en el trono, montó su consejo con el cardenal Portocarrero y el duque de Harcourt, embajador francés en Madrid, como parte de sus miembros. Desde 1705 a 1713 la guerra de sucesión ocupó gran parte del tiempo de este nuevo monarca aunque no todo.
Felipe V se casó al poco tiempo de llegar al trono con María Luisa Gabriela de Saboya, de la que dicen que se enamoró perdidamente y con la que tuvo dos hijos, ambos posteriores reyes de España. "El rey era muy activo sexualmente, pero muy fiel. No concebía mantener relaciones con otras mujeres que no fueran su esposa cuando se encontraba lejos de casa y se ofendía muchísimo si le ofrecían la posibilidad de hacerlo", aseguró la historiadora Marina Alfonso Mola a El País sobre Felipe V para explicar porqué tras morir su mujer con tan sólo 25 años el duelo le duró poco y decidió casarse rápidamente con Isabel Farnesio, con la que tuvo siete hijos.
"Felipe lo que quería era quedarse en Francia, por eso mandó construir La Granja, donde pensaba retirarse en cuanto pudiera abdicar en su hijo Luis"
Pero pese a su agitada vida matrimonial y su agitada vida en el campo de batalla, la enfermedad mental llegaba cada vez que tenía un rato tranquilo. "Felipe V tuvo tutores que le ayudaban a reinar porque las depresiones que padecía le impedían hacerlo", aseguraba el historiador Eduardo Juárez y añade que "Felipe no quería ser rey de España, lo que quería era quedarse en Francia, por eso mandó construir La Granja, un palacio real al estilo francés donde pensaba retirarse en cuanto pudiera abdicar en su hijo Luis".
Pero ante la incapacidad de hacerlo porque aún era menor de edad se pasaba días gritando que estaba muerto y que nadie se había dado cuenta. Empeñándose en montar en uno de los caballos de los tapices del Palacio Real de La Granja asegurando que eran tan reales como él y viviendo siempre de noche convocando las reuniones del consejo para la madrugada.
Uno de sus grandes confidentes, el marqués de Louville, describió así su estado de ánimo: "El rey está bajo una continua tristeza. Dice que siempre cree que se va a morir, que tiene la cabeza vacía y que se le va a caer. Y no es que tenga miedo de la muerte pues no la teme en absoluto pero le absorbe involuntariamente esta idea y no puede desprenderse de ella. Quisiera estar siempre encerrado y no ver a nadie más que las personas, muy pocas, a que está acostumbrado. A cada momento me manda a buscar al padre Daubenton o a su médico, pues dice que esto le alivia".
Y consiguió abdicar. Lo hizo en 1724 en su hijo Luis que reinó como Luis I pero la viruela se lo llevó a los ocho meses de ponerse la corona y su padre tuvo que volver al frente. Los historiadores aseguran que en aquella época ya decidió lavarse lo mínimo posible, que temía que la ropa nueva le envenenara y que vivía casi recluido y con su mujer encargándose de todo. Aquel "segundo" reinado lo condenó aún más a sus bajadas a los infiernos.
Murió el 9 de julio de 1746, después de 45 años en el trono. Tenía la camisa tan pegada al cuerpo por no cambiársela que al quitársela se llevaron trozos de piel. Murió como un gran rey y cómo el primero de una dinastía que aún hoy, descontando algunos episodios históricos como el franquismo, sigue reinando en España.
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