Antoni Tàpies (1923-2012) comenzó a pintar enfermo. Tenía 18 años cuando los pulmones le dejaron encamado durante muchos meses y cuando decidió que iba a pasar el tiempo copiando las pinturas de Picasso o Van Gogh. Tápies dejó de pintar cuando ya las fuerzas eran escasas y la muerte estaba cerca, con la movilidad justa para levantar el pincel. Ese concepto de que todo es una espiral es el que lleva ahora al Museo Reina Sofía y a su anterior director y ahora comisario Manuel Borja-Villel a presentar la mayor retrospectiva que jamás se ha realizado del catalán.

En Antonio Tàpies. La práctica del arte encontramos 220 obras que llegan a la pinacoteca madrileña en el centenario de su nacimiento y de las que algunas nunca se habían podido ver en España y otras jamás habían puesto un pie en el Reina Sofía ni en su fundación. Abarcan todo, desde esos comienzos hasta que sus lienzos oscurecen por el presagio de una muerte cercana. También el amor por su mujer Teresa, sus reivindicaciones políticas y, lo mejor, la esencia de su taller y su trabajo, algo que el pintor pedía constantemente que se reflejase en sus exposiciones.

Se trata de una muestra a cuatros manos con la Fundación Antoni Tápies y que el director del Reina, Manuel Segade, ha descrito como una gran suerte para el museo madrileño y todo un hito cuando hablamos del catalán. En la presentación se encontraba su hijo, también Antoni Tàpies, que lo ha descrito como un logro y como una magnífica forma de acercar a su padre al público más joven aunque ya han avisado que no es una muestra para "instagramers" ya que las fotografías están prohibidas para preservar su obra.

'Autoretrat', 1945. MUSEO REINA SOFÍA
'Prajna=Dyana', 1993. MUSEO REINA SOFÍA

"He hecho muchas exposiciones de Tàpies pero esta es la que más he disfrutado y con la que más he descubierto", aseguraba Borja-Villel. "Aquí nos encontramos con nueve documentos inéditos, bastantes entrevistas, se da un visión novedosa y nueva de él que tiene que ver con el momento en el que nos encontramos porque es capaz de explicarnos la historia pero también el presente", ha añadido.

"En la sala de los 90 la dicotomía vida-muerte toma presencia de un modo más literal"

IMNA PRIETO

También que no ha sido fácil porque Tàpies pintó más de 9.000 cuadros, escribió manuscritos, libros... La selección ha sido complicada pero siempre sabían que la intención era contar desde el pintor más monumental al más íntimo. "Empezamos con unos autorretratos y a mitad de la muestra nos encontramos con Teresa, que es una manera muy humana de salir de uno mismo para enfrentarte a la realidad. Luego tenemos su parte más política y la sala de los 90 donde la dicotomía vida-muerte toma presencia de un modo más literal", explica Inma Prieto, directora de la Fundación Antoni Tápies.

Pero no se quedan allí, porque para contarlo es importante contar cómo creció rápidamente y lo hizo rompiendo fronteras. Aquí parece cómo con tal solo 38 años "su trabajo fue objeto de una importante antológica organizada por el Museo Guggenheim de Nueva York". "Además, su obra estuvo representada por galería internacionales de prestigio como Martha Jackson en Nueva York o la Galerie Maeght de París y este impulso comercial contribuyó a la difusión de su obra, que empezó a formar parte de colecciones públicas y privadas de renombre radicadas en el exterior", explican.

Y cómo el formato cambió tras este éxito. Tàpies fue invitado a participar en documenta III de Kasel y allí los comisarios le pidieron un salto para esta cita a un formato más grande. Para ellos realizó tres obras "de grande dimensiones que ahora podemos ver en esta exposición y que pocas veces se han podido observar juntas", añaden. Son Gran tela gris para Documenta, Ocre para Documenta y Relieve negro para Documenta que han venido desde Vitoria, Dinamarca y Suiza.

'A la memoria de Salvador Puig Antich', Tàpies (1974).

Y pasando por sus obras realizadas con papel y cartón, entre las que se encuentran los dibujos dedicados a su mujer Teresa Barba, llegamos al Tàpies más político. "A medida que su reputación se va consolidando en el panorama internacional, el compromiso político de Tàpies frente al franquismo se va haciendo más explícito. En 1959 el artista hace pública su negativa a participar en exposiciones organizadas por el régimen y en 1962 emprende acciones legales en defensa de su derecho a decidir sobre a la difusión de su propia obra. La sentencia de un juicio celebrado en Londres fue favorable a su causa y tuvo gran repercusión como gesto político", explican desde la institución.

Pero aquel activismo no le trajo solo victorias, en 1966 le arrestaron por formar parte de una reunión clandestina de estudiantes e intelectuales "convocada para debatir sobre la creación del primer sindicato universitario democrático". De aquel encierro, donde los monjes capuchinos les daban de comer, surgieron los platos que se pueden ver en esta exposición. Y, de los acontecimientos políticos de aquella época, su obra A la memoria de Salvador Puig Antich que realizó en 1974 como homenaje al joven anarquista ejecutado ese año.

MUSEO REINA SOFÍA.

Y cierran con sus últimos años. Con cómo en los 80 "experimenta ligeros cambios formales y conceptuales hacia un refinamiento del peso matérico. En ocasiones los formatos ganan tamaño y los trazos se extienden por superficies más amplias. Son obras más sosegadas, sin apenas variaciones", aseguran. Hasta llegar a las dos últimas décadas de su vida donde "se va impregnando de cierto sentimiento de melancolía". "El artista sigue gozando de gran reconocimiento pero las continuas referencias en su obra a la muerte, a la enfermedad y el dolor son predominantes", añaden.