Son dos fascinaciones que repite convencida: Francisco de Goya y el Museo Guggenheim. El primero, el pintor español, es uno de sus referentes, un autor al que cita como de plena actualidad y que ya pintó sobre aspectos como la guerra, la violencia o las críticas al poder que hoy agitan el mundo occidental. En el segundo caso, la pinacoteca bilbaína en la que desde hoy exhibe su obra por primera vez, es “el museo más hermoso del mundo”, asegura. A sus 84 años, Martha Jungwirth (Viena, 1940) vuelve a exponer en nuestro país casi seis décadas después de la última vez que lo hizo. La muestra repasa sus últimos cincuenta años de creaciones y en las que se incluye una serie inspirada en Manet que creó de modo específico para esta exposición.

La selección de acuarelas y óleos que se podrá ver hasta finales de septiembre en el Guggenheim compone una retrospectiva de la autora austriaca cuya obra es difícil de catalogar. La minuciosa observación de las formas humanas, de los animales, la influencia de la historia del arte o sus viajes a lo largo del mundo le han servido de inspiración para unas obras en las que los intensos colores y las formas erráticas definen su trabajo.

“Es una artista difícil de catalogar”, asegura Lekha Hileman, comisaria de la muestra, “su inspiración viene de las cosas más cotidianas”. Destaca que sus obras presentan un "vocabulario propio; es difícil de clasificar como artista, por sus colores, por sus formas; encuentra inspiración en cosas muy cotidianas".

Sus orígenes se remontan al ambiente cultural y artístico de la Viena de posguerra. Estudió en la Universidad de Artes Aplicadas de la capital austriaca. Su evolución hacia un estilo abstracto en el que prima el componente emocional también se caracteriza por una progresiva adaptación de su particular vocabulario artístico.

Sobre su "fascinación" por Goya, la artista destaca que fue un pintor "excepcional" e "impresionantemente actual": "Sus críticas al gobierno, cómo muestra la violencia, la guerra....todo lo que pensamos sobre la guerra de Ucrania, por ejemplo, Goya ya lo había pintado".

En Jungwirth la temática es variada: retratos, paisajes o incluso la pandemia del Covid o los incendios forestales en Australia figuran en la lista de cuestiones que aborda en su extensa trayectoria.

Sin convenciones artísticas

En ella el realismo camina hacia la abstracción. Lo hace sin abandonar del todo el primero ni sumergirse plenamente en el segundo. Con trazos explosivos y gestuales, siempre con tonos vibrantes con los que expresar emociones. Ante sus pinturas el espectador descubre una percepción de los cuerpos y las formas e incluso de las conciencias humanas.

Jungwirth pinta sobre soportes inesperados. Cartón, libros de contabilidad o papel de estraza que convierte en una muestra de inconformismo y rechazo de las convenciones artísticas. Ella opta por regodearse en lo anodino, lo heterodoxo. Esos viejos materiales, manchados, con bordes desgastados, que le sirven de lienzo son al mismo tiempo catalizadores de la expresión de desinhibición.

La exposición ha requerido dos años de trabajo. Se estructura en cuatro salas divididas en áreas temáticas que configuran su viaje desde la realidad a la abstracción. La primera sala, denominada "Objetos y personas" presenta sus trabajos la juventud, una selección de dibujos de gran formato, de objetos cotidianos, así como de retratos y grupos de personas plasmados en acuarelas y óleos. "Escapadas de pintura" es el segundo bloque, que explora el mundo natural a través de los viajes de la artista, principalmente a partir de 1970.

El tercer bloque, "Los animales como imaginario", muestra una selección de cuadros que hablan de la lucha contra el cambio climático, y presenta una serie sobre mamíferos marsupiales australianos y los incendios forestales que asolaron Australia en 2019 y 2020. "Historia del arte" es el cuarto bloque, en el que Jungwirth elaboró su obra inspirándose en un abanico de pintores, entre los que se encuentran Richard Gerstl, Frans Hals y Oskar Kokoschka, así como en obras maestras de Édouard Manet o Francisco de Goya.