Dos décadas de retrasos, una revolución abortada, un golpe militar y sueños interrumpidos, Egipto abre por fin las puertas del Gran Museo Egipcio (GEM), el proyecto cultural más ambicioso del país. Un templo de piedra, vidrio y memoria que aspira a mostrar, a los pies de las pirámides, el esplendor de una civilización que sigue fascinando a ejércitos de forofos.
Anunciado en 1992 y en obras desde 2005, el GEM emerge en mitad de los áridos pliegues de Giza, entre carreteras y edificios, como un espejismo arquitectónico. Diseñado por el estudio irlandés Heneghan Peng Architects, el complejo —de 470.000 metros cuadrados— prolonga la geometría de las pirámides vecinas: una fachada triangular de cristal que atrapa la luz del amanecer sobre Giza y la devuelve, difusa, como si el tiempo se disolviera entre piedra y arena. El museo ocupa el doble de superficie que el Museo del Louvre y dos veces y media más que el Museo Británico.
En su atrio de 7.000 metros cuadrados, un coloso de Ramsés II, de 83 toneladas y 3.200 años de antigüedad, recibe a los visitantes. Fue trasladado desde la rotonda frente a la estación central de El Cairo, donde durante décadas soportó el ruido y el humo de la capital. Desde allí parte una monumental escalera de seis pisos que conduce a las galerías principales, con vistas directas a las pirámides a través de ventanales de cristal.
Una nueva pasarela peatonal conecta ya el museo con el complejo funerario de Giza. En los últimos días, los vecinos pudieron ver los ensayos de los fuegos artificiales que iluminarán la inauguración. Tras el último aplazamiento —en julio de 2025, por la guerra en Gaza y el conflicto directo entre Israel e Irán—, el régimen militar egipcio confirmó finalmente la apertura oficial para el 1 de noviembre de 2025.

El Egipto eterno, reordenado
El GEM alberga más de 50.000 artefactos, distribuidos en 24.000 metros cuadrados de exposición permanente y 12 grandes galerías que recorren la historia desde la prehistoria hasta el Egipto romano. Muchas piezas proceden del antiguo Museo de la plaza Tahrir; otras, de excavaciones recientes en Saqqara, el vasto cementerio de pirámides al sur de la capital, o de los cientos de yacimientos repartidos por todo el país.
La joya indiscutible es la colección completa de Tutankamón: más de 5.000 objetos —entre ellos, la máscara de oro, los sarcófagos, los carros de guerra o los lechos funerarios— reunidos por primera vez desde su hallazgo en 1922.
Las galerías incorporan tecnología de realidad aumentada y experiencias inmersivas, desarrolladas por la multinacional española Acciona, para “ver lo que se perdió”: templos reconstruidos digitalmente, tumbas recreadas en tres dimensiones y murales que cobran vida bajo la luz. “Estamos usando el idioma que habla la Generación Z”, explica Ahmed Ghoneim, director del museo. “Ellos no leen etiquetas, interactúan con pantallas. Queremos que vivan el Antiguo Egipto, no que lo observen desde la distancia”.
El museo abrió parcialmente en 2024, en una inauguración parcial que permitió ajustar recorridos, vitrinas y sistemas de seguridad. Desde entonces, más de 200.000 personas han participado en las visitas piloto.

Joyas sumergidas: los tesoros que emergieron del mar
Entre las colecciones que enriquecen el nuevo museo, figura una exhibición que parece un relato de resurrección: las joyas sumergidas del Mediterráneo. Son 132 piezas recuperadas de las ciudades hundidas de Thonis-Heraclion y Canopo, rescatadas por el arqueólogo francés Franck Goddio y su equipo del Instituto Europeo de Arqueología Submarina (IEASM).
En la Gran Sala del museo, dos colosos ptolemaicos —un rey y una reina de cinco metros de altura— dan la bienvenida al visitante. “Es como devolverles su voz después de siglos bajo el agua”, explica Goddio. “El GEM no solo preserva el pasado: lo rescata de las profundidades”. Las piezas, que viajaron por museos de Europa, EE. UU. y Japón, dialogan ahora con los sarcófagos, amuletos y objetos de los faraones del Alto Egipto, tejiendo un puente entre el Egipto marítimo y el Egipto del Nilo.
Una promesa de prosperidad
El museo es también una apuesta económica. Egipto confía en que se convierta en el nuevo motor del turismo, una industria vital para su economía. En 2024 el país recibió 15,7 millones de turistas y el objetivo oficial es duplicar la cifra para 2032.
El entorno del museo se ha transformado: se han construido nuevas carreteras; se está desarrollando una línea de metro; y el Aeropuerto Internacional Esfinge, inaugurado en 2020, permite conectar el recinto con El Cairo en 40 minutos. El consorcio Hassan Allam Holding, encargado de la gestión operativa, prevé entre 15.000 y 20.000 visitantes diarios.
“El mundo ha estado esperando este momento”, asegura su director ejecutivo, Hassan Allam. “Este museo es una carta de presentación: la prueba de que Egipto puede mirar hacia el futuro sin renunciar a su pasado”. El nuevo ministro de Turismo y Antigüedades, Sherif Fathy, asiente: “Es un regalo de Egipto al mundo, y estamos orgullosos de compartirlo por fin”.
Luces y sombras del renacimiento egipcio
El GEM llega como símbolo de modernidad en un país que atraviesa graves tensiones económicas: inflación, deuda externa y devaluación. Unas penurias que se suman a las heridas que dejó la asonada militar que lideró el presidente Abdelfatah al Sisi en 2013 y que ha impuesto la represión tras una breve experiencia democrática tras la Primavera Árabe. El proyecto, financiado en parte con préstamos japoneses a través de la JICA, se presenta como un emblema de la cooperación internacional y la resiliencia egipcia.
Pero no todo son luces. En las últimas semanas, las autoridades han investigado el robo de dos piezas arqueológicas, entre ellas una pulsera de oro de 3.000 años sustraída de un laboratorio de conservación en El Cairo. El incidente ha reavivado el debate sobre la seguridad del patrimonio y el destino de los miles de objetos aún dispersos en almacenes estatales. Otro de los retos es el mantenimiento de las instalaciones en un país con decenas de museos y sitios arqueológicos que agonizan por la mala gestión.
El viejo museo y el espejo del tiempo
Mientras el nuevo coloso brilla en Giza, el antiguo Museo Egipcio de la plaza Tahrir busca su lugar. Farouk Hosny, ministro de Cultura en tiempos de Hosni Mubarak resucitado públicamente desde el golpe de Estado, propone convertirlo en el mayor centro de investigación egiptológica del mundo, con exposiciones temporales que mantengan vivo su legado.
“Sería un vínculo entre el pasado y el presente”, defendió, “un espacio que permita que los museos de Egipto dialoguen entre sí”. En el otro extremo de la ciudad, el Gran Museo Egipcio arranca singladura con la misión de atrapar a los peregrinos que desfilan hasta las pirámides y la esfinge, con sus joyas rescatadas del fondo del mar y el ajuar del “faraón niño” que hace un siglo halló Howard Carter y desató la Egiptomanía. Un furor por las “cosas maravillosas” de los faraones que sigue tan vivo como entonces.
El rey Felipe VI, presente en la inauguración
Hasta 39 jefes de Estado, reyes y príncipes, además de otras 40 delegaciones de diversa entidad, participan este sábado en la inauguración del Gran Museo Egipcio (GEM, en inglés), informó el portavoz de la Presidencia del país árabe, Mohamed al Shenawy. Entre ellos, el rey Felipe VI, según consta en la agenda pública de Zarzuela.
El portavoz, en un comunicado citado por Efe, declaró que en la inauguración del GEM estarán presentes los "reyes, reinas, príncipes herederos y miembros de familias reales de Bélgica, España, Dinamarca, Jordania, Baréin, Omán, los Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudita, Luxemburgo, Mónaco, Japón y Tailandia".
Además, "también participarán los presidentes de Yibuti, Somalia, Palestina, Portugal, Armenia, Alemania, Croacia, Chipre, Albania, Bulgaria, Colombia, Guinea Ecuatorial, la República Democrática del Congo, Ghana, Eritrea y la Soberana Orden Militar de Malta, así como el jefe del Consejo Presidencial de Libia y el jefe del Consejo de Liderazgo de Yemen".
En orden de protocolo el portavoz indicó que también asistirán los primeros ministros de Grecia, Hungría, Bélgica, los Países Bajos, Kuwait, Líbano, Luxemburgo y Uganda, lo que "refleja el interés de la comunidad internacional por la antigua civilización egipcia y el singular papel cultural y humanitario que desempeña Egipto".
Egipto aguarda expectante la inauguración formal del museo situado al pie de las pirámides de Guiza, un acontecimiento que las autoridades locales consideran un "evento histórico sin precedentes" tanto para el país como para la cultura universal.
Además de esos países, asistirán con representación ministerial o parlamentaria de alto nivel Uzbekistán, Azerbaiyán, Argelia, Catar, Marruecos, Túnez, Suiza, Suecia, Finlandia, Eslovaquia, Austria, Reino Unido, Francia, la Ciudad del Vaticano, Malta, Rumanía, Rusia, Irlanda, Serbia, Turquía, Italia, Singapur, India, Kirguistán, China, Sri Lanka, Pakistán, Zambia, Angola, Costa de Marfil, Camerún, Sudáfrica, Gabón, Chad, Kenia, Ruanda, Togo, Brasil, Canadá y Estados Unidos.
Las organizaciones regionales e internacionales también estarán representadas por los secretarios generales de la Liga de los Estados Árabes y de la Organización de Cooperación Islámica, el presidente de la Comisión de la Unión Africana y el Alto Representante de la Alianza de Civilizaciones, en representación del secretario general de las Naciones Unidas.
"Esta representación y asistencia sin precedentes a la inauguración del museo más grande del mundo dedicado a una sola civilización refleja el interés internacional en la visión del Estado egipcio de combinar la riqueza del pasado, la creatividad del presente y la prosperidad del futuro, y confirma la posición única de Egipto como puente civilizatorio entre todos los pueblos del mundo que aman la cultura y la paz", dijo el portavoz.
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