Una isla paradisíaca, diez jóvenes solteros y una filosofía de vida basada en el disfrute del sexo y la huida del compromiso. Esta es la base de la que parte el nuevo reality que Netflix ha incluido en su plataforma este pasado 17 de abril para deleite de muchos confinados. Jugando con fuego puede recordar en apariencia o estética al programa español que triunfó este invierno, La isla de las tentaciones, pero nada más lejos de la realidad.

Mientras que en el reality presentado por Mónica Naranjo se ponía a prueba la relación y lealtad de cinco parejas, tentadas por diez solteras y otra decena de solteros, en esta nueva producción, las normas de castidad sostienen el comportamiento de sus protagonistas. Todos ellos se encuentran por primera vez en mitad de un resort paradisíaco y durante las primeras 12 horas no saben nada de las reglas que deberán seguir. Es aquí donde se presentan y comienzan los primeros roces sexuales, juegos y risas...

Al cabo de unas horas, los participantes son informados por Lana (un robot inteligente que controla sus actos) de que hay un premio de mucho dinero en juego y por cada vez que incumplan las normas irán perdiendo dinero. Pero... ¿Cuáles son las normas? A partir de ese momento tienen prohibido cualquier tipo de contacto sexual. Algo que ellos desconocían por completo, ya que la temática del reality se les había explicado de una forma completamente distinta.

Los concursantes partirán de un premio colectivo de 100.000 dólares y cada infracción restará dinero del total, en el caso de besarse, por ejemplo, son 3.000 dólares menos. Esta noticia cae como un verdadero jarro de agua fría entre unos jóvenes que pensaban que se trataría de una experiencia al más puro estilo Gandía Shore, donde tomar el sol, ligar y hacer fiestas. Durante los siguientes ocho capítulos se van desenvolviendo las diferentes personalidades y afloran las muchas formas diferentes de afrontar la castidad. Para algunos es un reto y pesa en su conciencia infringir las normas, y para otros el deseo puede más que cualquier restricción, por lo que el programa puede llegar a convertirse en un verdadero infierno.

La idea del concurso es que el grupo aprenda a entablar relaciones duraderas más allá del aquí te pillo, aquí te mato. De hecho, para fomentar este desarrollo emocional, se organizan talleres en los que se trabaja la confianza entre las parejas que parecen resultar más afines. Además, se les entrega una pulsera electrónica que se pone en verde cuando consiguen entablar lazos y tienen vía libre para besarse, tocarse y hacer lo que les apetezca. Otro de estos incentivos es una suite privada que se 'regala' a las parejas que consiguen avanzar a nivel emocional.

Por el momento, el éxito está garantizado para aquellas producciones que quieran seguir la línea sexual, superficial y enredada de estos, que logran evadir a la gente de sus aburridas vidas diarias con un toque de banalidad realmente adictivo.