Con semblante serio y pasando las cuentas de un rosario. El fundador de iDental, Francisco Javier García Pellicer, afrontaba uno de los primeros juicios por mala praxis al frente de las ya cerradas clínicas dentales con actitud orante. Y no sabía entonces, hace ya más de un año, el ‘vía crucis’ judicial que se le avecinaba. De la reclamación individual de una paciente a la macrocausa de la Audiencia Nacional.
En prisión desde el mes de febrero, el empresario alicantino es uno de los principales imputados por la trama iDental, que la Audiencia Nacional investiga por delitos contra la salud pública además de fraude, estafa, apropiación indebida y falsedad documental de parte de los gestores de las clínicas dentales low cost.
Estas imágenes son de las pocas que se han podido ver de García Pellicer desde que vendiera las clínicas al fondo de inversión Weston Hill cuando estaban al borde de la quiebra, en octubre de 2017. El fundador de iDental se había mudado a Reino Unido donde trataba de pasar desapercibido trabajando como dentista en una clínica, tal como descubrió El Independiente en septiembre de 2018.
El rosario no extraña a fuentes del sector ya que se relaciona a la familia de García Pellicer con el Opus Dei. Esas mismas fuentes le definen, además, como un “iluminado”: “Tiene perfil de sociópata, no cree que lo hiciera mal, cree que su idea era buena y que fue por culpa de otros que el negocio fracasó”. La preocupación del dentista por lavar su imagen pública se ve en los artículos que circulan por distintos medios, como El Mundo Financiero o Autónomos y emprendedores, en los que se destaca su curriculum pero, curiosamente, sin ninguna referencia a iDental.
El afán de convertirse en un empresario de éxito en el sector dental no comenzó para García Pellicer con iDental. El ilicitano llevaba tiempo intentando lanzar una empresa de éxito hasta que se cruzó con Vicente Castañer, un antenista con experiencia empresarial con el que finalmente lanza el modelo de las clínicas low cost.
La pareja de emprendedores consiguió un crecimiento exponencial en dos años. El primer año abrieron ocho clínicas y al siguiente 18. Se autodefinían como el “ryanair del sector odontológico” y ante las críticas apuntaban a sus compañeros de profesión. Aseguraban que las críticas procedían “en muchos casos de dentistas que están muy acostumbrados a vivir bien y les molesta que hagamos el servicio más barato”.
Esa autoexculpación es la que, según fuentes presentes en la causa, mantienen aún García Pellicer y otros imputados en sus declaraciones al juez De La Mata: “Dicen que ellos no lo hicieron mal, sino que han sido sometidos a una caza de brujas por parte de la profesión”. Una caza de brujas a las que Pellicer parece querer espantar a golpe de misterios.
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