Más de dos millones de personas mayores viven solas en España. La última encuesta de hogares del Instituto Nacional de Estadística refleja que en uno de cada cuatro hogares españoles están ocupados solo por un individuo, un dato que desde que empezó a registrarse en 2013 no para de aumentar.
A la reducción del tamaño de los hogares se une otro fenómeno aún más imparable, el del envejecimiento de la población. El porcentaje de españoles mayores de 65 años va a triplicarse respecto a hace un siglo - del 10 al 34% entre 1976 y la previsión para 2066-, aupado por la falta de nacimientos y el aumento de la esperanza de vida. La soledad en la vejez, además, tiene rostro de mujer. Ellas son siete de cada 10.
En paralelo, las enfermedades mentales están aumentando su incidencia en todo el mundo, hasta el 30% según un estudio global de 2014. Otro estudio sobre enfermedades a nivel global, publicado en The Lancet, alertaba del “peligroso aumento de las enfermedades mentales”.
Pero, ¿qué consecuencias tiene este envejecimiento? ¿Cómo se relaciona con el hecho de que cada vez más personas sean los únicos habitantes de su hogar? ¿Y con el aumento de las enfermedades mentales? “La soledad está acaparando el interés de la comunidad científica en los últimos años”, explica Joan Domenech, sociólogo e investigador de la Universidad de Barcelona, autor varias investigaciones relacionadas con la soledad y la depresión.
Hoy mismo se publica una investigación en PLOS One que ha tratado de forma específica la relación entre vivir solo y sufrir un trastorno mental. El estudio, que ha analizado datos de más de 25.000 británicos en 1993, 2000 y 2007, ha reflejado el aumento de ambas tendencias y su relación. Con el paso de los años, el porcentaje de personas viviendo solas aumentó del 8,8 al 10,7% y la prevalencia de los trastornos mentales aumentó también, del 14,1 al 16,4%.
Vivir solo aumenta entre 1,4 y 2,4 veces el riesgo de padecer un trastorno mental común
En general, el estudio concluye que ser el único habitante del domicilio aumenta entre 1,4 y 2,4 veces el riesgo de padecer un trastorno mental común. “Cada vez hay más gente que vive sola y sabemos que la soledad es un aspecto crítico, tanto en la salud física como la psíquica, es necesario emprender acciones para evitar que la salud de la población se vea perjudicada”, afirma Josep María Haro, coordinador del proyecto.
El estudio se centra en trastornos mentales comunes, básicamente ansiedad y depresión. "Y clarifica también los principales síntomas, que son la rumiación (el hecho de dar vueltas a la cabeza sobre un mismo tema), valoraciones sociales negativas o adicciones. Sin embargo, estas últimas han demostrado no tener un papel importante en la relación entre vivir solo y desarrollar un trastorno mental".
Haro incide en que "la soledad es la percepción subjetiva de sentirse solo más que una situación real, aunque es frecuente que se sientan más solos quienes viven solos. Es más difícil que quien vive solo disfrute de las cosas o se sienta apoyado en determinadas situaciones", explica el investigador.
Aunque el estudio analizó otras variables, como el estatus socioeconómico, el nivel educativo, el empleo, el sexo o el consumo de alcohol y tabaco, la soledad era la razón que explicaba la relación entre el hecho de vivir solo y el trastorno mental en el 84% de los casos, según los resultados del estudio. No en vano, otra investigación británica demostró también en 2008 que la prescripción de ansiolíticos, hipnóticos y antidepresivos era más frecuente en personas viviendo solas.
Soledad emocional y soledad social
Vivir solo no es lo mismo que sentirse solo y hay, además, dos tipos de soledad percibida. Como explica Domenech sobre su estudio Soledad y depresión en los mayores: el rol de la red social, existe la "soledad emocional, que es la falta de una pareja, y la soledad social, que es la falta de un grupo al que pertenecer o de relaciones sociales". "Lo novedoso ha sido que la soledad que está vinculada a la depresión es la social, no tanto la emocional", explica.
Sin embargo, cuando quienes dicen sentirse solos sí viven en pareja, "es mucho más fácil que sufran depresión, porque son relaciones de carácter negativo. En general, las personas que viven en pareja tienen menos posibilidades de sufrir depresión", añade Domenech.
Ambos investigadores subrayan la importancia de adelantarse a un fenómeno que consideran creciente. "Intervenir sobre los sentimientos de soledad de las personas mayores podría reducir la prevalencia de la depresión", afirma Domenech. Haro apuesta por la adopción de medidas a nivel social: "Es necesario emprender acciones para evitar que esto perjudique a la salud de la población, tanto física como psíquica. Hay que mejorar la agenda social, promover visitas domiciliarias de atención primaria y el asociacionismo".
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