En un mundo cada vez más acelerado donde los horarios laborales y personales se mezclan y los hábitos alimenticios se ven constantemente alterados, una de las preguntas que mas persiste en nuestra sociedad es la siguiente: ¿es realmente malo comer entre horas?

A lo largo de estos años, los nutricionistas han lanzado avisos y recomendaciones ante el aumento de las consultas relacionadas con el famoso "picoteo" y sus consecuencias en nuestra salud. Aun así, hay mucha gente que no sabe las consecuencias de comer entre horas

¿Qué significa realmente "comer entre horas"?

Comer entre horas es, básicamente, ingerir alimentos fuera de las comidas principales, que tradicionalmente se dividen en desayuno, comida y cena. Estos picoteos se convierten en problema cuando son snacks, dulces o productos ultra procesados; los favoritos por la gente y que eligen antes de frutas o yogures.

Aunque es verdad que las comidas de "media mañana" o las meriendas están socialmente aceptadas y hasta promovidas en ciertos contextos (como el "snack saludable" en el trabajo, el comedor escolar o la merienda para niños), los especialistas advierten que esta práctica puede convertirse en un riesgo si no se controla adecuadamente.

El aviso de los nutricionistas: ¿por qué ahora?

Los estudios más recientes sugieren que más del 60% de la población adulta en España y Latinoamérica consume algún tipo de snack entre las comidas principales al menos una vez al día, y más del 30% lo hace varias veces. Este patrón, mal llevado a cabo, ha sido relacionado con:

  • Aumento de peso.
  • Mayor riesgo de diabetes tipo 2.
  • Problemas cardiovasculares.
  • Disbiosis intestinal (alteración de la flora).
Los nutricionistas recomiendan moderar los picoteos, e incluso pararlos | Freepik

¿Es el acto de comer entre horas el problema, o lo que comemos?

Una de las claves del debate que hay en nuestra sociedad en torno a comer entre horas es precisamente esta: no todos los tentempiés son malos, pero muchos lo son. El problema no es necesariamente comer entre horas, sino qué y cuánto se come.

Cuando se opta por alimentos procesados, ricos en azúcares, grasas saturadas y sodio, el impacto metabólico es considerable. Por ejemplo:

  • Una bolsa pequeña de patatas fritas puede tener hasta 500 calorías.
  • Una barrita "energética" puede contener más azúcar que una lata de refresco.
  • Los cereales ultra procesados disfrazados de saludables pueden elevar el índice glucémico en cuestión de minutos.
  • El impacto en la salud metabólica

¿Cómo comer entre horas de forma saludable?

Para quienes tienen horarios complicados comer algo entre comidas puede ser necesario. En estos casos, los nutricionistas proponen alternativas saludables:

  • Frutas frescas (una manzana, un plátano).
  • Yogur natural sin azúcar añadido.
  • Un puñado de frutos secos crudos o tostados sin sal.
  • Hummus con bastones de zanahoria o apio.
  • Una tostada integral con aguacate.

El secreto está en que estos alimentos nos aporten saciedad durante horas, que no nos disparen el azúcar en la sangre, y lo más importante, que contribuyan a nuestro organismo con nutrientes esenciales.

El enfoque del ayuno intermitente, ¿clave?

Cada vez más expertos sugieren considerar modelos como el ayuno intermitente, que limita el número de comidas diarias y respeta períodos prolongados sin ingerir alimentos. Esta práctica, bien llevada y supervisada, ha demostrado que la sensibilidad a la insulina ha mejorado, que favorece la pérdida de grasa y, además, mejora la salud digestiva. Evidentemente no se trata de una solución universal, pero sí de una alternativa que reduce el riesgo asociado al picoteo continuo. Eso sí, hay que tener mucha fuerza de voluntad y ganas.

Consejos de los nutricionistas

A raíz de este aviso los profesionales de la salud recomiendan una serie de acciones concretas que nos ayuden a cuidar nuestra salud:

  • Evitar tener snacks procesados en casa o el trabajo. Si no están disponibles, no se consumen por impulso.
  • Planificar las comidas principales para que sean saciantes y equilibradas, evitando así la necesidad de picar.
  • Beber agua: muchas veces la sed se confunde con hambre.
  • Consultar a un profesional: si el picoteo se convierte en un hábito difícil de controlar, puede ser señal de un desequilibrio nutricional o emocional.