La crisis del coronavirus es global pero la estrategia para combatirlo es diferente según cada país. Algunos, como China o Corea del Sur, tomaron medidas muy drásticas desde el inicio. Otros, como Suecia, han sido más permisivos en cuanto a la restricción de derechos y otros lo fueron al inicio - como Reino Unido - pero rectificaron ante la escalada de casos.

Lo cierto es que el éxito de las medidas para controlar la epidemia dependen en buena parte de la correcta adopción de las mismas por parte de los ciudadanos, que también difiere entre unos países y otros. Sobre ello ha puesto el foco un equipo de investigadores de la Universidad de Cambridge (Reino Unido) que ha visto, además, como esa actitud de los ciudadanos viene marcada por su percepción del riesgo sobre el virus.

El estudio, que se acaba de publicar en Journal of Risk Research, ha analizado a 10 países con distintos enfoques en el abordaje de la pandemia y ha establecido un ranking que sitúa a los británicos como los ciudadanos más preocupados el COVID-19. Los españoles son los segundos, seguidos de estadounidenses, alemanes, suecos, australianos y japoneses. Figuran al final de la tabla y de manera algo "sorprendente por su papel como epicentro de la pandemia en Europa", según los investigadores, Italia, México y Corea del Sur.

El estudio se realizó sobre cerca de 7.000 personas entre mediados de marzo y de abril y se preguntó a las personas sobre cuánto de prevalente, mortal y preocupante pensaban que era el SARS-CoV-2. Los investigadores apuntan, además, a que la percepción del riesgo por parte de los ciudadanos se relaciona con sus comportamientos individuales: "La disposición a adoptar comportamientos protectores, como lavarse las manos con frecuencia o distanciarse físicamente, probablemente esté influenciada, en parte, por el nivel de riesgo con que las personas perciben el virus", afirma en un comunicado de la Universidad de Cambridge el director del estudio Sander van der Linden, de la Universidad de Cambridge.

Entre las conclusiones de los investigadores figura que a mayor preocupación por el virus, mayor predisposición a adoptar medidas de salud pública como aumento de lavado de manos o de uso de mascarillas.

En general, en los países los hombres muestran un nivel de preocupación menor que las mujeres a pesar de que ellos suelen padecer la enfermedad con un carácter más grave. También perciben más riesgo las personas que creían que ya habían contraído el virus o los que más información recibían por parte de familiares y amigos.

Uno de los factores más importantes en la percepción del riesgo fue la llamada conducta prosocial o empatía. El hecho de creer en la importancia de hacer las cosas en beneficio de otros se relacionaba con una mayor preocupación por el virus en nueve de los 10 países. En ese sentido, otra de las responsables del estudio, Claudia Schneider, expresa que "por ejemplo, las campañas de aplauso los sanitarios nos ayudan a señalar públicamente las intenciones prosociales a través del sentimiento compartido y la propagación de emociones positivas".

En el extremo contrario, los autores explican como la llamada "cosmovisión individualista", o la creencia de que los gobiernos se entrometen demasiado en nuestras vidas, se relacionaba con niveles más bajos de preocupación por los riesgos del coronavirus. Los autores aseguran que esta cosmovisión se asoció con ciertos estados de EEUU y que también influyó en la percepción del riesgo en otros países, como Alemania, Suecia, España, Japón y el Reino Unido.

Los autores concluyen que aunque la ideología es menos significativa en la percepción del riesgo, en algunos países como Reino Unido y Estados Unidos se asoció una perspectiva más conservadora a menores niveles de preocupación.

Los autores apuntan a cómo, a diferencia de los políticos que suelen medir el riesgo como la posibilidad de contagiarse multiplicado por la magnitud de las consecuencias, su estudio muestra que la percepción del riesgo se relaciona más con factores experienciales y socioculturales y eso es diferente dependiendo de cada país aunque hablemos de la misma enfermedad. "Los gobiernos están pidiendo a las personas que se queden adentro y que renuncien a sus medios de vida para proteger sus sociedades. Es importante que comprendamos cómo reaccionan las personas ante la información y las instrucciones que reciben sobre el virus", concluyeAlexandra Freeman, coautora del estudio.