Ana descuelga el teléfono desde una comunidad autónoma del norte de España. Este nombre ficticio corresponde a una pediatra que acabó la residencia en mayo. Su caso es uno más del 60% que de médicos internos residentes (MIR) que al finalizar la especialidad rechazaron las ofertas de la Comunidad de Madrid, aquella que más médicos ha enviado a otras regiones este verano. A finales de septiembre, la Consejería de Sanidad aún debe dinero a Ana de las vacaciones que no disfrutó en 2020.

Ana pudo escoger una buena plaza tras aprobar el MIR en un gran hospital público de la capital, donde ejerció la pediatría hasta marzo de 2020. "Nos cerraron la actividad y pasamos a las UCI que se habían instalado en otras áreas del hospital. Allí me tocó atender a adultos y ancianos. Pasé de mis UCI neonatales con pacientes algunos de 500 gramos a enfermos mayores de 120 kilos", cuenta por teléfono.

Pero la recta final de sus cuatro años de especialidad aún le aguardaba sorpresas. Fue una de las voluntarias del hospital de campaña de Ifema. "No me presenté pero me llamaron y por supuesto acudí. Allí trabajé 35 días seguidos, solo librando los salientes de guardia", cuenta la médica, que recuerda la experiencia como "sobre todo muy humana, con gente intentando ayudar a gente, aunque muy abrumadora porque no teníamos los conocimientos necesarios". Reconoce que pasó miedo pero sobre todo lamenta que "nadie lo ha reconocido".

El 1 de mayo Ifema echó el cierre y Ana, como tantos compañeros, volvió a su hospital hasta que terminó su período formativo a finales de mayo. Asegura que Madrid, con sus centros de referencia, es el lugar donde hubiera querido quedarse, pero no se lo pusieron fácil. "Me despidieron con una única oferta, una beca de investigación con 20.000 euros brutos anuales. También había alguna opción en pediatría en atención primaria, pero eran contratos de 15 días, el más largo de dos meses. En otras comunidades al menos ofrecen algo de estabilidad y un sueldo más decente", relata.

El caso de Ana no es raro. Según datos de la Consejería de Sanidad de Madrid, de los 1.190 MIR que terminaron su residencia en mayo, sólo se ha contratado a 500. "Nos dicen que no hay médico y no es así. España es el país con más facultades de medicina. Cada vez son más los que se van fuera. Se ofrecen contratos basura", afirma Sheila Justo, vocal de médicos jóvenes del sindicato AMYTS.

El 'saldo negativo' de contratos en Madrid

De hecho, según los últimos datos del Servicio Estatal Público de Empleo, Madrid es la provincia peor parada en la movilidad de contratos en medicina de familia. La diferencia entre los médicos que se contratan y los facultativos que se van con contratos a otras provincias resultó entre junio y agosto en la salida de 100 especialistas en familia. En el extremo contrario, Barcelona terminó agosto con 196 contratados más que a principios de junio.

Ana es una de las especialistas que han contribuido al saldo negativo de Madrid, aunque reconoce que le hubiera gustado quedarse y por eso prefiere no revelar su identidad. "Estoy en un hospital de montaña, no quiero quedarme aquí. Me gustaría volver a Madrid algún día pero ahora mismo no me parece que lo que ofrecen sea justo después de cómo arrimamos el hombro en la primera ola. De ocho compañeros que terminamos en mayo, cuatro han salido de Madrid. La situación es dramática", concluye.