Cada miércoles, la cubana Katia Márquez entra puntualmente en la sala de hemodiálisis del Hospital Clínico San Carlos de Madrid. No es paciente ni sanitaria, aunque lo suyo también es terapia. Hoy trae, entre otros, a Serrat y Fito, además de una canción suya, de los tiempos en que se ganaba la vida en los escenarios. Hace ya algún tiempo que los cambió por los hospitales.

La reciben con alegría, expectantes a ver si se ha aprendido la canción que le encargaron la semana pasada. Maribel, que lleva ocho años en hemodiálisis, le había pedido Mediterráneo. Otras semanas fueron Noches de Bohemia o La chica yeyé. Para ella, la media hora en que Katia les dedica canciones es un momento de relajación. “Me distrae muchísimo, estoy mucho más animada y se me pasa más corta la mañana. Normalmente leo y oigo la radio, pero esto me viene muy bien”, relata mientras una máquina bombea su sangre para limpiarla de toxinas.

El microconcierto que cada miércoles lleva Márquez a Hemodiálisis es parte de la iniciativa Músicos por la Salud, una ONG que lleva música a los hospitales desde 2015. Sin embargo, a diferencia de otros proyectos similares, aquí la música es a la carta. Como una gramola humana, Márquez recoge de una semana para otra los listados que le dejan en los carteles de “Encarga tu canción” en las distintas áreas del hospital.  "Esto es lo que lo hace especial, toda persona tiene una identidad cultural, una identidad sonora y musical. Y cuando tú interpretas sus canciones para ellos les da un subidón de autoestima, de que les esté cantando a ellos", afirma la artista.

Esa identidad pero también su ánimo, su edad y la situación por la que atraviesan determina las peticiones musicales de los pacientes. En el top 3, asegura, "están Yolanda de Pablo Milanés, Guantanamera y la Bamba" aunque, en general, "el público español es muy popero", dice la cubana.

Márquez pasa tres días a la semana en el Clínico San Carlos, donde visita regularmente distintas áreas del hospital. "En la zona de traumatología, donde hay mucha gente mayor, triunfa Manolo Escobar. En el área infantojuvenil me piden cosas más modernas como Aitana o Sebastián Yatra y en los más pequeñitos canto mucho Pimpón es un muñeco o El auto de papá, porque se prestan a jugar. En cuidados paliativos, un área muy delicada, la gente quiere volver a su juventud o a su tierra, ahí por ejemplo he cantado el Asturias, patria querida".

Al fondo de la sala y acompañada de su guitarra y un ipad - "no me da tiempo a aprenderme todas las letras de una semana para otra", se disculpa Márquez -, la cantante va tocando para su público. Es una de las áreas donde los pacientes cambian menos, pues son enfermos crónicos. "Son pacientes crónicos y esta es su segunda casa", explica la supervisora de enfermería de Nefrología y Diálisis, Charo del Pino, "cuando ella no está están más dormidos, si ella viene están más activos. Tiene su club de fans aquí. Durante la pandemia no pudo venir y los pacientes siempre nos estaban preguntando cuándo volvía".

Además de la distracción, el jefe de la Unidad de Hemodiálisis, José Antonio Herrero, explica las ventajas de estos microconciertos. "Los beneficios de la música en la salud son conocidos, tiene muchos efectos, no solo la distracción en sí misma, sino también la liberación de sustancias, como endorfinas, que tienen que ver con el bienestar y la liberación de la ansiedad".

Entre los efectos más consensuados en torno a la musicoterapia está la reducción de los niveles de cortisol - la hormona relacionada con el estrés -, el control del dolor, la mejora de la comunicación neuronal, la reducción de la presión arterial o la protección frente al envejecimiento cerebral. Un trabajo de 2021 también apuntó, concretamente, a los efectos de la música en la reducción de la ansiedad en pacientes pediátricos en hemodiálisis. Según otro estudio realizado por la Fundación Musicoterapia y Salud, los microconciertos en vivo en hospitales reducen en un 27% la ansiedad y aumentan en un 88% el bienestar del enfermo.

En estos beneficios, y no solo para los pacientes, también cree otra de las nefrólogas del Clínico San Carlos, Nati Calvo: "En estos tratamientos con diálisis es muy importante tratar también su parte psicológica. Son pacientes que pueden empezar jóvenes, necesitar uno o varios trasplantes, diálisis… son parte de la familia. A ellos se les hace más ameno y también a nosotros. A todo el equipo nos viene muy bien esta musicoterapia de los miércoles".

De una paciente de larga estancia surgió precisamente Músicos por la salud. Era la madre de Guillermo Giner, que estuvo 11 meses en el hospital. Como cuenta la Fundación en su web, Giner "tomó consciencia de la necesidad de aportar mayor calidez a estos espacios y apoyar a las personas que acuden a un hospital o residen en un centro sociosanitario". Desde entonces, la fundación ha dado más de 24.000 conciertos en 60 hospitales y 220 residencias. Se han dirigido a más de medio millón de pacientes.

Márquez empezó como voluntaria pero desde hace un tiempo pasó a formar parte de la plantilla de la fundación. "Yo siempre había tocado para personas sanas, pero cuando empecé a venir a los hospitales y ver lo que la música provocaba en las personas mi vida cambió y yo me bajé de los escenarios para venir a los hospitales. Si puedo sacar una sonrisa a un paciente o alguien que está en un momento difícil, esa sonrisa se nos multiplica", cuenta emocionada.

El siguiente paso que quieren dar desde la fundación es que lo que actualmente hacen como una iniciativa social se convierta en un derecho más de los pacientes reconocido en el sistema nacional de salud. Por ello han presentado recientemente un manifiesto en el que solicitan al Ministerio de Sanidad que siga las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud e incluya la música en los planes de salud en hospitales y centros sociosanitarios. El manifiesto nace apoyado por la firma del Consejo General de Enfermería, la
Confederación Española de Sociedades Musicales, el Colegio Oficial de Médicos de Valencia y la Federación de Organizaciones de Mayores de la Comunidad Valenciana, de donde es originaria la fundación.

También están a favor pacientes como Maribel, que disfruta cada miércoles de las canciones mientras recibe su tratamiento: "Me encantaría, por ellos porque les vendría muy bien y a nosotros fenomenal como terapia". Una terapia en forma de canciones que alivian el alma.