La tiroides es esa glándula pequeña, en apariencia superficial, que se encuentra situada en la parte baja del cuello, pegada a la tráquea. Su función no es otra que la de producir hormonas tiroideas, encargadas de regular todo el metabolismo del cuerpo. Esto es, cualquier proceso físico o químico que el cuerpo necesite para transformar o utilizar energía, como, por ejemplo, el ritmo cardiaco, la digestión o el estado de ánimo.
Las mujeres tienen entre cinco y ocho veces más de probabilidades que los hombres de tener problemas de tiroides. Problemas que hacen que, tanto el metabolismo como el ritmo cardiaco, se acelere o se ralentice, según la cantidad de hormonas que esta glándula produzca.
La causa más común de los problemas de tiroides suelen ser las enfermedades autoinmunes, en las que el propio sistema inmunitario del cuerpo ataca, por error, a las células sanas, alterando el proceso de producción de hormonas tiroideas, y estos trastornos son más frecuentes en las mujeres, aumentando con la edad. Una de cada ocho mujeres desarrollará algún problema de tiroides a lo largo de su vida. Así, es importante que una mujer de entre 45 y 50 años se haga un chequeo de la función tiroidea, por lo menos, una vez al año.
Los problemas de tiroides
Las alteraciones en la glándula tiroidea pueden suceder por cambios en el tamaño de la glándula o en su función. “No tienen nada que ver, puede haber afectación en lo que es el tamaño de la glándula con función normal y por el contrario, puede haber alteraciones en la función de la tiroides con un tamaño normal” explica el doctor Alfredo Yoldi, endocrinólogo de Policlínica Gipuzkoa.
Entre las complicaciones por la función, si la glándula produce muy pocas hormonas, se produce un hipotiroidismo. Cuando una persona sufre hipotiroidismo puede tener problemas gastrointestinales o alteraciones del sueño y, de presentarse en edades tempranas, problemas de crecimiento, retraso de la pubertad o alteraciones en el ciclo menstrual. Por el contrario, si la glándula trabaja en exceso, produciendo más hormonas tiroideas de las que el cuerpo necesita, se provoca un hipertiroidismo, que puede causar cambios de humor, ansiedad, cansancio o palpitaciones en la persona que la padece.
Entre los síntomas que pueden presentar el hipotiroidismo y el hipertiroidismo se encuentran la pérdida o el aumento de peso, la ansiedad, aumento del apetito y de la sudoración, nerviosismo, temblor de manos, intolerancia al calor, palpitaciones o problemas de sueño, entre otros. “Tratando estas dos patologías, normalizando la función del tiroides, vamos a conseguir restablecer una calidad de vida normal y que el paciente se vuelva asintomático” añade el endocrinólogo.
Respecto a los problemas por el tamaño, los más frecuentes son el bocio y la presencia de nódulos tiroideos, ya sean benignos o malignos. El bocio es un agrandamiento de la tiroides y puede provocar tos, dificultad al tragar e incluso problemas para respirar. Los nódulos, por el contrario, no presentan síntomas, a excepción de un abultamiento en la zona anterior del cuello. Si el crecimiento es grande, puede afectar a partes cercanas como la tráquea o el esófago, produciendo dificultad para respirar o tragar.
¿Cómo prevenir los problemas de tiroides?
El diagnostico para detectar algún problema en la función de la glándula tiroidea, se realiza a través de una analítica. “Un análisis de sangre nos orienta perfectamente sobre cómo funciona esta glándula. A veces es necesaria alguna prueba complementaria como puede ser una gammagrafía tiroidea” puntualiza el doctor Yoldi. También, según el tamaño de la glándula, otra resolución que se lleva a cabo es la ecografía tiroidea.
Para prevenir problemas de la glándula tiroides no existe nada concreto. Los especialistas recomiendan llevar un estilo de vida saludable: hacer ejercicio aeróbico, al menos 30 minutos al día, pues ayuda a regular el metabolismo; dormir bien, pues el cansancio y el insomnio debilitan la glándula tiroidea debido al gasto de energía y a la sobrecarga que supone la falta de sueño; una buena alimentación, ya que la tiroides utiliza yodo para fabricar sus hormonas y, por lo tanto, es necesario mantener una dieta rica en ello (pero sin pasarse, ya que su exceso puede dañar la glándula)...
El yodo es, pues, una de las soluciones más certeras para prevenir los problemas de tiroides. 150 microgramos al día para adultos, 120 para niños y 220 para embarazadas, cantidades que se consiguen con facilidad incluyendo en tu menú pescados como el bacalao o el marisco, o frutas como el kiwi, el aguacate o el plátano. Otro micronutriente que ayuda a activar las hormonas tiroideas es el Selenio, a través de alimentos como el atún, las sardinas, aves, cordero, nueces y huevo.
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