2015 fue para Repsol el peor año de su historia. La petrolera sufría los primeros números rojos desde su nacimiento, en 1986. Las pérdidas, de hasta 1.398 millones de euros en el año, eran consecuencia de las enormes provisiones –de 2.900 millones- realizadas para cubrir el deterioro de sus activos por el desplome del precio del petróleo. Sanear y sacrificar un año para salir reforzado. Y así ha sido.

Tras el frenazo, Repsol consiguió un beneficio neto de 1.736 millones de euros en 2016, su mejor resultado de los últimos cuatro años. La compañía comandada por Josu Jon Imaz también ha conseguido mejorar el beneficio neto –que mide mejor la evolución del propio negocio- hasta los 1.922 millones, un 3,7% más que en el año anterior e incluso también superior al de 2015 (cuando la compañía tuvo ingresos excepcionales de 500 millones por la indemnización recibido tras la expropiación de YPF).

La petrolera logró elevar un 18% su resultado bruto de explotación (ebitda), hasta los 5.226 millones de euros, gracias a la fortaleza y expansión del negocio tras la compra de la canadiense Talisman y a los ahorros de costes por los programas de eficiencia emprendidos en pleno desplome de los precios del crudo y el gas.

El grupo ha recortado sustancialmente su deuda financiera neta, hasta los 8.144 millones al cierre del ejercicio. La compañía consigue así rebajar la deuda un 32%, reduciéndola en 3.790 millones en un año, y colocándola en una ratio de 1,6 veces el ebitda.

Repsol batió su objetivo de sinergias y eficiencias para el conjunto del año, obteniendo más de 1.600 millones de euros, 50% más de lo previsto inicialmente. En 2017, la compañía incrementará esta cifra hasta los 2.100 millones de euros de ahorros, superior a las expectativas y anticipando así el objetivo establecido para el año 2018.

La compañía cerró el ejercicio con una producción media de 690.200 barriles equivalentes de petróleo diarios, un 23% más que lo producido en 2015. Asimismo, incrementó sus reservas de hidrocarburos hasta los 2.382 millones de barriles equivalentes de petróleo, con una tasa de reemplazo del 103%.